Un estreno sin dudas peculiar, que traslada al espectador a un cultura distinta y cuyo cine no resulta tan común de ver de este lado del océano. La última película de Pat Boonnitipat, rodada en Tailandia, llega a las salas con una propuesta íntima que da cuenta de las familias y las costumbres de aquel país.
Tras ser diagnosticada con una enfermedad terminal, la abuela de la familia, que sigue vendiendo comida al costado del tren pese a su avanzada edad, recibe la visita inesperada de M, su nieto, quien se instala a vivir con ella con la esperanza de recibir la herencia luego de su fallecimiento. Está dispuesto a quedarse y cuidar de la mujer en el tránsito de su enfermedad. Lo que al comienzo surge por un interés económico, revela luego otras facetas, comienza a tejerse entre ellos una relación de confianza y entendimiento que no tenían antes, y ahí es donde la película profundiza sobre algunas costumbres de Tailandia, el trato entre los diferentes miembros de la familia, las elecciones, y, por supuesto, la finitud de la vida y qué hacemos con el tiempo que tenemos.
La variedad de personajes nutre la historia pues, cada uno dentro del árbol familiar y social de la familia, aporta distintas posturas y miradas respecto de los acontecimientos. La abuela debe conocer su enfermedad y decidir qué hace a partir de ello. Hay puntos en la narración cuya intención es dar en la tecla de la emoción y no se evita en ese sentido el golpe bajo. Desde lo técnico hay un factor que le juega en contra a la película, que tiene que ver con la utilización excesiva de la música extra diegética para subrayar los diferentes climas.
‘Cómo ser millonario antes de que muera la abuela’ es un retrato familiar pintoresco que, más allá de caer en ciertos clichés, funciona por su coherencia narrativa y las actuaciones de sus protagonistas, Putthipong Assaratanakul y Usha Seamkhum, quienes dan vida a ese nieto y esa abuela tan enternecedores y humanos.
Calificación: Buena