Opinión

Una doble derrota para Cristina

La decisión de la Corte Suprema de echar a la presidenta de la Cámara de Casación Penal, Ana María Figueroa, constituyó una doble derrota para Cristina Kirchner.

En el plano judicial, la vicepresidenta quería atornillar por cinco años a una jueza ideológicamente afín en el tribunal que interviene en causas sensibles de corrupción en su contra. Pero no lo consiguió y la Corte le avisó inesperadamente que se le había pasado el momento para hacerlo.

En el plano político, la derrotó Juntos por el Cambio al trabarle el quórum, lo que paralizó a la Cámara largamente, pero al final dio el resultado que la oposición quería: Figueroa ya no podrá fallar a favor de CFK; se irá a su casa.

Pero JxC no fue la única causa del traspié de la vicepresidenta. También la abandonaron otros senadores de origen peronista que son la vanguardia de un éxodo que anuncia el ocaso del kirchnerismo. También se sumaron al bloqueo senadores como el rionegrino Alberto Weretilneck que no es peronista, pero hasta hace poco funcionaba como un fiel aliado de la vice. Rara vez le falla el olfato.

La noticia de la caída de Figueroa enmudeció de sorpresa a la mayoría de los senadores. Martín Lousteau eludió una respuesta cuando este diario le preguntó su opinión sobre el fallo y la ultrakirchnerista Juliana di Tullio se excusó alegando que no lo había leído.

Durante un plenario de comisiones sobre la ley de alquileres el radical Julio Martínez lo celebró como una buena noticia y se retiró con la satisfacción pintada en la cara. La “hiper K” María Duré no pudo contener su resentimiento y lo acusó de cobardía.

Al margen de las reacciones personales parece poco probable que Cristina Kirchner pueda revertir la situación porque el fallo es categórico. La Corte dijo que Figueroa dejó de ser jueza el día que cumplió los 75 años y que no existe en la Constitución la posibilidad de un “plazo de gracia” o “limbo” como fue calificada la absurda situación en la que estaba: no podía emitir fallos, pero cobrara casi 4 millones de pesos por mes. En esos términos la sentencia es no sólo inapelable, sino también ilevantable.

Por último, la derrota golpeó también al Senado porque tuvo la posibilidad de ejercer su poder constitucional de designar jueces y la despilfarró. Resultado: la Corte ocupó ese vacío de poder. Esto ocurrió porque una mayoría de senadores desvirtuaron su investidura institucional al someterse sumisamente a la voluntad de una persona.