El designado ministro de Educación porteño, Abel Posse, acusó al kirchnerismo de "no reprimir" para enfrentar el problema de la inseguridad y de "infectar con un virus ideológico" la lucha contra el delito, "imponiendo la visión trotskoleninista de demoler las instituciones militares y la policía".
Al repudiar lo que dio en denominar los "guerrilleros que rodean a los K", Posse responsabilizó a "los Kirchner" de no contener la ola de violencia ni las protestas sociales: "Se deslizaron con indiferencia y prohijaron el vandalismo piquetero, el desborden lumpen, la indisciplina juvenil; entregaron las calles", lanzó.
"Muchos 'garantistas' pagaron su lujo humanista con los cadáveres humanísimos de ciudadanos honestos acribillados delante mismo de sus hijos o padres, mujeres violadas y decenas de policías que mueren sin afecto oficial ni el respeto debido a su profesión imprescindible y peligrosa", advirtió.
En una nota de opinión que hoy publica La Nación y que fue entregada por el ex diplomático antes de ser designado por la administración macrista, Posse denunció que el Estado es un mero "instrumento para conservar el poder K" y que "en estos años, el olvido constitucional nos lleva a la anarquía".
"La sociedad tiene la sensación de habitar un país invivible, con una corrupción que nos ubica más bien por debajo de los cien países más corruptos del planeta", alertó.
El futuro ministro de Educación porteño sentenció que, en la Argentina, "el ventarrón de criminalidad no cesa. El Gobierno tiene un Indec especializado en demostrar que no aumenta y que más bien está muy por debajo de otros países.
Un ministro con inclinación verbosa y metafísica le dijo a la gente que padecíamos una sensación", añadió, en alusión al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Bajo el título "Criminalidad y Cobardía", Posse alertó que "los Kirchner lograron demoler el básico esquema constitucional de orden público y de ejercicio de la fuerza exclusiva del Estado para cumplir con la misión esencial de reprimir (que, según la Real Academia, significa 'contener, refrenar, templar o moderar')".
"Reprimir es obligación del Estado en cuanto 'contención en acto del delito inminente'. Se enfrenta al delincuente para garantizar la vida del ciudadano con sus libertades (la de circular libremente, por ejemplo) y sus bienes", acotó.
En esta línea de análisis, Posse subrayó que "entró, se filtró o lograron infectar con un virus ideológico la garantía elemental de seguridad".
"Impusieron la visión trotskoleninista de demoler las instituciones militares y la policía, como vengándose de los años setenta, cuando una minoría se alzó contra el Estado para imponer una revolución socialguevarista, ajena y aislada ante la inmensa mayoría, empezando por el mismo Perón, los sindicatos y los partidos tradicionales", remarcó.
Posse añadió que "con persistencia gramsciana, los guerrilleros que rodean a los K -aunque ya estaban generosamente indemnizados por sus derrotas de los 70- lograron afirmar la tarea de demoler a las Fuerzas Armadas, lograron que los policías se sientan más amenazados e inhibidos en la tarea represiva que los delincuentes en su agresión y que la Justicia se ausente en este momento de crisis".
Ello, acotó, "sin reaccionar con urgencia ante la criminalidad reincidente y concediendo excarcelaciones a una gran cantidad de menores, incluso en casos de asesinato o uso de armas. Algunos miembros de la Corte deben creer que son niños equivocados y con animus iocandi".
"El Poder Judicial parece refugiado y silencioso, pese a la tormenta con la que la mala política del Poder Ejecutivo arrasa con los principios básicos del derecho", aseveró.
Para el ex diplomático de carrera, "los K nos llevaron tan lejos que ya nadie quiere hablar con claridad y coraje del camino de retorno indispensable que la Argentina tendrá que transitar, tarde o temprano".
"Hoy el vandalismo, el piqueterismo politizado y la protesta de tantos desamparados se derraman por las calles con su perfil agresivo. El oficialismo culpable y la mayoría de susurrantes opositores no estuvieron a la altura de la batalla que exige el orden público en un país crispado y conflictivo, donde nunca existió una cultura de respeto ciudadano", insistió.