Todas las decisiones que hacen al debut cinematográfico del director Jonah Hill (el actor de "Super Cool", aunque parezca imposible) son caprichosas. El recurso del falso documental, para el cual apela al formato de 16 milímetros; ambientar la historia en los "90, con claras alusiones a la música de aquellos años y a series como "Ren y Stimpy" y "Beavis and Butt-Head"; y llevar a esta familia disfuncional con una madre tan ausente como permeable, un padre inexistente y un hermano mayor violento y anodino, al extremo del agobio en nuestro protagonista Stevie (maravillosa actuación de Sunny Suljic), de tan sólo trece años.
Pero esta suma arbitraria de pilares nos lleva directamente a los años de apogeo del grunge, el skate, el alcohol en menores y la temprana tentación por las drogas y el sexo. Por lo visto, un espejo de la infancia que el autor y director planta con respecto a Stevie, un niño de Los Angeles que sale al mundo a los tumbos pero con la convicción de crecer y dejar atrás los posters de "Las Tortugas Ninjas" para que en su discman suene furiosamente Fatboy Slim. No le tiene miedo al afuera porque, claro, en su propio hogar vive un infierno cotidiano, como la golpiza que recibe de su hermano en los primeros segundos del filme.
NUEVOS ESTEREOTIPOS
"En los 90" tiene rupturas de todo tipo. Si bien el relato no es innovador, un chico que se aleja de su familia para acercarse al pendenciero grupo de su barrio, los estereotipos sí están cambiados. Y quien debiera ser malo para el cine clásico de Hollywood no resulta tal, y sus aliados de confianza se vuelven un puente endeble entre su deseo y la vida real. Así emergen las figuras de Ray (excelente recreación del skater y no actor Na-Kel Smith), su hermano en lo fáctico, y de Fuckshit (Olan Prenatt), la puerta a todos sus desmadres.
Aunque la historia es pequeña y no resulta apologética ni de redención, son todos los recursos cinematográficos los que brillan y hacen que todo sea ágil ante nuestra mirada, además de las muy buenas actuaciones de actores hasta hoy casi desconocidos.
La fotografía de Christopher Blauvelt, la ambientación de Christy McIrwin y el montaje de Nick Houy se llevan los méritos, todo supervisado por el director, quien puede estar orgulloso de su primer paso en el cine grande, dejando definitivamente atrás al simpático gordito de comedias pasatistas.
Imágenes de "Cuenta conmigo", lo heterogéneo de "Los Goonies" y lo crudo de nuestra "Fuga de cerebros" reaparecen como emotivos flashes, cuando entendemos el revolucionario paso de la infancia a la adolescencia de este chico que muestra al norteamericano promedio.
Calificación: Buena