Opinión
El rincón del historiador

Sobre el Cabildo de Catamarca (Actas 1816-1821)

El 1º de enero de 1810 -una tradición que venía de los tiempos fundacionales- se eligieron las nuevas autoridades del Cabildo de Catamarca. No sabemos quién fue el encargado de servir el desayuno de los alcaldes; que para cumplir las prescripciones eclesiásticas y poder comulgar en la misa previa estaban con el estómago vacío desde hacía unas cuantas horas; ni cuánto costó el servicio, pero seguro se consumieron algunos litros de chocolate, acompañados de tostadas, panales, zumos y una botija de leche y no habrán faltado unos mates.

Firmaron, después del juramento de estilo Félix Plá, Juan Ascencio Salas, Tomás Félix Avellaneda, Juan Francisco Chavarría, Francisco Díaz, Juan Pablo Quiroga, José Lorenzo Ahumada y Avellaneda, y Prudencio Tolosa. Por distintas razones algunos no pudieron concurrir y se decidió recibirlos en otra sesión, lo que fue sucediendo en seis sesiones convocadas especialmente durante el mes, como que el 27 ya estaban todos en posesión de sus empleos.

Ya puestos a trabajar en los asuntos a tratar, el 3 de febrero se planteó la necesidad de realizar la obra de la cárcel, "para la seguridad de los que cometen desorden que pugnan las leyes, y orden que debe constituir la paz, armonía y felicidad de la sociedad civil''. Había "padecido ruina completa un galpón, única pieza que servía para este objeto'', y decidieron repararlo "reedificando otro, de consistencia sólida y que evitase otros gastos a los que expone una débil construcción''.

 

AÑO EPIDEMICO

El año debía venir muy mal, lo llaman "epidémico, por las plagas que han arruinado las mieses'', y como siempre aparecieron los que buscan sacar ventaja, no hay duda que siempre hubo productores o traficantes inescrupulosos.

El gobierno debió actuar fijando límites, por eso los señores del Cabildo ordenaron: "que ningún labrador, ni comprador de granos pueda girar sus ventas a otra ciudad, ni jurisdicción, debiendo solamente traerlos a ésta, donde verificarán dichas sus ventas a un precio arreglado a las circunstancias''.

Para ordenar las pesas y medidas, se dispuso en agosto visitar "as tiendas de abasto y casas particulares'' donde se hacía uso de ellas, y multar con 4 pesos a los que ``fuesen aprendidos en algún exceso o defecto de esta naturaleza''.

Eran los días en que se debía reunir el Congreso de Tucumán, otorgaron el poder para representarlos a Juan Antonio Olmos de Aguilera (que habría de renunciar) y Manuel Antonio Acevedo, que recibieron una dieta de 1.500 pesos, en atención ``a los precios cómodos de los alquileres de las habitaciones de aquella'' y el ser bastante barato el costo de vida.

El 2 de abril se leyó la notificación que el 24 de marzo se habían inaugurado las sesiones y dispusieron se jurara fidelidad al Congreso el día 4 y se concurriera al "Templo a dar Gracias al omnipotente por este distinguido beneficio a cuyo efecto ha mandado este gobierno se anuncie al pueblo esta ceremonia por medio de bando en la forma acostumbrada''.

La noticia de la declaración de la Independencia llegó a Catamarca cuatro días después, así el 13 el Cabildo inmediatamente decidió publicar un bando y organizar el tradicional oficio religioso y la Jura que se verificó el 31 de julio.

 

BLAS DE LOS DOLORES

Es bien sabida la sabiduría de los padres betlemitas conocidos como barbones en materia de medicina, después de la asonada de Martín de Alzaga de 1812 fueron confinados de Buenos Aires al interior. Así llegó el religioso fray Blas de los Dolores quien en abril de 1816 solicitó una asignación para su alimentación "en consideración a la utilidad pública que resulta a este vecindario de su existencia como facultativo en la medicina de que absolutamente carece este vecindario''.

Poco después, visto los "funestos resultados que trae la maligna fiebre de viruelas", se decidió encomendar la vacunación de los párvulos a fray Blas, a quien encomendaba el mayor empeño "bajo del seguro concepto de que este servicio tan interesante como benéfico hará remarcable su memoria para distinguir su mérito".

