Opinión
Buena Data en La Prensa

Reivindicar el 12 de octubre

Entramos en octubre. Una fecha que suena con fuerza porque hay hechos históricos que por su magnitud tienen que seguir siendo recordados y valorados. Uno de esos sin lugar a dudas fue el descubrimiento de América por parte de la corona española.

Ese 12 de octubre de 1492 el Almirante Cristóbal Colón y sus tres carabelas arribaron al Nuevo Mundo y a partir de allí comenzó la unión de los dos mundos.

Es así que en el mes de octubre de 1917, el Presidente de la Nación Dr. Hipólito Yrigoyen, decretó Fiesta Nacional, el 12 de octubre. Desde ese momento pasó a denominarse al 12 de octubre "Día de la Raza". Esta denominación no tiene que ver con lo biológico sino con lo espiritual, con una estirpe determinada. Y para nada es peyorativa de quienes no comparten la misma estirpe racial.

Otros presidentes como Illia y Perón repitieron los mismos considerandos del decreto de Yrigoyen, quien proclamaba lo siguiente:

"1º. Que el descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las renovaciones posteriores derivan de este asombroso suceso, que a la par que amplió los límites de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu.

2º. Que se debió al genio hispano intensificado con la visión suprema de Colón, efemérides tan portentosa, que no queda suscrita al prodigio del descubrimiento, sino que se consolida con la conquista, empresa ésta tan ardua que no tiene término posible de comparación en los anales de todos los pueblos.

3º. Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus menestrales, y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la nación americana.

«Por tanto, siendo eminentemente justo consagrar la festividad de la fecha en homenaje a España, progenitora de las naciones a las cuales ha dado con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua una herencia inmortal, debemos afirmar y sancionar el jubiloso reconocimiento"...

SIN LEYENDAS

La leyenda negra y la leyenda rosa son dos construcciones y como tales alejadas de la realidad de los hechos históricos que se recuerdan ese día.

La Leyenda Rosa se ha contado durante muchos años de la mano de “los tres barquitos de nuez empujados por el viento” en los que todos los actores de los hechos que llegaron al desolado territorio eran movidos solo intereses heroicos y generosos.

Nos incumbe especialmente la Leyenda Negra que tanto mal ha hecho no solo a la veracidad de nuestra historia, sino también a nuestra identidad y autoestima como hijos de la cultura hispánica.

El padre de la Leyenda Negra, paradójicamente, fue un fraile dominico español. Bartolomé de las Casas utilizó cifras adulteradas acerca de la matanza de indios para desacreditar el actuar de España en América. A él se le debe la idea dicotómica de los españoles malos y los indios buenos que nos persigue cada 12 de octubre.

A Don Bartolomé lo asistía una razón teológica, errada, pero teológica al fin. Para él los indios eran seres a los que no había alcanzado el pecado original y por lo tanto seguían inclinados al bien en “su paraíso” hasta la llegada de los españoles.

Inglaterra, en guerra con España entre los años 1585 y 1604, abonaron a esta teoría compitiendo en una carrera de expansión en América y vieron con muy buenos ojos exagerar e imaginar perversiones del enemigo. La guerra de propaganda no es un invento de nuestros tiempos.

La Leyenda Negra fue difundida primero en ambientes académicos y con el paso del tiempo se difundió a tal punto que llegó a todos los niveles. En su obsesión anticatólica, la izquierda cultural tomó el relato y lo hizo su bandera. La aversión a la obra evangelizadora de España también fue un factor que aglutinó al progresismo en la propagación de La Leyenda Negra.

HISPANOAMÉRICA

Lejos de las cuestiones ideológicas, el decreto de Yrigoyen plasmó en pocos artículos todo lo bueno que generó la unión de dos mundos: el de los españoles y el de los habitantes de lo que más adelante se llamaría América, dando origen a millones de criollos.

También apreció la cultura, la fe católica y la maravillosa lengua de Castilla que se habla desde México hasta la Tierra del Fuego. Del mismo modo, valoró el amor por la libertad y la justicia. Prueba de esto es que los Reyes Católicos reconocieron como súbditos de la Corona española a los aborígenes, brindándoles el mismo estatus que a un español nacido en la península.

En palabras de Ignacio Tejerina Carreras, presidente del Instituto de Cultura Hispánica de Córdoba, “...arte, cultura, lengua, tradiciones, religión fueron la gran herencia española que Yrigoyen supo valorar, y quiso que nosotros la valoráramos…”

Después de años soportando relatos, muchos sostenemos que ha llegado el momento de retomar el camino de la verdad histórica y revalorizar nuestras raíces. Es así que desde esta columna proponemos al Congreso de la Nación y al Gobierno Nacional que se denomine al 12 de octubre “Día de Hispanoamérica”.

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