Suplemento Económico

Telón bajo para el 2024

La marcha es lenta, se siente el agobio de un año difícil. Parados en el vano, próximos a cerrar para siempre la puerta del 2024, nos damos vuelta y ante la mirada cansada desfila un encadenamiento de hechos singulares. Parece mentira que todo esto haya ocurrido en apenas 12 meses.

La primera y extraña sensación excede lo esperado. Sorprende. Resulta insólito que diciembre concluya en paz y armonía luego de que el Gobierno ensayara en su primer año de gestión el ajuste más brutal sobre lo público del cual se tenga memoria. El recorte del 30% impactó sobre el empleo pero saneó las cuentas del Estado.

Talado el gasto público y cerrado el grifo de la emisión monetaria -se secó también el curso de pesos que lubricaba los engranajes de las provincias-, la inflación inició una parábola descendente pocas veces vista. Entre el 25,5% del IPC de enero y el 2,4% de noviembre hubo un viaje casi sin escalas, un periplo en el cual la incertidumbre se fue despejando, sin prisa ni pausa.

¿Cuántos podían aventurar que llegaríamos al último mes del 2024 parados sobre este solitario dígito? Y, además, la proyección a futuro es auspiciosa. Tanto que el último informe del Centro de Investigación en Finanzas de la Escuela de Negocios de la Universidad Di Tella marca que la expectativa inflacionaria para 2025 cayó al 45%.

El equipo económico libertario vino a confirmar aquello de que bastaba con detener la emisión monetaria para que bajara la inflación. El efecto fue comprobado, tal como reza el manual. También es cierto que el desplome del consumo en todas sus formas obró lo suyo sobre los precios. Pero esa era una consecuencia que, naturalmente, el Gobierno también tenía prevista.

DOLARES

Como siempre, el principal problema de la Argentina siguió siendo la escasez de dólares. A lo largo del 2024 el panorama no cambió, bien que el Gobierno se las ingenió para cumplir con los compromisos de la deuda externa mediante los mecanismos que brinda el mercado y ensayó un blanqueo de capitales que puso sobre la mesa una cifra superior a los u$s 20.000 millones.

Con todo, las reservas no llegaron a sumar la cantidad de divisas que exigía el Fondo Monetario Internacional en el acuerdo -oscilan actualmente en u$s 32.000 millones-. Sin embargo, tan extremo fue el ajuste del gasto público que el FMI decidió mirar para otro lado e ignorar que no se haya alcanzado un ítem, habida cuenta de que el resto estaba sobre cumplido.

En este escenario de Pax Cambiaria con que culmina el año hace un tiempo ya que se alzan las voces de algunos economistas que alertan por el atraso de la moneda. La devaluación mensual del 2% -el tan mentado crawling peg- ya converge con el índice de inflación y podría bajar al 1%, cristalizando un precio que vuelve poco competitivas a las exportaciones nacionales.

El virtual equilibrio de 1 dólar = 1.000 pesos produce un efecto centrífugo en materia de turismo. Este verano los argentinos viajarán masivamente hacia el exterior, principalmente a Brasil, llevándose con ellos los dólares que tanto ha costado retener en el país durante el primer año libertario.

De hecho, según el documento de estadísticas de Turismo Internacional elaborado por el Indec, durante noviembre creció un 64% la cantidad de personas que salieron del país en plan de vacaciones, mientras que los ingresos disminuyeron un 29%. La Argentina se ha vuelto cara también para los turistas extranjeros, lo cual tendrá un efecto directo sobre la captación de divisas.

ACTIVIDAD EN ROJO

Es cierto que a lo largo del año el equipo económico jamás plasmó un programa a la vieja usanza. El objetivo era uno sólo, bajar la inflación, e instrumentó medidas en consecuencia. La actividad productiva y el empleo -además de los jubilados- pagaron los platos rotos.

Según datos oficiales, en el tercer trimestre de 2024 el producto interno bruto (PIB) creció 3,9% en términos desestacionalizados respecto al segundo trimestre del año. La serie original del PIB, en comparación con igual período del año anterior, mostró un descenso de 2,1% en el tercer trimestre del año.

