Tecnología

Pagos globales: simplificación en la interfaz, complejidad en la realidad

El ecosistema de pagos está experimentando una transformación sin precedentes, caracterizada por la digitalización, la fragmentación del mercado y el avance hacia transacciones instantáneas. Según el último informe sobre pagos globales de McKinsey, el volumen global de transacciones actual asciende a 1,8 cuatrillones de dólares; esto implica que incluso pequeños cambios en la forma en que se procesan estos pagos pueden tener un impacto fundamental en las empresas. En este contexto, la virtualización se va consolidando como una estrategia clave para gestionar la creciente complejidad del ecosistema de pagos.

Uno de los cambios más evidentes es la disminución del uso del efectivo, que según McKinsey ha caído un 80% respecto a los niveles de 2019, con una tasa de reducción anual promedio en torno al 4%. Esto representa una oportunidad para la digitalización, aunque con diferencias según la región. Para las empresas, la reducción en el uso de efectivo obliga a adaptar los modelos de pago actuales, incorporando soluciones que permitan transacciones rápidas y seguras, sin perder de vista al mismo tiempo la accesibilidad de los usuarios.

El crecimiento de los pagos digitales es otro fenómeno clave. En 2023, la industria alcanzó su récord histórico, con ingresos superiores a los 2,4 billones de dólares, pero para 2028 se proyecta un crecimiento anual de 5%. La digitalización de las transacciones comerciales y de consumo es el principal motor de esta expansión. Las empresas que optimicen sus sistemas de pago mediante plataformas virtualizadas podrán mejorar su eficiencia operativa y ofrecer una mejor experiencia al cliente.

Por otro lado, de acuerdo al reporte de McKinsey, las transferencias instantáneas van ganando terreno y se ven impulsadas por la demanda de pagos rápidos en sectores como la economía gig, el modelo laboral basado en trabajos temporales, flexibles y por encargo, en lugar de empleos tradicionales a tiempo completo (como Uber o Rappi en Argentina). Sin embargo, su implementación requiere una infraestructura sólida que se adapte a las normativas locales. En este sentido, las soluciones de pago virtualizadas permiten a las empresas modernizar sus sistemas sin necesidad de realizar inversiones masivas en tecnología propia, aprovechando plataformas de terceros que se especializan en procesamiento en tiempo real.

El informe también destaca la fragmentación de la cadena de valor de pagos, debido a la aparición de nuevos intermediarios que si bien mejoran la especialización del mercado, pueden aumentar los costos y la complejidad de las transacciones. Para las empresas, esto significa la necesidad de adoptar soluciones de integración que unifiquen los diferentes métodos de pago para garantizar interoperabilidad y al mismo tiempo reducir fricciones en la experiencia del usuario.

La regulación juega un papel muy importante en este escenario. Las autoridades están intensificando los controles para reducir el fraude y mejorar la protección del consumidor, lo que obliga a las empresas a adaptar sus sistemas a nuevas normativas. La virtualización de pagos permite una rápida actualización a estos cambios regulatorios, porque evita el ajuste de infraestructuras obsoletas (un proceso muy costoso) y garantiza el cumplimiento normativo.

Por último, McKinsey observa un cambio en la dinámica de ingresos del sector, con un desplazamiento del foco en el consumidor hacia los pagos comerciales. En todas las regiones, los ingresos por pagos comerciales están en aumento y ya representan el 35% del total de ingresos bancarios. Esto obliga a las empresas a ver los sistemas de pago no sólo como un servicio, sino como un activo estratégico para mejorar en competitividad, optimizar su flujo de caja y reducir costos operativos.

En este entorno de complejidad omnipresente, la virtualización emerge como una solución clave para simplificar la operativa de pagos, mejorar la eficiencia y garantizar la adaptabilidad a un mercado en evolución constante. Para McKinsey, los números hablan por sí solos. Las empresas que adopten esta estrategia no solo estarán mejor preparadas para afrontar los retos de la transformación en los sistemas de pago a nivel global, sino que también podrán capitalizar las oportunidades de crecimiento en un ecosistema de pagos más digitalizado y competitivo.

(*) General Manager para el Grupo Dinatech.