Digamos que hemos encontrado en el Archivo de Indias a este religioso que pasó luego a Brasil y finalmente a La Habana; pero que sin duda merece ser recordado en algún espacio público de Catamarca con una sencilla placa que honre su memoria, como deseaba el Cabildo.

 

LOS HUECOS

Las acequias dificultaban el tránsito por las calles de la Plaza Mayor y una cuadra en su contorno, para ello el costo corría a cuenta de los vecinos, lo mismo los huecos que hoy llamamos baldíos, debían cubrirse "con paredes de adobo o tapial para darle a la población el decoro que exige la policía".

Otro problema era el enterratorio que estaba bastante alejado de la iglesia matriz con los inconvenientes del traslado de los muertos, por ello existiendo un espacio junto al templo se dispuso utilizarlo a esos efectos.

En octubre de 1816 los cabildantes "considerando la cercanía de la celebridad de Nuestra Señora de la Concepción Patrona del Valle" y que un día del novenario se costeaba la iluminación, comisionaron a ese efecto a don Francisco Antonio Romay, agregando que debía estimularse en "la población el culto debido a la portentosa Señora y Patrona del Valle, con la demostración mejor que pueda hacerse"; reconociendo "la decadencia notoria de las fortunas de los vecinos y escasez de numerario".

No todos los regidores cumplían con sus obligaciones, y faltaban a las sesiones semanales o una vez por mes a la iglesia matriz a la renovación del Santísimo, por lo que se hacía preciso intimar "por el Alguacil Mayor, y serán penados irremisiblemente por la menor falta que se nota con la multa de diez pesos para cada vez que dejen de asistir a las funciones susodichas y acuerdos''.

A comienzos de 1817 se ordenó al alcalde de Segundo Voto visitara "escrupulosamente a todos los pordioseros que pretextando hallarse deprimidos de graves males físicos, defraudan los auxilios que justamente podían ir en socorro a los que en la realidad los padecen y están imposibilitados de adquirir con la industria y trabajo corporal su subsistencia".

Como vemos siempre hubo gente que se abusó de lo que hoy llamamos planes y poco nuevo hay bajo el sol, pero acá cerramos estos comentarios para dejar el interés por la lectura de estas Actas.

 

GENEROSIDAD

Estas líneas que han leído se deben a un acto de generosidad de Gabriela de la Orden y de Marcelo Omar Díaz, que para conmemorar el bicentenario de la Independencia transcribieron las Actas Capitulares de Catamarca 1816-1821, que acaban de editarse.

Y reiteramos acto de generosidad porque como lo escribió en el prólogo el recordado Dr. Armando Raúl Bazán, los autores continúan la labor del padre Antonio Larrouy, que "fue el iniciador de la etapa heurística en los archivos provinciales" y al que don Gerardo Pérez Fuentes tanto estudiara. Y reiteramos inmensa generosidad porque quien se dedica a la tarea de transcribir documentos y publicarlos, además de la valiosa contribución que hace al conocimiento del pasado, realiza un acto de desprendimiento que merece destacarse; tarea de la que participaron alumnos de Historia de la Facultad de Humanidades, gesto encomiable de ellos y que habla también de quienes los forman.

El 25 de agosto la provincia de Catamarca celebró el bicentenario de su autonomía, la Junta de Estudios Históricos local que preside Gabriela de la Orden, organizó jornadas para conmemorar el aniversario, de la mejor forma posible y que fueron exitosas en estos tiempos tan especiales que nos tocan vivir.

Pero la obra que con Marcelo Omar Díaz acaban de dar a conocer permitirá como lo afirma María Isabel Bazán "comprender la importancia que en la vida social, económica y política ejerció el Cabildo catamarqueño, contribuyendo a partir de sus decisiones al desarrollo general de esta provincia".

Sobre el Cabildo de Catamarca. Actas 1816-1821 es una obra que trata temas que aún hoy son motivo de discusión en la vida cotidiana; que enriquece a los historiadores, a los lectores y porque no a aquellos dedicados a la narrativa, que encontrarán para sus trabajos una fuente certera de aquella Catamarca en los años iniciales posteriores a la Independencia.