Por rubros, se destacaron los descensos en Construcción (-14,9% ia), Pesca (-6,7% ia) y las actividades de Comercio mayorista, minorista y reparaciones (-6,1% ia). A su vez, creció el sector de Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (13,2% ia). La política de ajuste y la recesión autoinducida acentuaron la precarización del empleo. Un documento elaborado por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires  revela: “Casi 4 de cada 10 trabajadores en relación de dependencia no estaban registrados en la seguridad social, lo que eleva la tasa de informalidad entre los asalariados del país al 36,7%, y una mayoría de ellos son jóvenes. En el mismo sentido, la asociación entre informalidad y bajos salarios también se refleja en el fenómeno de trabajador pobre. Esto es, personas que aun teniendo un puesto de trabajo viven en situación de pobreza”.

En el detalle, el paper recalca que la tasa de informalidad asalariada total fue 36,3%, siendo 34,2% entre los hombres y elevándose a 38,9% entre las mujeres. “Los jóvenes experimentan una tasa de informalidad significativamente más elevada que otros grupos etarios, al punto que en el segundo trimestre de 2024 ésta era de casi 64%, 28 puntos porcentuales más elevada que la tasa global, lo que equivale a que algo más de 6 de cada 10 jóvenes trabajadores en relación de dependencia no está cubierto por la normativa laboral y la seguridad social”, subraya el informe.

La Argentina empresarial, la de la actividad productiva, padece la baja del consumo y la presión impositiva. Al mismo tiempo, se topa en algunos rubros con la dificultad para hallar mano de obra calificada. No sólo en materia de habilidades sino también en cuanto a ganas de trabajar. El combo es peligroso.

Claro que el Salario Mínimo fijado por el Gobierno es de apenas $ 279.718. Y eso que lo aumentaron 5%. En cambio, el salario pretendido promedio escaló a $1.268.432 en noviembre.

¿Adonde estamos parados? La Fundación Observatorio Pyme difundió en la última semana del año que la densidad empresarial es baja en el país: con 551.000 empresas activas, Argentina cuenta con 12,1 empresas por cada 1.000 habitantes. Se trata de una baja densidad con datos que están muy lejos de la Unión Europa (72,3), España (72,7) o México (40,4).

“Argentina atraviesa un estancamiento tendencial: además de la baja densidad, hay un estancamiento en la cantidad de empresas, que desde hace 20 años oscila entre las 500.000 y 600.000 debido a una baja tasa de natalidad”, indica el documento.

CONFIANZA

A lo largo del 2024 el Gobierno tomó duras medidas en el plano económico, que continuarán principalmente en el desmantelamiento del entramado estatal. El resultado, contra todo lo esperado, fue el afianzamiento del respaldo por parte de un franja de la sociedad argentina que está harta de los fracasos y, además, necesita creer en un futuro posible.

De allí que la confianza crezca. La ha sabido construir Javier Milei, ladrillo sobre ladrillo. El Indice de Confianza en el Gobierno, elaborado por la Universidad Di Tella, informó que la medición de diciembre fue de 2,66 puntos, con una disminución de 0,3% respecto del mes anterior. El actual nivel es 6,7% mayor al de la medición de diciembre 2016, al final del primer año de gobierno de Mauricio Macri; y 43,5% mayor al de la medición de noviembre 2020, durante la gestión de Alberto Fernández.

Diciembre no termina en llamas, como lo hemos visto ya tantas veces, pese a que la pobreza alcanza al 52,9% de los habitantes, de acuerdo a los datos del primer semestre difundidos por el Indec. Las consultoras privadas, que actualizaron la cifra, estiman que el guarismo habría caído por debajo del 50% en los últimos meses.

Responsable de esto es el impacto que la tantas veces vituperada Asignación Universal por Hijo (AUH), sumada a la Tarjeta Alimentar, tuvieron sobre el nivel de ingreso de las capas sociales más bajas, que lograron cubrir con estos instrumentos el ciento por ciento de la Canasta Básica Alimentaria.

Cae el telón del 2024 y deja mucha tela para cortar. El experimento libertario ha dado resultado en materia inflacionaria y, lógicamente, generó un encadenamiento de daños colaterales que deberán revertirse si la intención es poner en marcha la economía.

Lo que vendrá es un albur y será materia de futuros análisis. Se espera un 2025 más tranquilo en el plano económico, aunque atravesado por la vorágine propia de las elecciones legislativas, donde el Gobierno se juega la consolidación del poder y la posibilidad de coronar en las presidenciales de 2027. Pero para eso todavía falta mucho. Ahora es momento de desensillar. Hasta el año que viene.