El próximo lunes Donald Trump asumirá la presidencia de los Estados Unidos. Javier Milei estará entre los invitados y seguramente, aunque sólo le cabe un rol de reparto, los medios lo destacarán como un personaje importante. Ya está ocurriendo ese fenómeno en Davos, adonde el libertario viajará desde Washington para repetir su performance del año pasado en el World Economic Forum. Son semanas de actuación en el escenario internacional.
VENEZUELA, TRUMP Y EL MONROISMO
Las anteriores semanas estuvieron enfocadas principalmente en Venezuela, donde finalmente Nicolás Maduro coronó lo que en agosto pasado definimos en este espacio como “el tránsito de tiranía patética a dictadura corporativa”.
Milei participó protagónicamente en el repudio al régimen venezolano que, despojado ya de todo vestigio de legitimidad, sumido en una retórica tan artificiosa como falsaria, desafía con el flamante mandato de Maduro al 70 por ciento de los votantes venezolanos, que no lo apoyaron a él sino a otro candidato; Maduro no se asienta en las urnas, se sienta sobre las bayonetas de fuerzas armadas convertidas en partido faccioso.
El simulacro de la reasunción de Maduro fue rechazado por buena parte de los países de mundo, sea expresamente sea a través de la ausencia en las ceremonias y el no reconocimiento. Algunos de los críticos, sin embargo, hasta ahora garantizan la subsistencia del régimen venezolano por la vía de los negocios. Como diría el gaucho Cruz, “en un lao pegan los gritos / y en otro tienen los güevos”.
EN LA DELANTERA
El gobierno argentino se ubicó en la delantera de la oposición internacional a Maduro y algunos de sus voceros contribuyeron en la creación de expectativas fantasiosas sobre lo que podría ocurrir el viernes 10 de enero, imaginando que, milagrosamente, la dictadura se desarticularía y cedería el poder intimidada por las ráfagas de adjetivos de la oposición y sus aliados; un objetivo que, evidentemente, requerirá aún más esfuerzo. más paciencia y con mucha probabilidad otros instrumentos.
El gobierno de Javier Milei deberá, entretanto, combinar su vocación por destacarse en la descalificación del régimen venezolano con la elección de medios más sutiles para defender la hostigada sede diplomática argentina en Caracas, cooperar con las gestiones de Brasil para preservar la seguridad de las personas allí refugiadas y operar con sobriedad y eficacia para que Nahuel Gallo, el gendarme argentino que el régimen venezolano mantiene prisionero bajo la delirante acusación de planificar un magnicidio, recupere rápidamente su libertad y regrese a la patria.
El tema venezolano se enlaza, naturalmente con la asunción de Trump en Washington. La oposición venezolana -después de mostrarse impotente para cumplir el aventurado compromiso de que el candidato electo, Edmundo González, asumiría la presidencia el 10 de enero en su país- deposita ahora sus expectativas en la reconocida capacidad de presión del inminente presidente estadounidense. Algunos círculos de Washington alientan incluso, más que una presión vigorosa, una lisa y llana intervención solitaria o colectiva (con aliados de la región).
Trump no ha descartado el uso de la fuerza, si se descartara una oferta de compra para asegurar el control estadounidense de Groenlandia y ha insinuado una diplomacia coercitiva para recuperar el control del Canal de Panamá.
El ex jefe del Estado Mayor del Ejército argentino, teniente general Juan Martín Paleo, advirtió esta semana en Clarín que: “la apelación en forma explícita a los principios de la Doctrina Monroe avizoran un comienzo de gestión frenético de la nueva administración norteamericana, con consecuencias que impactarán en mayor o menor medida en todo el escenario internacional” y señaló que, frente a un escenario como ese “de competencia geopolítica, es imprescindible la unidad y cooperación regional, incluyendo la agenda de defensa, a fin de preservar los intereses nacionales y la soberanía de nuestras decisiones”. Actuar en el mundo implica costos y responsablidades y exige un pensamiento agudamente realista.
LA REALIDAD DOMESTICA
El interés por la peripecia mundial no exime al Gobierno de ocuparse de la problemática doméstica. Esta semana el Indec informó cuál fue la inflación del mes de diciembre. El Gobierno destacó que se mantuvo por debajo del 3 por ciento, como en meses anteriores. Debió asimilar, sin embargo, que fue superior a la de noviembre y al 2,5 por ciento que esperaba. Como para aventar cualquier duda del mercado, el Gobierno decidió rectificar una postura previa y bajó el ritmo de devaluación mensual de 2 por ciento a 1 por ciento. Milei había asegurado que ese descenso se produciría.
El Presidente venía argumentando que la devaluación del dólar intervenido bajaría del 2 al 1 por ciento cuando la inflación mensual llegara al 2 por ciento por dos meses consecutivos. Ahora resolvió anticiparse a esa situación, con la intención de ofrecer una señal de seguridad al mercado (que quizás interprete el gesto como un signo inquietud o voluntarismo).
