En el libro "Patafísica", Rafael Cippolini recorre la historia y las bases de la ciencia de las soluciones imaginarias, un saber inventado por Alfred Jarry a fines del 1800, que cimentó los movimientos estéticos más revulsivos del siglo XX y que en esta versión encuentra su primera edición en castellano.
En el texto, editado por Caja Negra, Cippolini intentó brindarle al lector "un libro patafísico y no sobre patafísica. La diferencia no es menor -asume- y en este caso diseñé un método lo más pedagógico posible".
NINGUNA REGLA
Distribuidos a lo largo de cinco extensos capítulos el lector encontrará recetas, lecciones y epístomes escritos por patafísicos aclamados y maestros del Colegio Patafísico, "fundado en Francia en el 1948 del calendario occidental y el año 75 de la era patafísica", aclara su compilador.
Los textos -todos traducidos por Margarita Martínez- también reúnen documentos escritos por "patasesores", es decir personas que con sus ideas funcionaron como predecesores de esta ciencia, entre otros Alphonse Allais, León Paul Fargue, Paul Valery y Erik Satie.
Según la definición oficial que se le dio a fines del siglo XIX, la patafísica es también la ciencia de las excepciones y las no reglas, "pero como para un patafísico todo es excepcional esa excepcionalidad se vuelve vulgar", explica Cippolini.
"Y al no haber nada más vulgar que la excepción, cualquier cosa, todo lo que existe puede ser su objeto de estudio, a partir de una metodología que tiene que ser tan exacta y exhaustiva como inútil", declama.
INUTILIDAD PRECIADA
También puede definirse la patafísica como el estudio de la inutilidad más exhaustiva, afirma, y ejemplifica con "una situación", la de un patafísico que "se dedicó a la marmitología vandálica o el estudio del uso vandálico que se le puede dar o se le dio históricamente a las marmitas (calderos u ollas)".
"En ese sentido es creencia extendida que esta ciencia tiene que ver con el azar surrealista, pero se trata de todo lo contrario -sostiene-. Si alguien debiera pensar qué clase de uso vandálico excepcional puede tener una marmita, un objeto en el que se puede cocinar caldo o mate, tendría que hacerlo desde parámetros inútiles, saberes que ninguna ciencia reclama".
"Los conocimientos de la inutilidad absoluta son valores muy preciados por los patafísicos, porque nos sacan de la obligada necesidad de darle utilidad a las cosas", asegura.
A su entender, "la conquista de la inutilidad es un valor porque permite ingresar a otro estado de las cosas, absolutamente diferente al de utilidad total que promueve el capitalismo donde todo tiene una función específica y un valor".
Se trata de "pensar el mundo desde la epistemología (estudio de las condiciones del saber) particular de la patafísica y así, por la vía de la excepcionalidad vulgar, poder revisar todo lo imaginable", sostiene Cippolini, una de las autoridades del Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires.
NO ES SURREALISMO
La diferencia con el surrealismo es que este último se pretendía como una estética de choque, mientras que la patafísica no es una estética, "se puede leer como cualquier cosa", continúa.
"Los surrealistas pensaban cambiar el mundo, el patafísico le interesa no cambiar nada porque los objetos pueden ser especiales y vulgares si se piensan distintos", sentencia Cippolini, para quien este libro funciona como herramienta para introducirse en el particular mundo de los estudiosos de esta ciencia.
A su criterio, este volumen -una pieza fundamental porque con el se editaron los primeros textos clásicos de patafísica traducidos al español- propone "un ejercicio particular del pensamiento y una forma de existir".