En un marco sin tiempo y sin espacio surge la figura de El Cardenal. Viejo actor de varieté, con algo de payasesco, al que el tiempo de escenario le grabó la cara, que parece maquillada por la experiencia. Como sombras chinescas, con algo oriental y rostros de cuentos de hadas y brujas, las Popis son su marco y sus mejores interlocutoras. Tienen casi tantos años como él y destilan tablados y viejos escenarios,
Este sobreviviente de una época mejor nos hace saber que su teatrito, pequeño y modesto, "El globo rojo" va a ser clausurado. Lo que viene es todo lo que el Cardenal puede sentir cuando ve que la pasarela se le acaba, que su casa quizás cierre las puertas y sus "chicas" (nadie puede pensar que no son "sus chicas") pueden quedar en la calle.
Pasaron los tiempos del Balneario Municipal, cuando la vecindad del parque de diversiones, los restaurantes y confiterías, aumentaban un público ávido de diversión. Todo cambia y hasta el río se ensució. Ante la nueva embestida de la realidad, el Cardenal se refugia en la resistencia.
NUEVA VERSION
Eduardo Pavlovsky es el autor de "Rojos globos rojos". Un notable autor argentino, militante social y destacado psiquiatra, que se metió en la creación literaria y en la actuación formando parte de la vanguardia de los "60, con su grupo teatral Yenesi. Antecedentes de "Rojos globos..." fueron sus obras "El último poeta" y "El Cardenal". En "Rojos globos...", de 1994, resurge la figura de ese protagonista carismático que el mismo autor interpretó alguna vez, con la fuerza de su avasallante personalidad.
La versión del Centro Cultural de la Cooperación mantiene el centralismo protagónico de su personaje, acompañado por sus musas de arrabal; acentúa la veta circense e incorpora fragmentos de otras producciones del autor como "La muerte de Marguerite Duras", "Cerca", "Paso de dos", "Cámara lenta", y lo hace a la manera de momentos del pasado o formando parte de lo onírico.
La violencia, el sentimiento de muerte, la fugacidad de la vida y reflexiones sobre el oficio del teatro conforman un discurso en el que, a pesar de todo, el hombre conserva la pasión por su oficio.
EL ENTORNO
En la austera puesta de Christian Forteza, también adaptador de la obra, más allá de la temática de Pavlovsky, se destaca la actuación, la iluminación creativa marcando atmósferas y perfiles, y un estético vestuario que dice muchas cosas a través de su simple exposición. Si el entusiasmo y el desencanto del Cardenal, entrañablemente expresados por Jorge Lorenzo, calienta los ánimos, la sutileza de Lorena Penón y Gabriela Perera dan a la imagen estética una necesaria cuota de magia.
Mientras se mantienen los susurros con el Cardenal, en los que asoma la picaresca de un pasado compartido, se filtra a través de su ropaje circense y su maquillaje payasesco la melancolía de algo que pudo ser y no fue, de grandes deseos y pocos resultados.
Bienvenida reposición de un grande de la escena argentina, "Tato" Pavlovsky, y su complejo universo, que ante la crisis postula la resistencia y el permanente amor por el oficio de actuar.
Calificación: Muy buena