POR CARLOS KURI *
Piazzolla nunca le destinó demasiada reflexión a lo político y sus pasos fueron como en zigzag, reactivos, incalculables, irresponsables.
PERSPECTIVA
No obstante el desinterés manifiesto en cuanto a las definiciones ideológicas ("no soy peronista, no soy comunista, soy bandoneonista''), si dejamos al margen la película `Detrás de la mentira', de Emilio Vieyra;
No puede soslayarse tampoco el rasgo temático de mucha de la obra cantada de Piazzolla, claramente vinculada a una dimensión social distante de la cosmovisión de la derecha. Siempre a partir de su asociación con determinados letristas, fundamentalmente con Ferrer, la construcción elegíaca o epifánica se hace sobre la subjetividad poética de personajes marginales.
Mencionemos dos obras: `Pequeña canción para Matilde', con una letra póstuma del poeta Pablo Neruda, a pedido de su viuda, y una colaboración con el autor de `Los pájaros perdidos', Mario Trejo, en `Violetas populares', dedicada a Violeta Parra y al sueño revolucionario.
Los panfletos arrojados frente al teatro Champs-Elysées que lo trataban de colaboracionista, en 1980, tras sus declaraciones de que la Argentina estaba "tranquila''; y el almuerzo con Videla (compartido con Eladia Blázquez, Adolfo Bioy Casares, Antonio Tauriello y otros), parecen buscar compensación en lo que leemos del reencuentro con su hija Diana luego del exilio para evitar su muerte o desaparición. Diana había sido militante del Peronismo de Base y la reconciliación con su padre no deja de repasar el dolor que le provocó aquel almuerzo, que se resume en la frase: "Vos fuiste (al almuerzo con Videla) por miedo. Pero otros fueron cómplices''. ¿Era tan ingenuo Astor como para hacer aquellas declaraciones y concurrir a la cita de Videla, o fueron en parte gestos de protección a Diana? Con Piazzolla no llega a ser necesario aplicar la justificación que Sartre utiliza con Heidegger: "las obras son mejores que los hombres''.