Espectáculos

Un escándalo rendidor y la vuelta del ‘vale todo’ a la tevé

En 1920, Harold Lasswell creó la teoría de la aguja hipodérmica por medio de la cual aseguraba que los medios de comunicación podían ejercer una total manipulación de la opinión pública de la sociedad. Y si bien la teoría de Lasswell estaba enfocada en lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial, en la actualidad la guerra de los programas por instalar agenda se tornó feroz.

En este sentido, el más reciente conflicto inoculado a la opinión pública es el de Lizy Tagliani y Viviana Canosa. El mismo está siendo el combustible principal del aluvión de programas de chimentos y actualidad que coparon la pantalla chica: en lo que va del año ya se estrenaron seis ciclos nuevos dedicados a los entretelones de la farándula y las desventuras, romances y escándalos de sus figuras.

Uno de estos estrenos fue el regreso de Viviana Canosa a la televisión con ‘Viviana en vivo’. El envío inició el 10 de marzo y pese a que la periodista siempre fue una figura convocante, su vuelta a la pantalla chica no estaba rindiendo como se esperaba. Muy inteligente estratega, Canosa sabía bien que si lograba instalar agenda la cosa iba a cambiar, y así fue.

La semana pasada, Marcela Tauro ofició como invitada en ‘Sálvese quien pueda’, el flamante programa de Yanina Latorre en América. Allí recordó que Tagliani, pese a ser amigas, quiso levantarse a su exnovio. Canosa, entonces, “conmovida” por la falta de códigos de Lizy decidió hacer justicia por mano propia y en solidaridad con su colega comenzó a disparar. Lizy solía ser la asistente de Viviana antes de alcanzar la fama. Fue en esa época -siempre según la ahora rubia- que la encontró intentando robarle dinero de la cartera. La conductora de ‘Viviana en vivo’ también recordó la vez que hizo llamados a importantes autoridades para resolver un tema relacionado al fallecimiento de la madre de Tagliani. Pero la cosa no quedó ahí.

Desde su ciclo en Eltrece, Canosa también aseguró que tanto Lizy como su amiga Costa habrían participado de al menos una fiesta con menores de edad de nacionalidad rusa, que involucró drogas y alcohol.

Mientras el llamado a funcionarios de alto nivel para resolver el problema de la madre de Lizy podría valerle una denuncia por tráfico de influencias, Canosa se dirigió ayer a Comodoro Py a declarar por el presunto abuso de menores, que según ella también salpicaría a otras figuras de Telefe. Pero, al parecer, la periodista sólo relató hechos sin presentar pruebas.

 

LA MALDICION DE ‘MORFI’

Más allá del grueso calibre de las acusaciones y de lo mal parada que puede quedar Lizy Tagliani -quien podría llegar a perder la tenencia de su hijo adoptivo por esto-, ya hay quienes hablan de “la maldición de ‘Morfi, todos a la mesa’. El programa despidió primero a Jey Mammon por una acusación similar de corrupción de menores y luego a su coconductora, Jéssica Cirio, por estar relacionada en una causa por lavado de dinero. Ahora le tocó el turno a Lizy.

En cuanto al rating, los canales ganaron todos con este escándalo: sin ir más lejos, el descargo hecho por Tagliani en ‘Morfi’ el domingo promedió 4,8 puntos. Más tarde, el debut de ‘Infama’, a cargo de Tauro, se convirtió en lo más visto de América con un promedio de 1,5. Para el lunes, el tema ya era de interés nacional y su tratamiento en ‘A la Barbarossa’ (Telefe) le valió un pico de 5,9. ‘Intrusos’ (América) llegó a un techo de 4,4 puntos. ‘Los profesionales de siempre’, con Flor de la V, también se ocupó del tema y eso lo llevó a tener una marca máxima de 3,2. Y claro, Canosa como protagonista también cosechó su siembra: ‘Viviana en vivo’ arrancó con un piso de 3,4 y llegó a un pico de 5,9 puntos, la marca más alta del ciclo desde su debut.

Que Canosa tiene celos del éxito de Lizy, que es una operación para bajarle el precio a Telefe porque está en venta, que Canosa no le perdona su condición de trans: las teorías acerca de qué originó el escándalo son muchas. Por ahora, lo único cierto es que hay muchas horas de aire para llenar y este conflicto vino como anillo al dedo para transformar a la tele en una suerte de tribunal, con los periodistas como abogados de parte y con el público como juez.