Por Ana María Musicó Aschiero (*)
El general José de San Martín, exiliado en Francia desde 1824, vivió en una finca de campo junto al río Sena en el suburbio de Grand-Bourg, distante 27 kilómetros de París. En 1848 rey francés Luis Felipe abdicó a consecuencia de la oposición de la mediana burguesía apoyada por el pueblo, lo que produjo graves revueltas en la región parisina. San Martín prefirió trasladarse a la ciudad de Boulogne-sur-Mer en el departamento Paso de Caláis, situado en la costa norte francesa sobre el canal de la Mancha.
Durante su exilio siguió siendo un referente político y militar, y las continuas visitas recibidas de destacadas personalidades de la vida política argentina solicitando su consejo se demuestran en documentos que se conservan hasta hoy.
Domingo F. Sarmiento, durante su permanencia en París entre el 24 de mayo de 1846 y el 18 de julio de 1847, fue recibido en varias oportunidades por San Martín, a quien entregó una carta y un retrato enviado por Las Heras. La impresión que el General le causó se advierte en una carta de Sarmiento a su íntimo amigo Antonino Aberastain: "He pasado con él momentos sublimes que quedarán para siempre grabados en mi espíritu... en animada conversación lo he visto transfigurarse y desaparecer a mi vista el campagnard de Grand Bourg y presentárseme el General joven que asoma sobre la cúspide de los Andes paseando sus miradas inquisitivas sobre el nuevo horizonte abierto a su gloria. Sus ojos pequeños y nublados ya por la vejez se han abierto un momento mostrándome aquellos ojos dominantes, luminosos de que hablan todos los que le conocieron".
El abogado Juan Bautista Alberdi, el 14 de septiembre de 1843, hallándose en París en casa de un amigo común, tuvo oportunidad de conocer al General San Martín, y así relató el encuentro: "Me paré lleno de agradable sorpresa al ver la gran celebridad americana que tanto ansiaba conocer.entró por fin con su sombrero en la mano, con la modestia y apocamiento de un hombre común.me llamó la atención su metal de voz, notablemente gruesa y varonil.al ver el modo cómo se considera él mismo se diría que este hombre no había hecho nada de notable en el mundo, porque parece que él es el primero en creerlo así....El General San Martín padece en su salud cuando está en inacción y se cura con sólo ponerse en movimiento. De ahí puede inferirse la fiebre de acción de que este hombre extraordinario debió estar poseído en los años de su tempestuosa juventud...Cuando se paró para despedirse, acepté y cerré con mis dos manos la derecha del grande hombre que había hecho vibrar la espada libertadora de Chile y Perú".
Pocos días después el yerno de San Martín invitó a Alberdi a pasar un día en la casa de Grand Bourg, el que al conocer las habitaciones de San Martín expresó:
"He visitado su gabinete, lleno de la sencillez y método de un filósofo. Allí, en un ángulo de la habitación, descansa colgada al muro la gloriosa espada que cambió un día la faz de la América occidental. Tuve el placer de tocarla y verla a mi gusto...El 17 el General se levantó sereno y con las fuerzas suficientes para pasar a la habitación de su hija, donde pidió que le leyeran los diarios, que el estado de su vista no le permitía desde mucho tiempo leer por sí mismo. Hizo poner rapé en su caja para convidar al médico que debía venir más tarde, y tomó algún alimento. Nada anunciaba en su semblante ni en sus palabras el próximo fin de su existencia...Después de las dos de la tarde el General San Martín se sintió atacado por sus agudos dolores nerviosos al estómago. El doctor Jardon, su médico, y sus hijos estaban a su lado. El primero no se alarmó y dijo que aquel ataque pasaría como los precedentes. En efecto, los dolores calmaron, pero repentinamente el General, que había pasado al lecho de su hija, hizo un movimiento convulsivo, indicando al señor Balcarce con palabras entrecortadas que la alejara, y expiró casi sin agonía. Es más fácil comprender que explicar la aflicción de sus hijos en presencia de esa muerte tan súbita e inesperada...Veintiocho años ha pasado en su voluntaria proscripción, sin que jamás haya salido de sus labios una sola palabra de queja, a pesar de que la calumnia y la ingratitud hicieron llegar más de una vez al apartado lugar de su retiro los destemplados clamores, que jamás conturbaron la paz de su alma. El General en uno de los momentos en que le afligían sus crudos dolores decía a su hija, -es la tormenta que conduce al puerto- ¡Bellas palabras y llenas de verdad! ¡Cual otro que la muerte es el puerto en que descansan, después de las fatigas de la vida, los hombres como el General San Martín!..."
REPATRIACION
Acompañado por su hija Mercedes, su yerno Mariano Balcarce y sus dos nietas el General vivió en una casa ubicada en el 105 de la Grand Rue de Boulogne sur Mer donde murió a los 72 años, a las tres de la tarde del sábado 17 de agosto de 1850.
Sus restos fueron llevados a una capilla de la cripta de la Basílica de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Boulogne-Sur-Mer, próxima a su casa.
En 1880, San Martín fue repatriado a Buenos Aires, en el vapor Villarino. Llegó en la mañana del 28 de mayo y fue recibido con una salva de 21 cañonazos. Los integrantes de la Comisión de Repatriación colocaron la bandera del Ejército de los Andes sobre el ataúd, más dos coronas: una con palmas de Yapeyú (ciudad natal del prócer) y otra con gajos de pino de San Lorenzo (bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo). El cajón, depositado en un bote fúnebre, fue desembarcado en las costas de Retiro.
Un descendiente de Bartolomé Mitre al cumplirse 100 años de la muerte del prócer en 1950 expresó: "Los hombres de acción o de pensamiento que, como San Martín, realizan grandes cosas son almas apasionadas que elevan sus pasiones a la potencia del genio y las convierten en fuerzas para obrar sobre los acontecimientos, dirigirlos o servirlos. Obran sobre su tiempo como una acción eficiente o se lanzan en las corrientes permanentes, y de este modo su influencia se prolonga en los venideros como hecho durable o como pensamiento trascendental".
(*) Licenciada en Historia y Miembro del Instituto Argentino de Historia Militar.