Opinión
Con Perdón de la Palabra

Varón justo

Después que me muera, contingencia nada lejana cuando ya se han cumplido 87 años, querría que se pudiera decir de mí lo que se dijo de San José: "Fue un varón justo...''­

Es un hermoso elogio. Mejor a mi ver que recordarlo a uno como un hombre bueno, como una excelente persona, culta, simpática o trabajadora.­

Definir a un hombre como un varón justo, configura un elogio sobrio, austero, medido. Sobre todo en épocas durante las cuales tal denominación no resulta aplicable a mucha gente. Aunque abunden aquellos a los que se podría definir positivamente, pese a que quizá lo ignoren.  ­

Conozco varones justos. Bastantes. Que quizá en su modestia no podrían sospechar que se los definiera de tal modo.­

No haré una lista de los varones justos que conozco para no incluir en omisiones. Por atribuirles esa condición a quienes tal vez no lo merezcan y, especialmente, por omitir a tantos y tantos que son merecedores de dicha definición sin sospechar que la merecen.­

Pero cedo a la tentación de mencionar algunos, pese a ser consciente del gran número de omisiones en que he de incurrir.­

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INOLVIDABLES­

­Varón justo fueron mi padre, Luis F. Gallardo, a tío Guillermo, padrino mío. A varios de mis hermanos, varones y mujeres, ya que el plural del género masculino incluye el femenino, con perdón de los feministas. De modo que incluyo también a mi mujer, al inolvidable don Francisco Centurión, criollo arquetípico que trabajó para mi abuelo materno y para papá, de notable nobleza y ducho en las tareas de campo. A mis amigos Nacho Di Tullio y Semenzato. A los almirantes Enrico y Pertiné. Al mayor Abete. Así seguir.­

Y, desde luego, no forma parte de esta lista el socialista Juan  B. Justo. Aunque vaya uno a saber.­