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SUPLEMENTO ANIVERSARIO. EL ENCANTO DE LA CLASE MEDIA.

"Un catolicismo más bien cultural"

 

A diferencia de lo que ocurre en otros países, no son frecuentes en la Argentina los estudios sobre creencias religiosas en la sociedad, y mucho menos sobre un sector específico como la clase media, un extremo que quizás no se haya examinado nunca. Pese a la escasez de datos, el doctor Roberto Bosca, experto en historia, política y religión, dice que algunas conclusiones aproximativas pueden extraerse de las pocas investigaciones que se han hecho en los últimos años, y con ellas esboza una suerte de semblanza de la religiosidad de este segmento social.

En una entrevista con La Prensa, Bosca, que es profesor de Doctrina Social en la Universidad Austral y en los últimos años ha realizado estudios sobre el impacto cultural de lo religioso, reconoce que la escasez de datos es real y manifiesta no conocer "ningún estudio específico y completo sobre la clase media".
 "Dudo que alguna vez se haya realizado" un estudio tan específico, señala, para luego recordar que "el desarrollo de la sociología en materia religiosa en nuestro país es reciente".

Ese déficit se ve agravado todavía más porque "en los censos oficiales que se realizan cada diez años, y al compás del secularismo politically correct, la pregunta sobre la religión fue eliminada", abunda el investigador, que también es director académico del Instituto de Cultura del Centro Universitario de Estudios (CUDES), donde coordina el Seminario Internacional de Religiones Comparadas.

Sobre la razón de este singular desinterés en nuestro país dice no tenerlo claro. Pero arriesga que puede deberse, entre otras causas, a "haberse convertido (el tema) en un elemento de lucha ideológica", y también al "fuerte influjo positivista que durante muchos años alimentó la vida académica local".

 "La valoración sobre el dato religioso recién se comenzó a difundir en los últimos años", asegura.
Entre las investigaciones recientes que se han hecho sobre la materia, el profesor cita los trabajos producidos en el pasado por el Centro de Investigación y Acción Social (Cias); "algunas referencias, aunque estimativas", que "pueden consultarse en la Guía de la diversidad religiosa de Buenos Aires, coordinada por Floreal Forni, Luis Cárdenas y Fortunato Mallimaci, y publicada en el 2003"; la Guía Eclesiástica Argentina que editó en el 2009 la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA); y el Atlas de las creencias religiosas en la Argentina, editado en 2013 y dirigido también por Mallimaci, "uno de cuyos capítulos está referido a estructura social y religión".

De la lectura de los datos y de su propia observación, Bosca extrae la conclusión de que, en nuestro país, con la clase media incluida, se replica la "notoria y profunda mutación" que han sufrido en los últimos años las creencias religiosas en el mundo.

DOBLE PERTENENCIA

"Un tanto esquemáticamente", el investigador describe a la "religiosidad posmoderna, hoy predominante, como subjetivista, emotivista y sincretista". Y dice que "los fieles de las iglesias tradicionales han migrado hacia los llamados nuevos movimientos religiosos y se registra un fenómeno que el conocido experto italiano Massimo Introvigne ha denominado "doppia pertenenza" (doble pertenencia)".

"La clase media en la Argentina continúa siendo mayoritariamente católica", dice Bosca, "pero me parece evidente que ya no posee los altos índices que mantenía antaño".

"Por empezar -señala-, la simiente evangélica en la Argentina fue implantada de una manera mucho más débil que en otros países latinoamericanos".

"Un espíritu tan incisivo como Leonardo Castellani definió a esa especie como un "catolicismo mistongo", recuerda.

"Mi percepción -confía- es que cierta ignorancia sobre los fundamentos de su propia fe y otros motivos han determinado que esa clase media católica se haya visto notablemente disminuida en su consistencia por la New Age, una religiosidad light que puede definirse como un autismo espiritual, y que casa muy bien con el espíritu hiperindividualista que caracteriza a la clase media".

Al hablar sobre el catolicismo, en particular, por ser la religión mayoritaria, Bosca cree que sí hay algunas notas salientes en la forma en que se vive entre la clase media que la diferencian de los segmentos más altos y bajos.

"No solamente en la Argentina, sino que en general se ha sostenido que la clase media suele ser la más genuina y la más participativa en la práctica de la fe", arguye. Y enseguida afirma: "Esta clase media católica siempre ha sido determinante en conformar los valores de nuestra sociedad, más allá de sus defectos, aún en materia política".

"Su huella en la vida institucional es conocida", sostiene, para luego recordar que "en los años cuarenta, una especie extinguida, los escritores católicos, como Manuel Gálvez o Gustavo Martínez Zuviría, fueron verdaderos bestsellers" , y evocar también que "esa misma clase media católica es la que llevó a Perón al poder y también la que lo sacó".

IZQUIERDIZACION

En su repaso histórico, Bosca recuerda que "en los años sesenta la clase media católica sufrió un proceso de izquierdización y por eso sus familias alimentaron los cuadros montoneros, que no provinieron de las clases altas ni de las proletarias. Pero de ella también salieron los militares que se enfrentaron a ellos para defender con el mismo ardor homicida la "civilización occidental y cristiana", cada vez menos occidental y cada vez menos cristiana".

 "Es decir -concluye- que resulta evidente que la clase media ya no es lo que era, pues se ha visto afectada por el proceso de secularización, aunque todavía se percibe en ella un catolicismo más bien cultural. Este dato se refleja en el paquete de leyes que se enfrentan a la sensibilidad evangélica".

 "La práctica religiosa -en su opinión- se reduce más que nada a los llamados (en los estudios de antropología religiosa) ritos de pasaje, por ejemplo, nacimiento, matrimonio y muerte. Pero ella no tiene relevancia en la configuración de la vida social".

Sobre las diferencias entre clases, Bosca señala que "en los estratos más altos (también particularmente en el medio artístico) ha habido una mayor influencia de las espiritualidades orientales, mejor dicho, de una versión un tanto superficial de ellas".

"Por el contrario, -continúa- en los más bajos puede considerarse predominante una religiosidad popular que a menudo configura una amalgama de elementos cristianos con prácticas supersticiosas, presentes en las llamadas canonizaciones populares (La Difunta Correa, y más modernamente El Gauchito Gil y San la Muerte)".

"Con todo, -concede- en algunos momentos aflora con una gran fuerza esa fe residual, por ejemplo en los santuarios marianos como Luján y tantos otros. La fiesta del Señor del Milagro, en Salta, expresa esa viva realidad con una gran contundencia".

Respecto de cómo cambió la forma de vivir la fe entre los católicos, Bosca considera que "la expresión de la fe ha devenido en una actitud más intimista, habiendo perdido su significación social".

Sin embargo, añade, "no debe verse esta interiorización como una pérdida. Un aspecto positivo de este cambio consiste en que su misma personalización la vuelve más auténtica". Y pone como ejemplo lo sucedido con los inmigrantes.

 "En la aldea española donde vivía el inmigrante -observa Bosca-, todos iban a misa con la misma naturalidad con la que paseaban alrededor de la plaza, porque se trataba de una imposición social, donde la religión estaba vinculada a una costumbre y a una cultura y no tanto a una convicción profunda y personal, enraizada en el corazón de las personas".

 "Cuando ese inmigrante, portador de la llamada "fe del carbonero", perdía dicho marco cultural en medio de la soledad de la pampa, sin una asistencia espiritual como la que recibía del cura de su pueblo, primero sus prácticas y después sus creencias religiosas eran abandonadas en el altar del mismo creciente materialismo que le había empujado a "hacer la América", asegura.