Todos los hombres mueren jóvenes, estableció Stevenson. Siempre hay algo más para dar al prójimo. La sentencia es especialmente precisa para el caso del padre Eduardo Graham. Una fulminante enfermedad en los pulmones se lo llevó el lunes 4 a la Casa del Señor. Tenía 64 años de edad.
Durante un lustro, Graham fue párroco de la Iglesia de San Pedro González Telmo (Humberto Primo 340, en la CABA), hasta marzo de este año. Teólogo destacado, notable orador (sus homilías eran largas y brillantes), apasionado por el teatro y convencido de la necesidad sacerdotal del compromiso político. Estas dos últimas facetas de su rica personalidad generó algunos resquemores entre pares y feligreses. Pero ya se sabe como es esto. "Haga lo que haga un párroco, siempre habrá alguien que lo critique", dice su sucesor el padre Alejandro Pezet, quien había compartido con Graham ocho años de pastoreo en la parroquia Santa María de Caballito.
Hace ocho meses, un grupo de feligreses despidió a Graham en el templo, cuya construcción comenzó en 1734. Quien esto escribe, estuvo presente. Se le agradeció especialmente su asistencia espiritual durante la pandemia, que tanta angustia y dolor causó a la comunidad. El sacerdote nunca dejó de brindar a la grey alimento para el alma, tan imprescindible como el otro. Graham llegó a resistir a pie firme en la puerta del templo un intento de allanamiento de la policía, inducida por denuncias malintencionadas de que en la Iglesia monumento nacional no se cumplían los rigores de la cuarentena. Rigores que Graham siempre consideró excesivos e injustificados.
En primer lugar, el padre Pezet quiso destacar la riqueza intelectual de Graham. "Tenía una mente brillante. Fue un gran teólogo, uno de los discípulos más importantes del cardenal suizo Urs van Balthasar, considerado por algunas fuentes como una especie de Santo Tomas de Aquino del siglo XX. Eduardo viajaba todos los años a Suiza donde, junto a otras treinta eminencias de todo el mundo, reflexionaban e intentaban prolongar la obra de Von Balthasar. Podría decirse que Eduardo lo comprendió".
Otra influencia primordial del padre Graham fue la llamada Teología del Pueblo, respuesta heterodoxa de un sector de la Iglesia argentina a los excesos filomarxistas de la Teología de la Liberación. Esta visión fraternal, básicamente, reinvindica la religiosidad popular. Algunos expertos lo ubican al propio Papa Francisco en la corriente. Sus detractores repudian ciertos tintes peronistas.
Justamente, el padre Eduardo encontró en Principios y Valores, el partido minúsculo que fundó y lidera Guillermo Moreno (habitué del templo de San Telmo), una aplicación práctica de sus ideas teológicas. Sobre todo, se sintió atraído por la resistencia del ex funcionario kirchnerista al wokismo, la Agenda 2030 y el pensamiento único transnacional. Graham fue candidato a Jefe de Gobierno porteño en la boleta de Moreno, un paso meramente testimonial, pero que quizás no debería haber dado.
Además de su vocación sacerdotal, Graham tuvo otro gran amor: el teatro. Estudió con Juan Carlos Genet , a quien brindó su amistad. En Internet se informa, que el religioso -como director- fue responsable de la puesta en escena de obras como Golpes a mi puerta, Nuestra Señora de las Nubes, Foto de señoritas y esclusas, Ciegos entre ciegos (1), Una noche con el señor Magnus e Hijos, Esos ojos negros, Pluma y la tempestad, entre otras. Pero su decisión de convertir el templo telmeño en escenario todas las semanas generó controversias.
El año pasado, este diario entrevistó a Graham con motivo de la reapertura de la exposición de las Doce Sibilas, tesoro pictórico de trescientos años de edad que ha recuperado y alberga la Iglesia. Esto decía: "Las Sibilas son una serie de doce cuadros del siglo XVIII, presumiblemente pintadas en Cuzco, según el estilo de arte colonial cuzqueño, que están aquí custodiadas en la Sacristía de la Iglesia de San Telmo y que son una verdadera joya desde el punto de vista artístico y desde el punto de vista de la tradición cultural y, naturalmente, de la fe, por el mensaje que transmite".
Dos libros, escritos en colaboración, llevan el nombre del exparroco: La virgen de Luján y su historia e Historia del actor II.
Eduardo Graham había nacido el 8 de agosto de 1960. Se ordenó el 3 de diciembre de 1988. Estuvo 24 años en la parroquia de Santa María, luego en San Juan XXIII hasta recalar finalmente en González Telmo. Se admiraba de él también la devoción mariana, especialmente de la Virgen de Luján y de la Virgen de Guadalupe. Su amigo, Alejandro Pezet, desea que se lo recuerde por "su calidez, su capacidad de escucha, su condición de guía espiritual, su presencia misericordiosa".
En su homilía del domingo pasado, el padre Pezet explicaba que los creyentes podemos hacer tres cosas por el ser querido que se nos va a la Casa del Señor: agradecerle por lo que hizo por nosotros; pedirle perdón por nuestras ofensas; y ofrecerle una dispensa por las suyas, si es que existieron.