El prestigioso cardiólogo Pedro Ramón Cossio tuvo de pacientes a los ex presidentes Frondizi y Onganía y al ex arzobispo de Buenos Aires, Antonio Caggiano. Además vivió el privilegio de integrar el equipo médico que atendió a Juan Domingo Perón desde su regreso a la Argentina en junio de 1973 hasta su muerte. Hoy, a los 76 años y en plena actividad profesional, recibió en su consultorio a La Prensa con quien recordó aquellas experiencias que le tocaron vivir de cerca en la complicada argentina de principios de la década del 70.
El 20 de junio de 1973 Perón había regresado definitivamente al país. Seis días después, María Estela Martínez de Perón ordenó llamar por teléfono a su padre, el doctor Pedro Cossio (1900-1986) -una eminencia en cardiología e internacionalmente reconocido y además el médico personal de Perón- para que se presente en la casa de Gaspar Campos 1065, en Vicente López. Oficialmente se informó que Perón sufría una gripe. Sin embargo, la realidad era otra.
"Aquel 26 de junio de 1973 -rememora Cossio- cuando mi padre se apersona a Gaspar Campos ratifica lo que el doctor Osvaldo Carena había encontrado en el electrocardiograma: Perón había tenido un infarto agudo de miocardio. Evidentemente estuvo muy ligado a todo el estrés de la venida definitiva a la Argentina que había ocurrido seis días antes y que derivó en la masacre de Ezeiza".
El doctor Cossio reveló a La Prensa que a los dos días, el 28 de junio, Perón en reposo, "presentó una pericarditis con fiebre, que nos indicó la presencia de un infarto previo. Perón había sufrido un primer infarto en noviembre de 1972 en ocasión de la primera vuelta a la Argentina".
Por lo tanto, el tema de los infartos se convirtió en un secreto de estado. Tenía que manejarse entre gente de muchísima confianza para que no trascendiera nada de lo que estaba pasando "porque un político enfermo no tiene fuerza política".
"A partir de ahí -continúa relatando Cossio- el doctor Taiana y mi padre deciden que tiene que haber una guardia permanente en Gaspar Campos, y es ahí donde yo me incorporo como médico del equipo de cuidado del general Perón. Yo estuve a partir de ese momento, y por unos doce días, de diez de la mañana a diez de la noche en el cuarto con Perón. Y es ahí donde yo tuve la posibilidad de percibir y escuchar muchas cosas".
¿De que temas de relevancia histórica fue testigo?
El general Perón no se cansaba de expresar y a mí me lo dijo, su disconformidad con los nombramientos que había realizado Cámpora, especialmente de Esteban Righi como ministro del Interior y de Juan Carlos Puig como canciller. "No sé que hacen estas personas", decía. El otro tema que lo tenía muy fastidiado y que también me lo comentó, en varias oportunidades, fue la amnistía del 25 de mayo de 1973. "Que mal se hizo, decía, porque soltaron a cualquier persona, hasta a delincuentes". Y, el tercer tema que le achacaba a Cámpora era la mala forma en que habían organizado todo el acto de su regreso el 20 junio de 1973.
¿Perón despreciaba a Cámpora?
Mire, yo estuve el 30 de junio de 1973 con Perón al lado en el cuarto mirando por televisión la Cadena Nacional que anunciaba la visita del presidente Cámpora a Gaspar Campos. Cuando salió de la casa, Cámpora anunció al país que había estado con Perón y en el cuarto que yo había estado con el general no había entrado nunca. Este desaire se repitió el 2 de julio. El 15 de julio Cámpora renunció.
¿Hubo otros hechos que marcaron ese distanciamiento?
Sí. El 29 de junio de 1974, dos días antes de morir, Perón firmó dos decretos. Uno sobre la transmisión de mando a Isabel y el segundo aceptándo la renuncia de Cámpora como embajador en Mexico. Al respecto, él dió expresas órdenes, como último acto de su gobierno y de su vida, para omitir en el decreto el agradecimiento, como es de práctica, por los importantes y patrióticos servicios prestados. El que le llevó el decreto para firmar sobre un almohadón y escuchó las instrucciones de Perón fue mi padre.
