‘Fragmentos Mansfield (Drama poético entre marcos y sillas)’. Dirección: Miguel Wahren. Dramaturgia: Sergio Catallani, M. Wahren, Milagros Almeida. Actúa: Milagros Almeida. Los lunes a las 20.30 en Espacio Callejón.
En 2023 se cumplió el centenario de la muerte de Katherine Mansfield (1888-1923), escritora de algunos de los mejores cuentos del siglo XX. Sin embargo, Mansfield murió con la insatisfacción de no haber escrito una obra portentosa. Se sintió malograda escribiendo “pequeñas historias como pájaros en jaulas”, según su testimonio. La visión negativa de su obra no la dejaba advertir su talento literario de sintetizar el contenido de una novela en pocas páginas, o de describir un estado de ánimo en una frase fluida y de perfecta musicalidad. Ella quería ser una hija del sol, inmortal como su amado Antón Chéjov y tantos artistas que admiraba. Murió con la frustración de no haberlo logrado.
Sabía que el cuento era entonces, y sigue siendo ahora -para algunos autores-, un género menor. “Historias femeninas”, calificó T.S. Eliot a su obra, donde se trataban supuestamente superficialidades cotidianas pobladas de escenas domésticas, sin apreciar la fina observación de la condición humana que iba más allá de una mera descripción costumbrista y penetraba en las zonas más oscuras.
Los autores de la escritura dramática de ‘Fragmentos Mansfield’ tomaron sus diarios, poesías, cuentos, canciones, cartas y relatos, y dieron vida a un drama poético donde están presentes el humor, la soledad, el dolor, los recuerdos de la niñez, los amores prohibidos y la enfermedad. Todos estos elementos juzgados en su justa proporción, sin caer en excesivos sentimentalismos.
UN ACIERTO
Miguel Wahren es uno de los autores de la escritura dramática y único responsable de la dirección y puesta en escena. Momentos y episodios, fragmentos de una breve e intensa vida desfilan en el Espacio Callejón. La presencia de Milagros Almeida -un verdadero acierto del director dado que tiene el phisique du role de la escritora- nos sumerge en la belle époque.
La primera imagen es desoladora, un acceso de tos que presagia el final sentada en un sillón, perdida en el fondo del escenario. Y de pronto irrumpe bailando con pasos de charleston un fox trot a poca distancia de la primera fila y todo se tiñe de una luz colorada e intensa. Allí comienzan las historias, los fragmentos. Las imágenes de Almeida que nos hacen ver una bañera donde apenas muestra sus hombros y juega a enjabonarlos; luego nos traslada a una sala y pronuncia la irónica reflexión sobre las características que debe tener un buen té; o durante la escena de la tormenta en el bosque, donde la actriz muestra una destreza corporal que nos hace ver arboles furiosos y sentir un viento que lo arrasa todo.
Milagros Almeida es una artista. No queda quieta un segundo, baila, canta bellísimos poemas de Mansfield con música del director. Como actriz maneja su cuerpo y su voz como se debe, con matices y colores, sin gritos ni micrófonos.
La puesta de Wahren tiene ritmo, no hay cortes ni apagones. El diseño de luces creado por Sergio Iriarte y los objetos que van apareciendo refuerzan el clima poético. El espíritu gentil de Chéjov seguramente anda dando vueltas por ese escenario donde, sin lugar a duda, “en lo inevitable está la belleza”.
Calificación:Muy buena