POR JORGE COLINA *
El gobierno presentó el avance del Presupuesto 2020. Entre otras definiciones se espera que la actividad económica se contraiga un 0,8% en el 2019 y crezca 3,5% en el 2020. En materia de inflación se proyecta que el 2019 cierre en alrededor del 40% y baje al 26% anual en el 2020. En materia fiscal se plantea cumplir con las metas previstas con el FMI, esto es déficit primario cero para el 2019 y superávit primario de 1% del PBI para el 2020.
La reducción de la inflación es coherente con un menor desequilibrio fiscal. Pero se generan dudas sobre la posibilidad de mantener y continuar con la mejora en las cuentas públicas. Esto se explica porque uno de los factores que más contribuyó a bajar el gasto público y el déficit fiscal fue la licuación de jubilaciones debido al fuerte aumento de la inflación.
La fórmula de movilidad previsional establece que las jubilaciones se actualizan trimestralmente en función del aumento de los precios y salarios con un rezago de 6 meses. Por ejemplo, el aumento de jubilaciones de junio se hace en base a la inflación y salarios del último trimestre del año anterior. Esto hace que el gasto previsional real baje en el ciclo ascendente de la inflación y se recupere cuando la inflación desciende. Aplicando la regla de movilidad a las proyecciones previstas por el gobierno se observa que:
* En el 2019 el gasto previsional real caerá respecto al año anterior en -0,6% del PBI como consecuencia de la aceleración de la inflación.
* En el 2020 el gasto previsional aumentará en 0,6% del PBI como consecuencia de que la inflación del 2019 será mayor a la que el gobierno proyecta para el 2020.
* Para que el gasto previsional no suba se necesitaría que la inflación en el 2020 no sea del 26% como se proyecta sino que se mantenga en el entorno del 40% anual.
Estos datos muestran la alta incidencia de la inflación sobre el gasto previsional. La aceleración de la inflación en el 2019 está haciendo una contribución decisiva en la baja del déficit a través de la licuación real de las jubilaciones. Pero si la inflación baja se produce el efecto contrario, ya que aplicando la inflación con 6 meses de rezago hace que las jubilaciones aumenten más que los precios.
Esto lleva a proyectar para el 2020 un incremento real del gasto previsional similar a la caída que se registrara en el 2019. Para que las erogaciones previsionales no aumenten en términos reales (es decir, se mantenga la caída del 0,6% del PBI del 2019), la tasa de inflación no debería bajar sino mantenerse en el entorno del 40% anual.
Dado que el gasto previsional representa casi la mitad de las erogaciones totales, es muy difícil compensar su aumento con acciones en otras áreas. Por un lado, porque los márgenes para bajar otros gastos son acotados y algunos, como la inversión pública, vienen siendo ajustados por encima de lo recomendable. Por el otro, porque aún más acotado son los márgenes para aumentar ingresos vía mayor presión tributaria. Por el contrario, para concretar el crecimiento económico proyectado será necesario eliminar impuestos altamente distorsivos como las retenciones a las exportaciones.
Estos antecedentes definen la importancia y urgencia de abordar la reforma previsional. Bien diseñada es una alternativa mucho más equitativa que seguir apelando a ajustar el gasto público licuando los haberes previsionales con inflación.
Entre otros temas a explorar debería considerarse la nivelación de las edades de retiro en los 65 años, previendo mecanismos compensadores como reconocer años de servicios a las mujeres que tuvieron hijos; sustituir definitivamente las moratorias por la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM); contabilizar la totalidad de los años de aportes en lugar de los últimos 10 años, como es en la actualidad, para determinar el haber inicial y fijar una regla de cálculo homogénea; establecer la opción entre la jubilación propia y la pensión por cónyuge, limitando la acumulación de dos beneficios como es en la actualidad; establecer una regla de movilidad especial para las personas que acumularon doble beneficio con las moratorias.
La profundidad de la crisis deja pocas alternativas. La estrategia hasta ahora fue apelar a que la inflación se encargue de hacer el ajuste fiscal. Pero si se aspira a crecer de manera sostenida con estabilidad no hay otro camino que ordenar el sector público para recuperar su sustentabilidad en base a más eficiencia y menos costos sociales.
* Presidente del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa).