Con mucho más espacio y un nuevo guion curatorial destinado a reflexionar sobre lo que entendemos por Oriente, el Museo Nacional de Arte Oriental -que funcionaba en el Palacio Errázuriz- abrió sus puertas al público en su nueva sede, en el segundo piso del Centro Cultural Borges.
Oriente Todo se titula la nueva muestra principal del museo, esta vez desplegada a lo largo de mil metros cuadrados, donde se incluyen las piezas destacadas de la colección -jarrones, cofres, estampas ukiyo e, deidades, katanas, tallas y trajes antiguos- además de una segunda exposición temporaria, Calcar destellos de un Oriente, que reúne obras de Alli Chen y Johanna Wilhelm, quienes trabajan con piezas hechas en papel.
La reapertura significa una revancha para este museo fundado en 1965, que luego de permanecer cerrado al público durante 18 años, reabrió en septiembre de 2019 en un abigarrado primer piso del Palacio Errázuriz Alvear, donde enseguida tuvo que volver a bajar la persiana, aunque esta última vez por la emergencia sanitaria.
Son casi 200 obras en total las que se exhiben en el nuevo espacio renovado del Oriental, aunque el patrimonio -pinturas, esculturas, grabados, objetos de uso cotidiano, de culto, indumentaria, instrumentos musicales, juguetes, fotografías y mobiliario de distintas culturas orientales- está integrado por más de 4.000 piezas originales provenientes de China, Japón, Corea, India, Egipto, Turquía, Armenia, el antiguo imperio persa, Tíbet, Indonesia, Malasia, Tailandia y otros países.
RELATO
¿En qué pensamos cuándo decimos Oriente? Es uno de los interrogantes que enhebra el recorrido por la flamante muestra central, "un relato atado a la historiografía occidental europea, que hay que discutir y volver a poner sobre la mesa cuánto hay de discurso preconcebido. Entonces cuando hablamos de oriente debemos tener claro que estamos aludiendo a un atajo para decir lejos, pero en realidad ya no estamos más lejos, estas culturas están cada vez más cerca", enunció en diálogo con la agencia Télam la directora del Museo, Rocío Boffo, en una recorrida por el espacio antes de la inauguración.
En el imaginario occidental, el concepto de Oriente parecería definirse por oposición: es todo aquello que no es Occidente, e incluye diversas geografías, naciones, culturas, prácticas y grupos sociales. Los intentos por conocer a ese otro no fueron ni son inocentes: tienen una dimensión política en la que la centralidad de Europa construyó un relato que fue interiorizado por el resto del mundo occidental.
Entonces, ¿cuáles son las ideas respecto de Oriente creadas por nuestro imaginario cultural? En el comienzo del recorrido, el visitante se encontrará con un continuado de filmes que exponen los preconceptos asociados a Oriente: lo detallista, la espiritualidad, la sensualidad y una gran conexión con la naturaleza.
"Este comienzo es una recolección de lo que se va a ver a lo largo de la visita al museo, una propuesta que no está exclusivamente ligada a la colección de objetos sino más bien a las prácticas de las personas en Argentina y a su admiración por comunidades orientales a partir de la danza, la comida, la caligrafía, la poesía, el cine, la animación, la historieta, el manga", enumeró Boffo durante el recorrido.
La primera vitrina del recorrido recibe el nombre de El oriente que construimos donde "las lecturas de Oriente se superponen, se amplían y se compactan a través de la fotografía y el cine, que ha consolidado mitos y estereotipos. Trata de poner en discusión si realmente es así".
Fragmentos de Kung Fu Panda, Indiana Jones, Austin Powers, Casablanca, Karate Kid y tantas otras producciones audiovisuales se emiten como un continuado fílmico, en televisores, detrás de vitrinas y acompañados de objetos representativos de eso que narran las películas, estrenadas entre 1950 y 1990. Una imaginería que remite a lo sensual, exótico, mágico y a las artes marciales.
Una muñeca que ejemplifica una danza india tradicional, con sus velos y cascabeles, una lámpara como esas asociadas al genio que concede deseos, un objeto guardauñas de una antigua dinastía y un casco de batalla del antiguo imperio persa son algunos de los objetos que reciben al visitante, casi como una afirmación de esas estereotipos tan extendidos.
Luego, el derrotero abarca objetos traídos por inmigrantes, que expresan unas veces valor sentimental, como instrumentos o baúles, y otras veces representan encargos al gusto occidental.
"Hoy uno entra a cualquier negocio y se encuentra un gatito con la manito que se mueve. Ese es un objeto japonés que asumimos chino", ejemplifica la directora sobre los Maneki-neko, también conocidos como gato de la fortuna.
Una antigua armadura samurai japonesa restaurada, unas estampas de ukiyo-e ("imágenes del mundo flotante"), un tipo de grabado japonés muy conocido sobre todo a partir del uso que dieron los impresionistas como Van Gogh, y una katana o sable conforman uno de los puntos salientes de este itinerario.
Caligrafías, estampas, pinceles, rollos, cerámicas, objetos de marfil en miniatura, kimonos y algunas partes de ese ajuar van enhebrando el recorrido.
CREDOS
¿Es Oriente más espiritual que Occidente? se interroga la directora del museo para exponer otro de los núcleos, que alude a la convivencia de los credos y ritos: el budismo, el hinduismo, la cultura shinto, una alfombra de rezo islámica y algunos objetos, estelas y figuras típicas de templos, altares y ofrendas.
Por ejemplo, hay aquí algunas tallas que provienen de la India, fragmentos arquitectónicos de templos o espacios sagrados: un relieve en piedra rojiza que presenta a la pareja de Shiva y su esposa, Parvati. "Juntos simbolizan el amor profundo", se lee en el epígrafe que acompaña.
La sensualidad tan asociada a Oriente se hace presente en otro de los núcleos, a través de la indumentaria japonesa, como los kimonos femeninos y yucatas (que es la vestimenta masculina), abanicos, turbantes, velos, calzado además de las especias y sus aromas, que podrán apreciarse en la sala.
Finalmente, la presencia de la naturaleza cobra protagonismo en diferentes objetos del final del recorrido, donde hay representaciones de animales o flores.
"El Museo Nacional de Arte Oriental busca difundir tanto las culturas orientales como contribuir a la convivencia en la diversidad de nuestras sociedades", explicaron Lucía de Francesco y Anush Katchadjian, curadoras de la exhibición.
"La mudanza a una nueva sede más grande y adecuada para la correcta exhibición del patrimonio y para el desarrollo de programas públicos para las comunidades es un hecho de profunda relevancia para nuestra institución y para el Ministerio de Cultura, después de muchos años en esta búsqueda", concluyó Rocío Boffo su diálogo con la prensa.
El nuevo Museo Nacional de Arte Oriental reabrió en su nueva sede de Viamonte 525, piso 2 (Centro Cultural Borges) y se podrá visitar de miércoles a domingos de 14 a 20 horas, con entrada libre y gratuita.