El mundo

Profundo dolor en el entierro de las víctimas de la masacre de Río de Janeiro

Centenares de personas acompañaron los cortejos fúnebres de los primeros alumnos sepultados. Varios familiares tuvieron que ser hospitalizados con crisis de hipertensión.

 

 

La primera en recibir sepultura fue Larissa dos Santos Anastasio, de 13 años. Dos amigas, Karine Lorraine Chagas de Oliveira y Luiza Paula da Silveira Machado, ambas de 14 años, fueron enterradas juntas. Rafael Pereira sa Silva, también de 14, fue el último en ser despedido por la multitud que siguió el cortejo.

 

Al frente del mismo marchaban amigos de los fallecidos, cargando pancartas de protesta en las que reclamaban mayor seguridad en las escuelas. Algunas personas, parientes de los estudiantes masacrados, sufrieron desmayos y necesitaron atención médica.

 

En Murundu, otro cementerio carioca, un centenar de personas participaban del velorio de otras tres alumnas. Laryssa Silva Martins, Mariana Rocha de Souza y Géssica Guedes Pereira.

 

Ocho de sus familiares tuvieron que ser llevados a la Clínica de la Familia Olympia Esteves, en el mismo barrio, con cuadros de crisis de presión e hipertensión. Entre ellas estaba la madre de una de las niñas -Mariana Rocha-, que tuvo que seguir el cortejo fúnebre de su hija a bordo de una ambulancia.

 

A las 16 horas de Río está previsto el entierro de otras dos víctimas, Bianca Rocha y Milena dos Santos Nascimento, también en Murundu.

 

 

SANTUARIO

Más temprano, otros allegados iniciaron espontáneamente el homenaje para los estudiantes que murieron en el desquiciado ataque perpetrado por Wellington Menezes de Oliveira, que terminó con la vida de 12 alumnos del colegio Tasso da Silveira, en Río de Janeiro.

 

La Rúa General Bernardino de Matos, frente a la sede escolar, se empezó a llenar de flores, velas y cruces que recuerdan a cada víctima. Se oye también el bajo rumor de las oraciones.

 

"Todas eran buenas personas, que no le habían hecho daño a nadie. Pareciera que fueran a aparecer mañana mismo para ir otra vez a la escuela", dijo Alan Marcelo Ortiz, de 18 años y amigo de las víctimas, al diario O Globo.

 

Representantes de la ONG Río de Paz pasaron por el local. Además de colocar cruces y flores juntos a las velas dejadas por los estudiantes, el presidente de la institución, Antonio Carlos Costa, puntualizó que la mayor preocupación no es entrar en la cabeza del asesino, sino investigar cómo llegan las armas a las manos de esas personas.

 

De los 12 heridos que fueron internados en el hospital Albert Schweitzer, tres están graves y uno fue dado de alta. El colegio permaneció cerrado durante la noche, con dos policías de custodia, mientras que en la mañana del viernes comenzaron las tareas de limpieza.

 

La presidente Dilma Rousseff ordenó que asistan a las ceremonias fúnebres los ministros de Justicia, José Eduardo Cardozo, y de Educación, Fernando Haddad, junto a la secretaria de Derechos Humanos, María do Rosario.

 

Diez de los estudiantes asesinados eran mujeres. Testigos relatan que el agresor apuntaba especialmente a las niñas, teniendo como blanco la cabeza. La tragedia ocurrió a las 8:30 de la mañana, hora local, cuando el ex alumno entró a la escuela diciendo que venía a dar una conferencia.

 

Un vez que llegó a la primera aula, comenzó a disparar sobre los alumnos presentes. Poco después fue interceptado por un policía, quien lo hirió en una pierna. Entonces, De Oliveira se suicidó de un tiro en la cabeza.

 

El asesino habría anticipado su intención de cometer la matanza en un debate de la red social Orkut, donde un usuario que utilizó un perfil falso con el nombre de un diputado del PP carioca -Jair Bolsonaro- aseguró que se estaba preparando para "una matanza" que iba a realizar en un colegio donde había sido bulinado, en referencia al bullying (maltrato social que suelen sufrir los niños menos populares en los cursos escolares).