La desaparición y muerte de la joven Katherine Moscoso en Monte Hermoso ocurrida hace pocos días derivó en una "Pueblada" que terminó con el homicidio de una persona y edificios quemados.
A este peligroso caso de violencia social se sumó hace poco el intento de linchamiento de un delincuente a metros de las avenidas 9 de julio y Corrientes en el centro porteño, tal cual mostraban las imágenes de televisión.
El año pasado fueron frecuentes los intentos de linchamiento en varias ciudades del país. Este desenfreno violento ¿hacia donde puede llevarnos? ¿Qué se puede hacer para su prevención?
La doctora Nora Leal Marchena, presidenta honoraria del capítulo de Violencia Social y Salud Mental de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, (APSA) diferencia entre los casos.
"Los dos casos son reprochables. Pero la violencia hacia un ladrón es discriminada, buscan castigar en este caso a un ladrón, mientras que en el caso de Monte Hermoso es indiscriminada. Se rompió todo. Quemaron un edificio histórico, la comisaría, atacaron a los bomberos"".
PRESENCIA ESTATAL
La especialista indica que esta violencia evidencia ""la sensación en la gente de falta de un estado que esté presente para dar seguridad y que ejerza control ciudadano"".
"Igualmente -continúa- esto no tiene que justificar en nada el atacar a una persona aunque sea culpable de un delito o destruir edificios que son de todos"".
Leal Marchena recuerda cuando hace unos años atrás durante un hecho vandálico se rompió una de las puertas de la Legislatura porteña. ""Son cosas que son de todos. Finalmente los ciudadanos terminamos pagando lo que rompieron"".
Para la psiquiatra ""esta falta de presencia institucional para prevenir robos, asaltos, crímenes, derivan en hechos que antes no ocurrían"". De todas formas, la profesional destaca ""que la gran mayoría de la gente repudia este tipo de hechos"".
""En Monte Hermoso de 7 mil personas que viven y cientos que había en la marcha solo unas 40 se comportaron de mala manera"", dice Leal Marchena, quien agrega que es fundamental trabajar en políticas preventivas.
Leal Marchena señala que ""la violencia social produce una irrupción de contenidos que no pueden ser abarcados por la mente ni simbolizados llevando a quien la padece a graves perturbaciones emocionales y en los procesos del pensamiento"".
""El deterioro de factores familiares y ambientales -prosigue- por la condición de exclusión y violencia disminuye la capacidad del cerebro de procesar las funciones asociativas, emocionales y cognitivas, dificulta la capacidad para resolver problemas y obedecer reglas sociales"".
TODOS DESCONFIAN
La especialista destaca que "en la violencia interviene una falta de freno en las estructuras subcorticales. Los desengaños reiterados generan una falta de confianza que como resultado los llevan a desconfiar de todos. Hay una interpretación hostil de las intenciones de los demás".
La profesional de APSA expresa que en "la sociedad se advierten expresiones de sentimientos masivos de desprotección; los barrios ya no se dividen solamente en, populares o elegantes, modernos o tradicionales, urbanos o rurales. Lo primero que se pregunta es si es un barrio seguro o inseguro". "La inseguridad y el miedo hacen que nos aislemos y vivamos encerrados disminuyendo las respuestas solidarias ante la necesidad de los demás. Prevalece el concepto de inseguridad y el futuro se concibe, según señala Marc Abeles como el "asilo de todas las incertidumbres".
Desde su disciplina, Leal Marchena destaca que "entendemos al ser humano, como un ser básicamente social desde el nacimiento y pensamos que la predisposición biológica por sí sola no explica las conductas violentas que observamos en nuestra sociedad".
"Aquellas teorías -continúa- que ponen un exagerado énfasis en el aspecto instintivo de las conductas violentas generan un innecesario pesimismo y el convencimiento de que es inútil buscar maneras de reducirla".
CIRCULO VICIOSO
La especialista expresa que "estas conceptualizaciones generan un círculo vicioso negativo. La naturalización de lo cruel es la vía habitual y más eficaz para producir la certeza de que es imposible cambiar nada".
"Nuestras creencias, nuestros sistemas de valores, la cultura y el ambiente influyen sobre nuestra manera de actuar y comprender el mundo y sobre la organización social que tenemos", agrega.
"Las causas más profundas de la violencia deben buscarse en la sociedad misma que en estos tiempos fomenta el aislamiento, la superficialidad, el consumo y la inequidad".
"Hay que trabajar con los chicos en las escuelas, clubes de fútbol, con profesionales para hablar en un ambiente distendido de lo que les pasa, charlar sobre la violencia social, de género".
CRIMINALIDAD
La doctora Mirta Goldstein, Psicóloga y Psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), indica, en tanto, que "si reafirmamos que todo esto ocurre porque aumentó la "inseguridad" no salimos de la idea de que ésta es una sensación".
"Adherir -continúa- a que aumentó la inseguridad equivale a naturalizar el concepto de criminalidad. A mi entender lo que está sucediendo en Argentina es que aumentó la criminalidad y esto es lo negado".
Según la especialista "hay criminalidad en la Argentina y ataques contundentes contra la civilidad. La inseguridad que todos sentimos es producto de la criminalidad y no su causa, por eso las instituciones no alcanzan a abarcar, entender y contener estos fenómenos".
Según Goldstein, este aumento de la criminalidad, "con profundas raíces socioeconómicas, responde también a un factor que atañe al juego que se da en democracia: puede haber respeto a la civilidad y a la institucionalidad o irrespeto a la eticidad y a la civilidad".
"A mi gusto -agrega- debemos entrar a los problemas desde otro ángulo y decir que la gallina de los huevos de oro a la cual todos matamos en estos hechos, es la civilidad misma".
Para la psicoanalista "la civilidad no es un sistema político sino un orden ético. La civilidad no deriva directamente de la educación formal o lo culto como status social, sino de una eticidad relacionada con la concepción de respeto respecto del semejante".
SIN ETICA
Dentro de ese enfoque "el triste argumento de que tanto para el ladrón como para el vecino afectado la vida del otro no vale dos centavos, ya supone una carencia de eticidad respecto del semejante. Ese otro ya se halla rebajado en el mismo argumento".
"Si contemplásemos -continúa- la idea de que aumentó la criminalidad y que la inseguridad es producto de ello, o sea de que todos somos más o menos cómplices de la irrespetuosidad con el otro, estaríamos mejor posicionados para responder a esta evidencia".
Para la especialista "en lugar de responder modificando el Código Penal, o creando un sinfín de nuevos organismos que necesitarán años para resultar efectivos, podríamos poner a disposición de la población el significado de "crimen".
"Esta variación en el discurso supone la responsabilidad de todos los factores sociales en el "homicidio colectivo de la eticidad respecto del semejante" porque el crimen tiene responsables y amerita políticas económicas, jurídicas y educativas para combatirlo, en cambio la inseguridad es un eufemismo que la estadística recoge como objetivo, por ejemplo midiendo cuantos habitantes se sienten inseguros y cuantos no".
La especialista agrega que "de más está decir que cualquier ciudadano es merecedor de ser reconocido por todas las instancias políticas y civiles como un semejante sin distinción de condiciones socioeconómicas".
"La marginalidad también es un concepto discriminatorio por el cual se pone fuera del sistema a lo que el sistema excluye".