De la figura de San José, las Sagradas Escrituras poco nos dicen. Su presencia como jefe de la Sagrada Familia y como su protector es visible en la infancia del niño Jesús, pero después se nos oculta. Nada sabemos del tiempo posterior. Tal escasez de referencias contrasta con su relevancia en los planes de Dios y su dignidad, que la tradición siempre le reconoció. Este opúsculo de Tomás I. González Pondal (Misión del señor San José en la noche de los tiempos, Ediciones Río Reconquista, 154 páginas), escrito con amorosa dedicación por el Patrono de la Iglesia católica, expone las muchas razones por las cuales se venera su figura y se centra, en particular, en un aspecto poco conocido: el papel que le fue reservado para el tiempo final.
Para desarrollar su idea Pondal parte de tres de los cuatro sueños que San José tuvo y que están apuntados en la Biblia: el ángel que le revela los planes de Herodes y le manda huir con el niño y su madre a Egipto, el aviso de que ya pueden volver a la tierra de Israel, y una tercera revelación que lo lleva a continuar camino hasta Nazaret, en Galilea.
Es aquella vigorosa protección que San José ejerció sobre la Sagrada Familia y el significado que tiene la noche en tan difíciles momentos, el paralelo que ha querido marcar Pondal con el tiempo presente. Se trata de subrayar “las luchas victoriosas del santísimo protector contra la oscuridad, el crecido miedo, los grandes peligros, las vivas confusiones, en fin, las maniobras procedentes del poder de las tinieblas”, argumenta.
EPOCA OSCURA
Que nos adentramos hoy en una época de oscuridad es cosa ya aceptada hasta por la ciencia, que ha puesto un reloj apocalíptico con cuenta regresiva, bien que por otras razones, como apunta el autor.
La noche actual, dice Pondal, es el modernismo y la apostasía que hoy baja también desde las altas esferas eclesiásticas y se irradia entre los sacerdotes. Es el olvido de Cristo que ya impregnó el orden temporal y se manifiesta en la laicidad de los Estados. Es el engaño y la inversión de la verdad. Pero es también la dureza de corazón del hombre que ya no soporta la sana doctrina y se niega a escuchar a Dios, como se niega a leer el Apocalipsis.
El ensayo, apretado en una edición de bolsillo, discurre entonces a lo largo de más de una treintena de capítulos sobre la figura de San José por un lado, y por otro sobre los signos de los tiempos. Es posible que hayan sido primero escritos sueltos, luego engarzados a partir del 2020, año en que se conmemoró el 150 aniversario de la declaración de San José como Patriarca de la Iglesia.
Pondal medita sobre las palabras con que es definido San José en las Sagradas Escrituras y repasa diferentes documentos pontificios sobre el tema.
Entre ellos el decreto Quemadmodum Deus de Pio IX (1870) donde aparece el patrocinio de San José asociado a tiempos difíciles; la encíclica Quamquam Pluries de León XIII (1889) que trata de la devoción al Santo Patriarca, “custodio de la religión cristiana” y amparo frente a la tribulación y el poder de las tinieblas; y el motu proprio Bonum Sane de Benedicto XV (1920) que lo reconoce como “guía” y “patrón celestial” en tiempos tormentosos.
Del mismo modo, se detiene en las letanías que propuso a la Iglesia San Pío X (1909) para imitar las virtudes del custodio y nutricio de la Familia de Nazaret y para implorar su poderoso auxilio.
Los documentos eclesiásticos posconciliares, en cambio, son revisados de forma crítica por el autor, un firme defensor de la tradición. Así, cuestiona el intento de involucrar a San José con postulados modernistas y las invocaciones erradas de Juan XXIII, de Juan Pablo II y, sobre todo, de Francisco, al que refuta con palabras fuertes. Laudate Deum, por ejemplo, es objeto de una acre disección y todavía más Fiducia Supplicans, que trata sobre la bendición de las parejas del mismo sexo.
Estos documentos parecen estar allí como prueba de que la noche se cierra sobre nuestros pasos. Las apostillas del autor incluyen valientes reprobaciones hacia la moderna insistencia en la fraternidad universal, el gobierno mundial, “el amiguismo mundanal estupidizante, ecologista y filantrópico”, el falseamiento de la misericordia y los abusos litúrgicos.
El opúsculo de Pondal, rebosante de sentido común y celo por la fe, incluye revelaciones hechas a Santa Brígida y visiones de Ana Catalina Emmerick sobre la muerte del padre putativo de Jesús y cierra con una hermosa oración a Cristo.
Se trata, en suma, de un vibrante llamado a volver la vista a San José, modelo de justicia, refugio, guía, pilar y sostén de la Sagrada Familia y de nuestra fe, en estos tiempos de confusión y engaño, mientras la noche se avecina.