Mañana se cumplen 25 años del copamiento del Regimiento de Infantería de La Tablada por parte de miembros del Movimiento Todos por la Patria, un hecho que dejó más de cuarenta muertos entre civiles, militares y policías.
El episodio constituyó la última acción de la guerrilla en Argentina y uno de los hechos de mayor violencia desde el retorno de la democracia, cuando en la presidencia se hallaba el radical Raúl Alfonsín.
El 23 de enero de 1989 un grupo de 46 guerrilleros del MTP, que conducían ex militantes del ERP (Ejército de Revolucionario del Pueblo), entre ellos Enrique Gorriarán Merlo, irrumpieron en las instalaciones militares, en el partido bonaerense de La Matanza, alegando realizar una gesta para frenar un supuesto golpe de Estado contra el entonces gobierno radical y contra la democracia.
La toma provocó la inmediata reacción del Ejército y de la Policía de Buenos Aires, que mantuvieron un sangriento enfrentamiento hasta que recuperaron las instalaciones al día siguiente.
"Lo que quise hacer, no yo, sino todos los compañeros que participamos ahí fue frenar las presiones militares a las cuales el gobierno estaba cediendo permanentemente. Nosotros sabíamos que los carapintadas preparaban una sublevación, los propósitos eran exigir la renuncia de Alfonsín, lograr la libertad de los comandantes, ganar el control del Ejército para los carapintadas y ubicarse ellos como el principal factor de poder", afirmó Gorriarán Merlo años después.
El referente del MTP no ingresó al cuartel de La Tablada porque, según admitió en una entrevista que ofreció a mediados de los 90 el plan "era global" e incluía supuestamente "una movilización" luego del copamiento. "Viva Rico. Viva Seineldín. Mueran los generales hijos de puta", gritaron los guerrilleros segundos después de violentar el portón de ingreso, a las 6:30, con un camión que simulaba ser distribuidor de gaseosas y otros cinco vehículos.
Los integrantes del MTP buscaron confundir a los uniformados a cargo de la guardia de entrada con los gritos en los que mencionaban a los carapintadas Aldo Rico y Mohamed Alí Seineldín quienes hasta entonces habían encabezado dos alzamientos militares, en Semana Santa de 1987, y en 1988.
Los guerrilleros avanzaron sobre el sector de Casino de oficiales y de los galpones de blindados. Ese lugar se convirtió en el escenario de los mayores enfrentamientos. Cerca del mediodía, las unidades del Ejército iniciaron su operación para recuperar la unidad y se intensificaron los choques armados con los ocupantes.
"Sobre el mediodía sabíamos que no se iba a poder cumplir el objetivo. El único objetivo que habíamos podido cumplir era el de parar la sublevación, pero a un costo tremendamente grande y en el marco de un fracaso general del plan", rememoró Gorriarán Merlo años después en una entrevista televisiva.
Gorriarán Merlo (quien falleció en septiembre de 2006) antes de conducir el MTP fundó el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), del cual se desprendió más tarde el brazo armado ERP, también combatió en Nicaragua con el Sandinismo y participó el 17 de septiembre de 1980 del asesinato del ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle.
Los hechos dejaron un saldo de 43 muertos (32 guerrilleros, 2 policías y 9 militares), mientras que uno de los activistas del MTP se fugó y otros 13 sobrevivieron. Respecto al fracaso de la operación, el periodista
Felipe Celesia (coautor del libro "La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina") explicó que "hubo un exceso de confianza de los asaltantes porque no tenían plan de fuga, no tenían plan B, no tenían posta sanitaria por si alguien resultaba herido; tenían comunicaciones y armamento deficiente y dos tercios de los asaltantes no tenían experiencia con armas".
"Gorriarán suponía que la voluntad de combate de los militares estaba debilitada, que no tenían altura moral, pero se equivocaron", afirmó Celesia.
En 1997, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dictaminó que hubo ejecuciones y torturas a los militantes del MTP detenidos. Los guerrilleros apresados fueron condenados a través de la Ley de Defensa de la Democracia, por lo que no tuvieron derecho a la apelación y a un nuevo juicio.
En 2000, después de una huelga de hambre que se extendió por 46 días, el entonces presidente Fernando de la Rúa decretó una reducción de las penas con excepción de Gorriarán Merlo. Finalmente, en 2003, durante el gobierno de Eduardo Duhalde se estableció una amnistía para todos los presos de La Tablada, por lo que Gorriarán Merlo recuperó su libertad.