¿Perón tenía miedo que lo asesinaran?
Cuando, a fines de junio de 1973, se le comunica la dolencia, Perón dijo: "A mí no me internan en ningún lado porque en Ezeiza me quisieron matar". No se sentía seguro ni siendo presidente de la República. El creía y murió convencido de que grupos de izquierda lo querían matar, a mi me lo dijo dos o tres veces.
¿Estaba armado?
Una de las primeras veces que ingresé a su habitación para tomarle la presión ví en un rincón un arma larga y en su mesa de luz una pistola cargada. Entonces miré el arma y lo miré. Y sin decirle una sola palabra Perón me dijo: "por las dudas doctor".
¿Cómo era en el trato Perón?
De buenos modales, muy afable pero distante en el sentido que infundía mucho respeto. Pero era muy atento, si a mí me veía con una taza de café él se ocupaba de buscar la azucarera y ponerme azúcar. Con Isabel era muy cordial, cariñoso y paternal.
¿Cómo era como paciente?
Estaba muy atento y había que explicarle todo. Fue consciente del problema grave de salud que tenía y nunca se quejó, nunca expresó miedo ni aún en los peores momentos, algo que siempre lo percibe el médico cuando el paciente está asustado.
LA ENFERMEDAD
Perón padecía una enfermedad vascular cardíaca. Un daño severo en la función mecánica del corazón. Dicha enfermedad ya estaba presente, pero no cabe duda alguna, afirmó Cossio, de que los hechos políticos que rodearon su vida el último año aceleraron el final.
El 10 de noviembre de 1973, ya siendo presidente, Perón realiza un viaje a Bahía Blanca y participa de un acto sobre el portaaviones 25 de Mayo. El resultado fue una infección respiratario. Días después, el 21 de noviembre y pese a estar medicado, sufre una taquicardia paroxística supraventricular. ""Este episodio -destaca Cossio- fue su primera manifestación seria cardíaca. Al día siguiente le realicé un electro y me dijo: "anoche la pasé canuta (mal)". Y a mi padre, cuando termina el edema de pulmón, esa misma madrugada, le dijo: "vi la guadaña cerca".
¿Le afectó el copamiento al cuartel de Azul del 20 de enero de 1974?
Tuvo una arritmia cardíaca. Al día siguiente fuí yo también quien le hizo un electro. Estábamos en Olivos y mientras le saco los electródos le dije: "!Que problema general!. Perón se sienta en la cama, se pasa la mano por el pelo y me dice: "doctor Cossio, al toro no se lo enfrenta cuando embiste, se lo voltea cuando ya pasó". Veinticuatro horas después echaba a los gobernadores de Buenos Aires, Oscar Bidegain y luego al de Córdoba, Ricardo Obregon Cano (ambos representantes de la izquierda peronista).
Luego de estos episodios, ¿Cómo continuó la salud de Perón?
Ahí empieza el ocaso del general Perón. Le afectan el acto del 1º de mayo de 1974 cuando echa a los montoneros; el viaje a Paraguay y el último discurso del 12 de junio. A partir de ahí comienza a sentir más dolores en el pecho que despiertan una angina de pecho progresiva que empeora la situación y que deviene en el letal tercer infarto del 1º de julio.
¿Siempre estuvo lúcido?
Perón hasta último momento estuvo lúcido. Sólo 48 horas antes de morir, por la medicación, tuvo momentos de sopor. Se le daba morfina para calmar la fatiga y los dolores que estaba teniendo.
¿Cómo fue el último día?
El 1º de julio, Perón estaba intubado y por la mañana comienzan a aparecer en los electros paros cardíacos transitorios. Se repite la situación, entonces se lo baja a Perón de la cama y se lo pone en el piso para realizarle las maniobras de resucitación. Luego de tres horas de masaje cardíaco fallece a las 13.15. El general muere en el piso no en una cama. Las historias que se contaron de un López Rega traspasando poderes a los pies de la cama es inexacta, es mentira, jamás existió y es parte de los tantos mitos contados sobre la muerte de Perón.