Un conjunto de imágenes, palabras y sonidos reunidos por Edgardo Cozarinsky son parte de la propuesta de "Apuntes de una biografía imaginaria", el largometraje de sesenta minutos que puede verse durante los sábados del actual en el Auditorio Fundación Proa y que fue presentado recientemente en la última edición del Bafici.
Parafraseando a Jorge Luis Borges, podría decirse que el director ha recolectado esta serie de elementos sin un objetivo concreto. Hasta que un buen día, guiado por la música de Ulises Conti, advirtió que esa colección de fragmentos, donde la Historia dialoga con el destino de los individuos y con su dolor mudo, dibuja la imagen de su cara.
Sin dudas, para lograr este último trabajo, al escritor y cineasta nacido en Buenos Aires lo ha ayudado haber vivido más de treinta años en París, aunque ahora pasa la mayor parte del tiempo en su ciudad natal.
Más allá de su trabajo como director de filmes como "La Guerre d"un seul homme", "Boulevards du crépuscule", "Le Violon de Rothschild" y "Ronda nocturna", Cozarinsky sobresale por su labor autoral. Entre sus libros se destacan las novelas "El rufián moldavo", "Maniobras nocturnas" y "Lejos de dónde"; los cuentos de "La novia de Odessa" y "Tres fronteras"; y los ensayos "El pase del testigo" y "Blues y el inclasificable Vudú urbano".
PEQUEÑAS HISTORIAS
Luego de la participación en el Bafici, Sergio Wolf, director de este festival de cine independiente, opinó sobre el documental: "Las pequeñas historias que crecen en los márgenes de la Gran Historia fueron menos el tema que el tono que sobrevoló las películas -y los cuentos, y los ensayos, y las novelas- de Cozarinsky. Pero aun así, siempre había una dimensión novelesca, un flujo de vidas y destinos y pasiones y convicciones cruzados e interferidos.
"Apuntes para una biografía imaginaria" es, en ese sentido, tanto una continuidad como la apertura de un nuevo rumbo, ya que la microscopía de estas historias -filmadas, encontradas, citadas, amorosas, dolorosas, secretas- no tienen ni la más remota pretensión de iluminar ninguna totalidad".
"Son parte de una búsqueda -esa hermana siamesa del azar que va en zigzag y encuentra y abandona, echa una luz tenue y se esfuma-, dejándonos siempre con la gratificante sensación de que tras esos bellos y conmovedores textos, tras esas poderosas y desconocidas imágenes hay más, mucho más. En estos tiempos donde el cine se define por el exceso, "Apuntes..." produce un efecto extraordinario: su sobriedad es tan discreta y confesional que nos recuerda que el cine no es el rumor del mundo, sino que está hecho de -o mejor que es- el murmullo de los seres humanos", agregó Wolf.
Por otro lado, el escritor Daniel Link, en referencia a este largometraje, comentó: "En la presentación de su último ejercicio cinematográfico, Edgardo Cozarinsky se corrigió y dijo que su trabajo, al que se resistía a llamarle "película" (con justa causa), no era propiamente íntimo, sino clandestino, y ningún otro adjetivo podría cuadrarle tan bien como ese, porque "Apuntes para una biografía imaginaria" parece hecho desde el mismo lugar (la emboscadura) que Ernst Jünger, el protagonista de esa otra gran película de Cozarinsky, "La guerra de un solo hombre", que había definido como el único posible para tiempos como los suyos (y los nuestros)".
""Apuntes para una biografía imaginaria" está hecha -como otros monumentos poscinematográficos: "Hurlements en faveur de Sade" o "Histoire(s) du cinéma"- con restos. Pero a diferencia de esas películas, Cozarinsky (que admitirá una de ellas, y otra no, al lado de su nombre) asume hasta las últimas consecuencias que en nuestro tiempo todos nos descubrimos en situación de resto".
EN TIEMPO PRESENTE
Sin embargo el escritor aclaró: "No se trata, aquí, de la recuperación de desperdicios de otros filmes (secuencias que sobraron, o que pueden resignificarse en otro contexto), un footage guardado con manía de coleccionista, no. Porque Cozarinsky presenta sus "Apuntes..." (deliberadamente articulados en una espiral temporal que avanza y retrocede) no como cosa del pasado, no como unos recuerdos o testimonios que habría que salvar de no sabe bien qué olvido, sino casi como un tipo de vacación sabática: la suspensión del tiempo y de la actividad; no el trabajo, sino la inoperatividad y la descreación".
"La situación de resto en la que Cozarinsky se pone y nos pone (como espectadores de su no-película, de su ejercicio poscinematográfico -sé que, en este contexto, la palabra "vanguardia" no serviría para nada) es, naturalmente, la de la inminencia y el llamado. "Apuntes para una biografía imaginaria" es el tiempo presente que llega después del último día, un tiempo en el cual nada puede suceder porque el novísimo está todavía en curso".
Por su parte, el crítico cinematográfico David Oubiña también se refirió a este trabajo: "Es un filme melancólico e inteligente: como debe ser. Hay, en efecto, algo así como un retrato hecho con los restos de un naufragio. Es lo que dice la voz en off del cineasta: no habría que esperar que los apuntes de la propia biografía se constituyan a partir de los momentos más significativos sino, al contrario, con esos retazos o jirones que, de pronto, centellean ante la percepción en un instante de peligro, tal como quería Benjamin".
Y agregó: "Ese era, sin duda, el desafío de este filme bello y fugaz. Y eso es lo admirable de sus apuntes: los momentos olvidados, secundarios, no estelares, se cargan de pronto con una vitalidad nueva (que no estaba y, a la vez, ya estaba "ahora lo sabemos" en el contexto original). Con esos materiales, Edgardo Cozarinsky da forma a un conmovedor retrato en escorzo".
El largometraje puede verse los sábados del corriente, a las 19, en el Auditorio Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca). La entrada cuesta diez pesos pero para jubilados y estudiantes con acreditación el valor es de ocho pesos.