Podría decirse que buena parte de la mirada social y económica de la Argentina está dividida entre dos lemas: aquella frase acuñada por Eva Perón que afirma que allí adonde hay una necesidad nace un derecho, y la réplica liberal que recalca que a los derechos hay que financiarlos.
La expansión del gasto público en todas sus formas llevó a que el país multiplicara el entramado impositivo en los tres niveles, Nación, provincias y municipios, generando una cascada de tributos que drenan el esfuerzo del capital privado. La discusión es ardua. ¿Podrían recortarse los gravámenes sin que se desfinancien los servicios clave que presta el Estado?
Por lo pronto, Lógica -una Organización No Gubernamental dedicada a generar consciencia fiscal- ha puesto manos a la obra para lograr dos objetivos: primero, que los consumidores sepan qué están pagando cuando compran un producto; segundo, que se tale el gasto y bajen los impuestos.
“Por dos entidades distintas y tres métodos diferentes tenemos los impuestos más altos del mundo, en el sector formal de la economía -destaca Matías Olivero Vila, presidente de Lógica-. Las dos entidades son el Banco Mundial, que llevaba un ranking hasta el año 2020 y que fue el primero que dijo que la Argentina tenía los tributos más altos; y después lo afirmó la UIA (Unión Industrial Argentina) mediante un informe de carga fiscal formal del año 2023. Ahí, por dos métodos distintos llegan a la misma conclusión. Tenemos los impuestos más altos del mundo”.
-¿Cómo se llega a esa conclusión?
-Uno de los métodos de la UIA es tomar la presión fiscal general, que ronda el 29%, y depurarla por la informalidad, que es el 45% aproximadamente. Eso da 50,7% de presión fiscal en el sector formal. Cuando se toma en cuenta la presión fiscal general, que es toda la recaudación de todos los impuestos, dividido todos los bienes y servicios, es decir el PBI de un país, incluido la informalidad, ahí la presión fiscal se licua. Pero cuando se pondera, se depura la informalidad, ahí es donde Argentina rompe el termómetro y aparece en los primeros puestos. Hay otra metodología de la UIA que es tomar siete impuestos y hacer un análisis de laboratorio: alícuotas, base imponible, cómo se calcula, exenciones y demás. Ahí, de siete impuestos, tenemos seis que son los más gravosos. Salvo en IVA, tenemos el Ingresos Brutos más gravoso, impuesto a las Ganancias, impuesto al Débito y Crédito, todo a niveles récord. El impuesto Patrimonial, hasta la reforma de junio, también era el más gravoso.
-¿Por qué en el IVA (Impuesto al Valor Agregado) no?
-En el IVA estamos cuartos. Hay un par de países que tienen un 22% de IVA, como son los casos de Uruguay e Italia. Lo que pasa es que nosotros, además de lo pesado, lo que influye es la cantidad de impuestos. Tenemos 155 tributos según el Iaraf (Instituto Argentino de Análisis Fiscal).
GASTO PUBLICO
-¿La carga fiscal es un lastre para que se ponga en marcha la actividad económica?
-Totalmente. Y el lastre no es solamente los impuestos sino los tributos y su reverso, que es el gasto público. Los impuestos son el termómetro pero el clima es el problema. El clima es el gasto público, que es lo que genera que necesitemos de los impuestos más altos del mundo para poder enfrentarlo. Se empezó a bajar el gasto público ahora pero todavía falta para que lleguemos a un país con impuestos y gastos lógicos.
-En esta administración nacional la tendencia es podar impuestos.
-Empiezan por el gasto público y después lo que dicen es: si hay superávit fiscal, vamos a bajar impuestos. Eso es gradualismo, si se lo quiere llamar de alguna manera. A medida de que empecemos a tener superávit, dicen en el gobierno, vamos a bajar impuestos. Podrían haberlo hecho de manera distinta y yo no digo que sea fácil. Hay países que hicieron una bruta reforma tributaria a la baja y de esa manera mucho más rápido generaron actividad económica a partir de un sistema tributario atractivo. Los ejemplos típicos son Irlanda y Paraguay, más cerca de nosotros. Paraguay, con el 10% en impuesto a las Ganancias, y 10% de IVA generó una atracción de inversiones que antes no tenía. Entonces se produjo un doble efecto: el primero es que la gente se pasó de la informalidad a la formalidad. Porque por el 10% de Ganancias y el 10% de IVA no se arriesga nadie a estar en la ilegalidad. Se arriesga por el 35% de Ganancias o el 21% de IVA. Segundo, atrajo inversiones que antes no existían. Como las inversiones de decenas de miles de argentinos que hacen negocios en Paraguay atraídos por la seguridad jurídica y por un régimen fiscal mucho más saludable y lógico que el nuestro.
-¿Se puede leer que el Gobierno haya temido, bajando impuestos, generar un escenario de desfinanciamiento? Porque los servicios públicos que tiene la Argentina no son del mismo calibre que los de Paraguay, y hay que financiarlos.
-Lo que ellos dijeron es “no tenemos forma de tener financiamiento y entonces todo hueco lo tendríamos que pagar con inflación”. Con lo cual se aferraron fuertemente al concepto del superávit fiscal. No estoy diciendo que está mal sino que había otro camino, y ese camino bajando impuestos rápidamente y en forma sustancial genera actividad económica mucho más rápido. Salvo para las empresas que ingresen al RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) que van a tener un régimen saludable y lógico.
