Respuestas literarias para un adolescente
Los aerostatos
Por Amélie Nothomb
Anagrama. 137 páginas
La adolescencia suele ser un período de tiempo tormentoso, turbulento, incierto. Un camino pedregoso por el que cuesta transitar y que nos lleva a un lugar que ignoramos. Para algunos, en ese momento, la literatura se transforma en un arte funcional, algo así como una muleta o un salvavidas.
¿Puede encontrar un adolescente en los libros las respuestas que necesita para conducir su vida? Ese es el eje de la última novela de Amélie Nothomb, Los aerostatos, una historia que refleja la desesperación de Pie, un joven de 16 años, de existencia vacía, al que los padres le contratan una maestra particular para superar su aversión a la lectura.
“Vivimos una época ridícula en la que imponerle a un joven leer una novela entera se considera un atentado contra los derechos humanos”, dirá Ange, que con apenas 19 años adoptará el rol docente y se hará cargo del arduo compromiso de seducir a un muchacho díscolo.
La prosa fluye en una primera persona reflexiva pero, en los momentos de mayor intensidad, se impone el diálogo constante entre los dos jóvenes como principal mecanismo narrativo. Prevalece la esgrima verbal, filosa, punzante.
La Ilíada, La Odisea, Rojo y negro, son algunos de los títulos que Pie descubrirá de la mano de su maestra particular. Entre los pliegues de cada una de estas historias encontrarán las respuestas a buena parte de las preguntas que la adolescencia dispara a quemarropa.
De manera inevitable, casi previsiblemente, algo parecido al amor germinará entre ellos. A la sombra de ese vínculo el padre del joven acecha como una amenaza. La tensión crece y el desenlace resulta inescrutable.
Un detalle a tener en cuenta: la traducción al español castizo le quita naturalidad a una novela ambientada en Bruselas, donde los protagonistas debaten sobre su perfil francófono. Entonces, palabras o frases como “cabroncete”, “vale”, “tirar los tejos” o “rapapolvo” terminan por destruir el frágil ambiente que crea la autora.