De la vasta producción pictórica de Mane Bernardo, hay exhibida a la entrada del la pequeña sala teatral Federico García Lorca una aguatinta en la que inventó la imagen de San Simeón, el patrono de los titiriteros. ""Mane era una notable pintora. Se trata de San Simeón, el Salo. En el medioevo, como estaba prohibido predicar la catequesis, Simeón usaba un muñeco de mano, que era igual a él, y a través suyo podía decir las cosas que no se podían decir"", cuenta el sobrino de Sarah Bianchi y ex presidente de la Fundación que sostiene el Museo, Julio Alberto Cacciatore.
"A Mane, que era muy católica, y a la actriz y directora teatral Maruja Gil Quesada se les cruzó que tenían que buscar un santo protector para los titiriteros y encontraron en el santoral a San Simeón, que usaba una parodia de él, un alter ego, para decir lo que no se podía decir. Gil Quesada escribió la oración al santo -¡Tú que fuiste el titiritero de ti mismo!- y que obtuvo las licencias eclesiásticas en 1954", contó Cacciatore.
La imagen de San Simeón fue representada con tres atributos: la cabeza nimbada, la palma del martirio y, en la mano derecha, un títere con sus propias facciones, que, también, porta la palma del martirio.
"Curiosamente, Sarah también tuvo un "alter ego": el irreverente muñeco Lucecita, con el cual ella dialogaba y decía, a través de él, los juicios más terribles. Era un muñeco que se salvó del incendio en el Teatro Cervantes y siempre la acompañó a lo largo de toda su vida", comentó Cacciatore.