En los hechos, la medida supone en principio una ampliación de la brecha cambiaria y agrega un plus de desaliento a los exportadores. La producción agraria viene sufriendo por caída del precio de la soja, por la subsistencia de las retenciones y por el incremento de sus costos. Las quejas de las organizaciones del campo están dejando de ser un murmullo.
La producción industrial no está menos inquieta. La caída en el consumo de energía es una radiografía de la situación: la industria consumió un 18 por ciento menos.
El consumo masivo del año que acaba de finalizar sólo fue superior al de los años 2002 y 2003. 2024 terminó con una caída del 13 por ciento en relación al año anterior, según un cuadro de la consultora Scentia citado por Clarín. Parece razonable que un sector creciente del empresariado –que en modo alguno es hostil al gobierno- reclame que “nivelen el terreno”.
SINTONIA MAS FINA
El Gobierno se muestra nervioso ante esos planteos que piden sintonía más fina. Sabe que las objeciones tienen miga. Hasta economistas muy próximos al Presidente los han formulado. Juan Carlos De Pablo, por ejemplo, señaló: “No tengo problemas en que se funda una empresa si sus dueños son ineptos, pero… tal vez algunos quiebren porque aquí pagan los impuestos de Milei, más los de Kicillof, más los de los intendentes, más los aprietes de Moyano con los camiones y los jueces que te liquidan con las indemnizaciones".
Para De Pablo: “hay un problema serio de la política económica: no veo la sintonización entre cosas que facilitan la importación y las que facilitan la producción local. No hubiera empezado por la alícuota del impuesto PAIS, yo hubiera empezado por bajar la alícuota o la eliminación de impuestos o créditos bancarios, cosas que tengan que ver con los costos de producción, que están fuera del control de la empresa".
Con razón o no, varios analistas del Gobierno vinculan las objeciones económicas con cierta presión para que los libertarios consumen una convergencia política con el Pro de Mauricio Macri. Y la reacción parece ser un fortalecimiento del rechazo a esa posibilidad.
Si no alcanzaban los gestos del mileísmo más caracterizado (Carina Milei, Lilia Lemoine, Pilar Ramírez, los trolls de la Casa Rosada) el mismísimo jefe de gabinete Guillermo Francos salió esta semana a tomar distancia de la pretensión macrista de un rápido acuerdo de cogobierno.
FRANCOS ANUNCIA: IREMOS SEPARADOS
El encargado de trasmitir ese estado de ánimo fue el jefe de gabinete, Guillermo Francos,: “Macri planteó una comisión, y nosotros no hemos hablado de comisiones -puntualizó Francos-. Estamos lejos del acto electoral como para armar comisiones sobre esto. Trabajemos y apoyemos las leyes que vienen y después hablemos de elecciones. Estamos en momento de trabajar en conjunto, trabajar en leyes que tenemos pendientes”.
Traducido: el PRO tiene que seguir mostrando espíritu colaborativo. Como se vienen las sesiones extraordinarias del Congreso, tendrán oportunidad de mostrar cooperación en la agenda que presenta el Ejecutivo: eliminación de las PASO, designación de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla en la Corte Suprema, el proyecto de Ficha Limpia rediseñado por la Casa Rosada.
Pero Francos aclaró también que en la Capital, el desvelo del macrismo, no habrá listas conjuntas: "Nuestro partido en la Ciudad existe, nuestro bloque de legisladores existe y nos vamos a presentar a la elección. Lamentablemente no como una fuerza unificada, sino compitiendo contra el PRO en la ciudad de Buenos Aires".
INTRANSIGENCIA
El oficialismo sigue mostrándose intransigente en las conversaciones con el macrismo y le va comiendo fichas paulatinamente. Esta semana se quedó con una incorporación importante, la del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, uno de los dirigentes territoriales del conurbano que cuenta con mejor imagen. Es una plaza de mucho peso en el tejido del Gran Buenos Aires y también en la composición interna del PRO.
Simultáneamente los libertarios mueven los hilos sobre otras figuras del PRO que han evidenciado su disposición colaboracionista con el oficialismo. El primero de ellos, Diego Santilli. Aunque Santilli niega su pase, las conversaciones continúan. Los libertarios bonaerenses, conducidos por Sebastián Pareja trabajan para forjar una estructura política sólida en la provincia que gobierna Axel Kicillof.
Sucede que el territorio PRO viene desestabilizado desde que, antes de las elecciones de 2025, su dirigencia mostró incapacidad para procesar diferencias razonablemente y se embarcó en una suerte de guerra civil. La cosa se agravó cuando Mauricio Macri dio signos de simpatía para Milei mientras su partido todavía pugnaba por ganar la presidencia.
Después de eso vino el pacto de Acassusso; a esa altura, con Milei como alternativa al kirchnerismo en el balotage, se abrieron de par en par las compuertas para el flujo de electorado PRO hacia la boleta libertaria. Obligado por ese posicionamiento, Macri ostentó su respaldo casi incondicional al programa de Milei esperando una retribución compasiva. Hasta que comprendió que los libertarios pretenden desplazar al macrismo inclusive de su sede privilegiada: la Ciudad Autónoma. A esa altura, que es esta, ya tiene que pelear contra el mileismo dentro de su propia fuerza.