Opinión
Páginas de la historia

Vittorio Gassman

Si aún viviese, cumpliría 102 años uno de los grandes actores del cine y teatro italianos: Vittorio Gassman. Pero una crisis cardíaca detuvo su dinámico corazón el 29 de junio de 2000.
Ya su salud era precaria. Un enfisema pulmonar y su terca voluntad de seguir fumando lo habían debilitado mucho. El dolor se extendió a todos los rincones del planeta. Porque la muerte de un elegido no es una muerte individual. Es que los grandes del arte siempre derriban fronteras. Como una paradoja, para una vida tan agitada, Gassman murió mientras dormía en su lujoso departamento en el corazón de Roma.
Filmó más de cien películas, muchas muy conocidas como ‘Arroz amargo’, ‘Los desconocidos de siempre’, ‘Il sorpasso’, ‘Perfume de mujer’.
Se casó cuatro veces. La más famosa de sus cuatro esposas fue la actriz norteamericana Shelley Winters. Tuvo un hijo con cada una de ellas.
Gassman solía decir, y quizá mi mente lo transforma en un aforismo, que tendría que haber dos vidas: una para aprender y otra para vivir.

EN LA ARGENTINA
Hizo también mucho teatro. Incluso representó obras de Shakespeare en varios idiomas. Poseía una vasta cultura y dominaba seis idiomas.
Vino a nuestro país unas diez veces. Decía que quería mucho a la Argentina. Muchos lo tomaron como una cortesía. Pero Gassman lo confirmó eligiendo para despedirse del escenario, la ciudad de Buenos Aires.
Efectivamente, en septiembre de 1999 se inauguró en nuestra Capital el segundo Festival Internacional del Teatro. Pidió actuar. Veinte segundos antes de salir al escenario tuvo una crisis respiratoria bastante severa. El médico le aconsejó suspender la función por el riesgo que le significaba.
“Permitame el atado de cigarrillos, señor Gassman”, le dijo el médico. El actor se lo entregó de inmediato. “Usted necesita un refuerzo de oxígeno, y no el esfuerzo de actuar”, agregó el médico. Y Gassman, ‘artista de raza’ le respondió: “Perdóneme, doctor. Es que para mí el oxígeno está en el escenario. Y se presentó ante el público. Luego de agradecer los fuertes e interminables aplausos, sus primeras palabras fueron: “¿Alguien tendría un cigarrillo?”. Y sumó: “Vine a despedirme a Buenos Aires por dos motivos. Primero porque esta ciudad ama el teatro y porque en Italia ya no puedo hacerlo. ¿Y saben por qué? Porque allí ya me he despedido unas 15 veces. Por otra parte amo Buenos Aires y en especial al barrio de la Boca que me recuerda a la portuaria Génova de mi infancia”.
Gassman filmó su primera película a los 19 años y su carrera ya no se detuvo nunca. Un periodista le preguntó en una ocasión, cual era su actor predilecto. “Admiro a dos”, le contestó Gassman. “Uno es Marcello Mastroianni, porque es un grande de la escena y un extraordinario ser humano. Y no podría admirar a alguien que careciese de moral”, reveló.
“¿Y el otro al que admira?”, quiso saber el periodista. “¡Ah! del otro que admiro no le voy a revelar el nombre, porque soy muy modesto”, le respondió sonriendo. Y se nos fue Vittorio Gassman. Evidentemente su excepcional arte no le garantizó la vida. Pero se la iluminó.
No dudo que su nombre quedará impreso para siempre y con letras de oro en las páginas más importantes de la historia del cine y del teatro. Y un aforismo para este grande del talento que fue Vittorio Gassman: “El milagro del arte desconoce el tiempo”.