Más allá de lo ideológico, la representación de una figura histórica multiplica su rostro hasta el infinito.
Desde aquellos dibujos naif de los libros de lectura hasta la sofisticación de un protagonismo en plataformas internacionales, su figura se reproduce en el tiempo. Y es también la que tímidamente nombrada por un personaje teatral, Chichilo Duarte, convoca un aquelarre familiar en la obra teatral
Es que esta vez, una comedia dramática del joven escritor Gastón Quiroga se mete en el pasado poco conocido de la heroína con matices de Cenicienta y descubre esos parientes que no quisieron ser parientes,
La obra estrenada en la nueva casa que el Teatro del Pueblo tiene en Balvanera (Lavalle 3636, funciones los lunes a las 20), comienza el 8 de enero de 1926 cuando en un accidente muere Duarte a los 67 años y Juana aparece con los chicos en el velatorio de Chivilcoy. La reacción de los hijos del exconcejal no se hace esperar. Chacha, Chichilo y Cholo (la esposa de Duarte había muerto hacia años) no harán nada fácil la asistencia de la ignorada familia a la última aparición pública del exedil. Nace entonces el conflicto entre los Duarte y los hijos naturales de su padre, entre los que está la pequeña Eva María, que como le dice Chichilo a su hermana indignada: "Se parece mucho a vos. Es Chacha de chiquita''.
AJEDREZ
A través de treinta años, el público de `Los otros Duarte' irá conociendo distintos momentos de la increíble historia que transformará a los legítimos herederos de una familia conservadora, heridos por la mentira, en opacos reflejos de un ajedrez impensado. Habrá momentos de luminosidad e indignación (el surgimiento de la hija menor de Juana Ibarguren transformada en la Eva Duarte de la radio con el apellido "usurpado''), de envidia (tapas de las revistas de espectáculo con la cara de la hermana "parecida a Chacha''), de sorpresa (el ascenso de su amante militar Juan Domingo Perón), de resignación (el casamiento legal de la artista con el futuro presidente). Y la muerte de la media hermana espiada llegará, sin que `los otros Duarte' puedan hacer algo más que superar una visión resignada, incapaz de reacción.
OTRAS EVAS
Así como Tomas Eloy Martínez crea la imagen del cadáver de Eva trashumante en la novela 'Santa Evita', así la ficción literaria la convoca en multiplicidad de géneros.
Transformada en cadáver peligroso es un cuerpo sin nombre en el cuento `Ella', de Juan Carlos Onetti, o la obsesión fatal de la historia de Rodolfo Walsh en `Esa mujer', sin olvidar la muñeca rubia en la caja de cartón que su viudo invita a celebrar en un remoto pueblo del Chaco (`El simulacro', de Borges). Tampoco tiene nombre propio ni vida, y puede ser la mujer joven que espera para verla (`La señora muerta', de David Viñas), o la reina que Silvina Ocampo sueña entre sonidos extraños y una Virgen desaparecida de un fanal (`Visiones').
Si algunos cuentos la recuerdan, también lo hizo la performance que creó la artista plástica Nicola Costantino, primero en la Bienal de Venecia (2013) y luego en el Museo Fortabat. En la muestra, varias Evas multiplicaron cuerpos y espejos y remedaron en algún momento a la siniestra Erzsebet Bathory, la Princesa Sangrienta, con su instrumento de tortura preferido, el corset metálico.
También la poesía fijó el lugar de aparición del mito y lo hizo fundamentalmente con Néstor Perlongher, un escritor vanguardista, experimental y bohemio, cultor del neobarroso latinoamericano, que entremezclaba lo barroco y el barro del Río de la Plata. `El cadáver', que retoma la ceremonia en que se expone el cuerpo, y `El cadáver de la Nación', en que intervienen su peluquero, el modisto Jamandreu, el doctor Ara, que embalsamó el cuerpo, y la misma Eva Perón, reúnen miradas diferentes que se suman al cuento `Evita vive', donde la droga y la prostitución enrarecen un clima en el que no está ausente el humor.
Y las ficciones continúan multiplicándose en interpretaciones del mito de la `Eva' de algunos y la `Evita' de otros. Puede encarnarse en Esther Goris, dirigida por Juan Carlos Desanzo (`Eva Perón, la verdadera historia'), o ser la excéntrica Madonna del recordado Alan Parker (`Evita', 1996). Pero también aparecer adolescente (`Evita, quien quiera oír que oiga', de Eduardo Mignona, con Flavia Palmiero, o convertirse en el cadáver errante del documental de Tristán Bauer (`Evita, la tumba sin sosiego', con guion de Miguel Bonasso).
MAS TITULOS
Mientras una obra de teatro como `Los otros Duarte' vivifica en el comienzo la presencia del mito, no puede olvidarse otra producción dramática como `Eva Perón', de Copi (1969), escrita en francés por Raúl Damonte Botana, su verdadero nombre, y que él mismo representara en París. De una familia de periodistas y artistas, Copi se reveló como dibujante de historietas en `Tía Vicenta' y ya viviendo en Francia con aquella `Mujer sentada', la tira cómica de
El imaginario colectivo sigue jugando el juego de la verdad en un espejo como el de los viejos parques de diversiones, capaz de deformar la realidad y dar a lo largo de las épocas nuevas significaciones a viejas realidades.