Algún lector de La Prensa tal vez no esté habituado a las glosas futboleras. Le ruego disculpe el título de estas líneas y que intente dar razón de él. Toda hinchada que se precie de tal, habrá entonado el: “Tomala vos, dámela a mí, que con… (aquí va el nombre del equipo contrario) nos vamos a divertir”.
De suyo va que lo que se da o se pide, es la pelota. Y entendido queda que el otro equipo no llega a tocarla, por eso es que lo estamos bailando y que a costa de él nos divertimos.
Como en la tribuna las “s” finales no se pronuncian, como tampoco la “r” de divertir, es que al titular como lo hice, intenté ser fiel a ese léxico.
Cambiando balón por senador y –distinción importante – aclarando que el “tomalo vos” no es en este caso para que me lo “des a mí”, porque todos lo quieren del otro lado, el tradicional cantito bien podría entonarse en el Senado de la Nación. Veamos.
Como todos sabemos, un senador K por Entre Ríos, Kueider –que últimamente se ha mimetizado con el Gobierno y lo acompaña– ha sido arrestado en Paraguay por introducir de contrabando más de doscientos mil dólares (había algunos pesos y guaraníes, pero eso es minucia).
Sabemos también que el Senado, en un súbito espasmo de moralidad, lo ha removido de su cargo. Lo cual fundó en la “inhabilidad moral sobreviniente a su incorporación”, tal como lo autoriza hacerlo – dos tercios de votos mediante - el art. 66 de la Constitución.
Y aquí comenzó el jueguito. Las palabras de barra brava que Cristina le dedicó a Milei quisieron decir: “Este, ahora es de tu equipo y te lo bancás”. A lo que el presidente, aderezando algo de teleteatro romántico al vocabulario de los trapos, respondió textualmente: “Todo tuyo”.
En el Congreso, pues, el estribillo sonaría al revés: “Tomalo vos, no me lo pases a mí, que con Kueider nos vamos a divertir” (por respeto a la institucionalidad, incluimos las consonantes finales, aunque sería dudoso que en el recinto se las pronunciara, de entonarse por bloques (algo así como una hinchada) el cántico.
Pues bien, como acabamos de ver, la Constitución habla sólo de “inhabilidad moral sobreviniente”, no de la anterior, que no parece ser escasa. Resulta que 29 senadores tuvieron causas penales y que, si bien buena parte de ellos las consiguió cerrar –quién sabe cómo - seis de ellos aún las padecen.
Si el citado artículo 66 no hablara sólo de “inhabilidad moral sobreviniente”, muchos de los legisladores actuales no hubieran podido jamás aspirar a una banca. Porque está visto que la que es anterior a su elección, abunda.
Algo de eso intentó impedir el proyecto de ley de ficha limpia. Pero los casta confesos y quienes dicen combatirla se aliaron para que no se lo aprobara. Algo subterráneo los une. Que no es precisamente la ética.