Cultura
ES REPROBABLE LA PRACTICA DE PERMITIR COMULGAR A QUIENES ESTAN EN PECADO MORTAL

Una peligrosa moda eclesiástica

POR TOMÁS I. GONZÁLEZ PONDAL

Tocaré un tema que interesa a pocos, causa indiferencia en muchos, y para otros tantos ha devenido en objeto de vivo escarnio. De lo que hablaré recibí noticia a través del testimonio de un gran amigo.

Como es sabido por todos, hay varias maneras de morir: unos quedan duros de repente, v. gr. estando dormidos; otros, fallecen debido a un accidente de tránsito; otros, por alguna enfermedad; otros, mueren asesinados, y mientras más macabros son dichos asesinatos, más conmocionan los ánimos. Detengámonos unos segundos en estos últimos casos.

He aquí un tremendo homicidio en el que un hombre aparece descuartizado. Los medios de comunicación, tanto los locales como los nacionales -y hasta a veces los internacionales-, dan cuenta de la noticia. La policía, los investigadores, la justicia, en fin, todo un sistema en movimiento intentando esclarecer bien qué pasó, hacer justicia. Se sabe del culpable: un vecino.

Ahora, imaginemos de momento lo siguiente: el hombre declarado culpable y que debe pasar un tiempo tras las rejas, dice al juez: “Señoría, antes de ir a cumplir mi condena, iré a festejar el cumpleaños de la señora a la que dejé viuda, señora que, como todos saben amaba a su marido con locura. De modo que, festejaré a lo grande con ella, sus hijos y familiares, y luego iré a prisión. Le aclaro que no estoy invitado, pero iré igual, pues tengo ganas de celebrar con ellos y comer de las delicias que allí presenten”.

Imaginemos ahora estas palabras del magistrado: “Fenómeno, señor. Vaya nomás, festeje a lo grande. Pásela lindo. Mándele mis saludos a la viuda, la que, no me cabe duda, se pondrá feliz de verlo”.

MONSTRUO MODERNISTA

Y bien, ¿qué me dirían ustedes frente a lo relatado? Me dirán: dejá de divagar, dejá de pensar tonterías.

Lo que fue llamado con entera razón “divague”, en otro ámbito millón de veces peor que el referido, le hacen lugar. La patraña tiene una gravedad tremenda. He aquí que hace tiempo se ha levantado la moda eclesiástica de hacer comulgar a quienes están en pecado mortal, y eso con la condición de que más luego pasen por el confesionario.

“Por más que estés en pecado mortal, pasa a comulgar, luego te confiesas”, sostienen algunos sacerdotes.

Otra de las invenciones modernistas, otro monstruo más que quieren que la gente consuma como si fuera algo católico.

Recordemos lo que nos enseñó siempre la Iglesia Católica: “Para hacer una buena Comunión son necesarias tres cosas: 1ª., estar en gracia de Dios; 2ª., guardar el ayuno debido; 3ª., saber lo que se va a recibir y acercarse a comulgar con devoción” (Respuesta a la pregunta 630 del Catecismo de San Pio X).

Pululan ya por doquier los eclesiásticos que falsean la misericordia,

que falsean la caridad, que corrompen la verdad. Son quienes pretenden

transformar un sacramento destinado a dar vida, en un instrumento

para seguir matando

ADULTERACION

Lo siguiente es lapidario contra el proceder diabólico de ciertos sacerdotes: “El que sabe que está en pecado mortal debe hacer una buena confesión antes de comulgar, pues no le basta para comulgar como conviene el acto de contrición perfecta sin la confesión” (Respuesta a la pregunta 632 del indicado Catecismo).

Nótese esto otro: “¿Por qué para poder comulgar no basta ni aun el acto de contrición perfecta al que sabe que está en pecado mortal? Porque la Iglesia ha establecido para mayor reverencia de este sacramento que quien está en pecado mortal no se atreva a comulgar si primero no se ha confesado” (633).

Y ahora, préstese atención a lo siguiente, nótese a qué llevan los inventores de un catolicismo adulterado, tan falso como mortal: se pregunta el Catecismo “¿Recibiría a Jesucristo el que comulgase en pecado mortal?” (634), y responde: “El que comulgase en pecado mortal recibiría a Jesucristo, más no su gracia; antes bien, cometería un sacrilegio y sería merecedor de la sentencia de condenación.”

El pecado mortal mata en las almas la gracia de Dios, pone en enemistad al hombre con la Trinidad que tanto le ama.

Si a la viuda del ejemplo no se le puede tomar el pelo presentándose el victimario en la celebración de su cumpleaños, sirviéndome de tal analogía y por elevación, con muchísima más razón es imposible presentar como algo bueno el festejar con Cristo estando mortalmente separado de Él.

Pululan ya por doquier los eclesiásticos que falsean la misericordia, que falsean la caridad, que corrompen la verdad. Son quienes pretenden transformar un sacramento destinado a dar vida, en un instrumento para seguir matando.

No son instrumentos de medicina, son instrumentos para matar. No llevan de la muerte a la vida, sino que opuestos a la vida abundan en los dominios de la muerte. No quitan almas de las garras del demonio, quitan almas de los amorosísimos brazos de Dios.

Todo tiene su lógica impecable, pues es lógico que quienes no respetan la Santísima Eucaristía no respeten el sacramento de la Penitencia.

El modernismo es la herejía que, entre otras demencias, no teme con descaro ir contra el sentido común.

El modernismo es un movimiento tan monstruoso que, aunque resulte incomprensible para alguien, mata aún al que está muerto. Agrega muerte a la muerte, y, como no me canso de señalar, lo hace haciéndose pasar por católico.

Dios nos dé siempre buenos confesores, los asista con Su fortaleza, y que nunca nos falten en nuestra terrenal milicia.