Entre los ejemplos de la nueva normalidad o el cambio de los tiempos en la salud, están los conceptos ligados al peso corporal y subsidiariamente a la imagen corporal. En la actualidad existe una fuerte campaña que, como muchas otras, buscaba inicialmente algo indudable como es desestigmatizar una condición de cualquier tipo que pudiera generar conductas discriminatorias u hostiles hacia la persona. Sin embargo, han ido mutando a intentar establecerse como concepto dominante. En este caso, algo considerado una patología, la obesidad, ha pasado de ser algo que busca evitar la discriminación a establecerse como nueva normalidad, con sus consecuencias para la salud.
Una presentación habitual en un congreso al abordar el tema de trastornos alimentarios (anorexia, bulimia, y demás.) era mostrar la evolución del concepto de belleza, en relación con las diferentes épocas y culturas. Así, la imagen de la modelo que ilustraba el tristemente célebre Titanic comparada con una modelo de los años ´90, difería en cuanto a la imagen corporal, a la relación entre las líneas trasversales y longitudinales del cuerpo, al peso, pero específicamente a un factor conocido como índice de masa corporal (IMC o Body Mass Index-BMI). Este factor considerado norma en la medicina, consiste en dividir el peso expresado en kilogramos (o libras) dividido al cuadrado de la altura expresada en metros (o pulgadas). Así, por ejemplo, una personas de 1.83 mts y 77 kg daría un IMC (BMI) de 23. Ese número que generaba diversas controversias, debido a la diferencia de tipos físicos, a variables étnicas (oh problema que el concepto de raza también haya sido cancelado), pero con las adaptaciones específicas es válido para considerar si una persona se encuentra dentro o fuera de la "normalidad" sana de peso. Si la franja 20/24-25 es normal, por debajo es considerado de bajo peso y por encima sobrepeso, llegando a circunstancias como por ejemplo el de una persona de 150 kg y 1.60 mts da 58 de IMC/BMI y consideramos que se trata de una obesidad mórbida. El valor de estos parámetros, relativos, parciales, que se debe adaptar a cada persona, era ayudar a entender por ejemplo que una mujer de 20 años 1.80 mts y 50 kg daba 15 y estaba en real peligro. En este caso estamos hablando de los casos de las peligrosas y algunas veces mortales anorexias. El interés de una norma, al igual que las variables de laboratorio, o tensión arterial o todas las de las tablas científicas en medicina es orientar y responden a millones de casos, en los cuales en este ejemplo pongo solo tres casos reales, pero permitían establecer una estructura terapéutica específica si era el caso necesario. Así es por ejemplo el de las obesidades mórbidas (en una oportunidad hemos sacado con ayuda de los bomberos y destruyendo una pared a una persona de 280 kg completamente inmovilizada), o de desnutrición extrema que ameritan un tratamiento de urgencia en el cual la emergentología, la medicina interna antecede a la psiquiatría. Es de notar que esta variable peso/altura, es parcial ya que no habla por ejemplo de masa magra, grasa corporal, toda vez que el músculo pesa más que el tejido adiposo, pero permite orientar, más allá de que en la mayoría de los casos la clínica ve lo evidente.
PELIGROSAS MODAS
Desde antiguo se sabe que la relación entre un peso relativamente normal a bajo y salud es clara. Inclusive ahora en las modas de los ayunos, ha vuelto sobre la escena una práctica milenaria que se observa en las diferentes culturas ancestrales y religiones. De hecho, los cristianos nos encontramos en época de cuaresma que es la temporada previa y de preparación a las pascuas en la cual el ayuno es parte substancial, que habitualmente no cumplimos, pero que sí lo hacen en otras culturas y religiones. Esa misma falta de concepto de sano/normal es parte del peligro de las modas, como es el de los regímenes o ayunos publicados en videos y redes sociales, sin control e indicación profesional.
Asociados al peso y la imagen corporal, han estado los cánones de belleza y eso se asoció, al menos parcialmente, con la aparición de una patología considerada en un momento ligada a factores culturales y sociales: la anorexia. Modelos de renombre mundial, comienzan a develar las brutales prácticas (ayunos, deshidratación, diuréticos, etc.) a las que se sometían, para exhibir físicos por momentos absolutamente inalcanzables y que generaban conductas imitativas patológicas.
Quizás en reacción a esto comenzó un saludable, en sus inicios, movimiento para aceptar el propio cuerpo, sea con mayor adiposidad, con un mayor IMC y que la belleza podría estar también asociada a estos modelos. Aceptarse y quererse, no compararse con ideales imposibles, era la idea. Hasta ahí el combate contra los prejuicios carece de perjuicios y es positivo.
Ahora en los últimos años, se han instalado movimientos de la mano de otros similares en los cuales el culto es hacia lo que en términos médicos es simplemente obesidad. Cualquier observación a esto o siquiera denominarlo obeso, tiene un calificativo "gordofóbico" y lo que antes era protección de la salud pasó a ser conducta discriminatoria. Cualquier médico recomienda a sus pacientes una buena alimentación, el control de su peso, y provee la información respecto al mismo como factor nocivo, cuando no causal de enfermedades metabólicas y cardiovasculares por ejemplo.
Esa nueva campaña de "nueva normalidad" intenta imponer una variable, otra vez no desde la ciencia, sino de la opinión o si se quiere desde lo social, ya que todo es considerado construcción social en detrimento de la biología. Los datos duros o concretos se consideran perimidos frente a la narrativa.
El problema es que las mismas personas que son víctima fácil en función de cierta fragilidad, hoy usamos vulnerabilidad, sea ligada a la etapa vital, a cuestiones personales, o simplemente su constitución caracterológica, tienden a imaginar que de la misma manera que antes había que adaptarse a cánones de delgadez extrema para ciertos biotipos, ahora la obesidad es belleza y es el nuevo estándar en salud. El problema es que más allá de las narrativas, las percepciones o las proclamas, la biología sigue siendo la misma y el problema de la obesidad en el mundo y sus consecuencias innumerables, han aumentado de manera preocupante. Un ejemplo es la epidemia de obesidad infantil y la creciente presencia de síndromes metabólicos, por ejemplo. De la misma manera que en otras áreas, en ésta es muy concreto que la nueva normalidad publicitada es algo que pone en peligro sus vidas y debiera hacernos preguntar cuál es el fin buscado.
No hay ignorantes inocentes cuando hay una campaña que insiste en algo que está probado lleva a la enfermedad. La pregunta de siempre, quién gana y qué gana, quizás nos permita comenzar a desandar el camino.