Espectáculos
'Canción de carnaval' pone en conflicto las convicciones morales del ser humano

Tratado filosófico sobre el amor


'Canción de carnaval'. Dirección: Mariano Stolkiner, Sofía Rypka. Dramaturgia: Ignacio Torres. Diseño de movimientos: S. Rypka. Iluminación: Julio López. Asistencia de dirección: Lucas David Ramírez. Actúa: Luciano Crispi. En el teatro El Extranjero.




­De pie frente a la platea, comiendo por momentos y hablando sobre su pareja -en este caso otro hombre, aunque la obra no trata necesariamente de un amor gay-. Así se lo ve, dolorido, sufriendo, con algún rictus de sonrisa a veces a Lautaro, el personaje interpretado por Luciano Crispi. El hombre carga con mucho peso, por momentos da miedo, pero también luce frágil. De su particular relación y de él mismo trata 'Canción de carnaval', el unipersonal que se ve todos los sábados a las 20 en El Extranjero.

 

El material fue escrito por Ignacio Torres y cuenta con la dirección de Marino Stokliner y Sofia Rypka. Esta última, en primer término, dirigió los movimientos coreográficos.

Un texto difícil, casi como una suerte de tratado filosófico sobre una pareja, es el que escribió Torres -joven autor galardonado aquí y en el exterior-. El disparador en forma de pregunta sería hasta dónde es capaz de conducir el deseo de ser poseídos, de fusionarnos con el otro.

Cuesta llevarlo a escena, y cuesta graficar de qué se trata sin estropear la sorpresa. Sí es el monólogo de un hombre que vivió una situación extrema con su pareja y que necesita en cierta forma desahogarse.

 

PROTAGONISTA

Por diversos motivos, el trabajo de Crispi resulta bien arriesgado. Sale triunfante porque cuenta con un gran talento -inolvidable su labor en 'Menea para mí', de Mariana Cumbi Bustinza, por ejemplo-. Pero acá el desafío es múltiple porque se trata de un ser, en principio, muy alejado de los modos y formas calmas y suaves del actor. Lautaro es un ser más bien ácido, oscuro, con quien resulta difícil empatizar.

Stolkiner y Rypka, por su parte, desde la dirección, lo acompañan y le proponen una parafernalia de indicaciones que con las funciones seguramente adquirirán un mayor peso y terminarán de amalgamarse.

Los momentos en los que el actor baila con música pop son gloriosos y permiten dar respiro a unas palabras que transmiten oscuridad y una ausencia de límites que provoca terror.

Calificación: Buena