-Históricamente se ha hablado de reforma tributaria en la Argentina pero parece que La Libertad Avanza es el primero que da pasos firmes en cuanto a intentar bajar la presión impositiva.
-En el gobierno de Cambiemos hubo tres reformas tributarias: la del 2017 con baja gradual de impuestos nacionales; ley de consenso fiscal, la baja en las provincias; y ley de economía de conocimiento para todo lo que es el software. Ninguna de las tres duró un año. Una la dio vuelta el mismo Cambiemos con la reforma del 2018, cuando vino la crisis cambiaria. Y después cuando sube el gobierno de Alberto Fernández revirtieron las otras dos leyes. ¿Y eso por qué? Nosotros entendemos que es porque la gente está totalmente de espaldas y desinteresada, desconectada de los temas fiscales. No demandan reformas fiscales en general. Nosotros entendemos que esta crisis profunda, económica y fiscal de la Argentina tiene una razón de ser que va mucho más allá del populismo y la impericia de los gobernantes. Es por una falta de cultura fiscal en nuestra sociedad. Y esto ocurre a raíz de la existencia de un régimen que nos oculta los impuestos. Nos ocultan de dos maneras: prohibiendo brutalmente exponer el IVA al consumidor final. Durante 50 años tuvimos una norma, el artículo 39 de la ley de IVA, que prohibía al vendedor mostrar el IVA de consumidor final. Y había sanciones de la AFIP para aquel vendedor que lo mostrara. Era una sanción por decir la verdad, y la pregunta más importante es para qué lo hacían.
-¿Cuál era la otra forma de ocultar impuestos?
-Esconder los impuestos a lo largo de la cadena productiva. Es decir, en cabeza del vendedor, del proveedor, del productor primario, ingresos brutos a lo largo de toda la cadena, tasas municipales en todo el recorrido. Son impuestos que la gente no tiene ni la menor idea que está soportando. Eso es lo que nosotros vinimos a proponer, es decir correr el velo y que el consumidor vea los impuestos que está afrontando.
CAMBIOS
-¿Los consumidores argentinos podrán a futuro ver en los productos cuál es el porcentaje de carga impositiva y cuánto el precio real?
-Nosotros nos inspiramos en el régimen de Brasil que ya está implementándose desde el año 2012. Allí se muestra no solamente el IVA, que es algo que exhiben todos los países, sino que se muestran todos los impuestos nacionales, provinciales y municipales. Es el régimen de información al consumidor más transparente del mundo. Y no es casual porque ellos también estaban en la lista de los países más gravosos.
-Hace algunos años la Fundación Protejer, en uno de sus encuentros anuales, presentó una remera segmentada donde se remarcaba la influencia de la carga impositiva en el precio final.
-Exacto. Era 50,3% de impuestos. En Argentina es el 40% en Alimentos; 48% en las Bebidas gaseosas; 52% en los autos; 48% en los tickets de avión.
-Sin embargo, no hay un reclamo del consumidor sobre este tema.
-Lo que pasa es que se le ocultan los impuestos. La gente no tiene idea de que los está enfrentando. Poliarquía hizo una encuesta para Lógica y arrojó como resultado que el 50% de los encuestados sabía que pagaba IVA. La otra mitad lo ignoraba. Ni qué hablar de los otros impuestos.
-El reclamo más común es: pagamos los impuestos pero eso no nos vuelve en servicios de calidad.
-Claro. Cuando en Brasil la gente se enteró que en combustibles pagaba 40% de impuestos; 45% en restaurantes y hoteles, hubo un triple impacto: primero exigió bajar los tributos. Ahí hubo algunas bajas inmediatas y otras que se dieron este año. Consolidaron todos los impuestos al consumo que daba 34%, los juntaron en un IVA que antes ellos no tenían, que está en el 27,1%. Bajaron 7 puntos de golpe. Pero la gente se pregunta ahora qué hace soportando 27% de IVA, el más alto del mundo. El segundo efecto fue reclamar servicios acordes al nivel de impuestos que pagan. Si pago una tasa vial, dame caminos de calidad. Y el tercer efecto es que la gente comenzó a interesarse en el nivel del gasto público porque advirtieron que es ahí adonde va a parar su dinero. No hay recursos propios del Estado, son mis impuestos los que afrontan el gasto público.
-¿Hay que pasar el peine fino por lo que es el gasto público superfluo y el que está enfocado a obra pública estratégica?
-Totalmente. Eso es necesario. Nosotros lo que hicimos fue proponerle el sistema brasileño a los cinco candidatos presidenciales. Tres de ellos, Milei, Bullrich y Schiaretti, firmaron un compromiso de cinco renglones donde se comprometían a impulsar una norma de transparencia fiscal al consumidor que visibilice los impuestos nacionales, provinciales y municipales en los tickets de consumo. Cuando hicieron la Ley Bases incluyeron la transparencia en los precios como un capítulo. Se terminó sancionando en la ley de medidas fiscales, número 27.743, en el capítulo 7. Así que el régimen ya está listo y se pone en práctica el 1 de enero de 2025.
-¿Se verá en el ticket de compra, no en los productos en sí mismo?
-En los productos será más difícil de implementar desde lo operativo. En el ticket seguro va a estar. Nosotros estamos proponiendo que pongan un cartel en la entrada del supermercado donde se aclare que de las compras que hace, en promedio va a gastar determinado porcentaje de impuestos nacionales, provinciales y municipales. Eso es lo que se hace en Brasil. La implementación será paulatina.