Opinión
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Necesitamos “padres adoptantes”

Jorge cuenta en la Asamblea que no puede hacerse cargo de sus tres hijos. Llora ante mí. Lo tomo de la mano me abraza al decirle que lo vamos a ayudar. Me emociono. Me agradece. Me dice que consumía con su padre y el ultimo raid lo encuentra simbólicamente en una plaza justo frente al Borda demolido por las piedras y las pipas del Crac y aparecen dos amigos a los cuales le pide que llamen a la madre par que lo ayude a salir de lo que era seguramente una entrada en el cementerio próxima.
Un paciente, mientras tanto, se levanta y me abraza y me cuenta como lo aceptamos luego que un distribuidor de fentanilo le asestó una puñalada en el pulmón por querer robarle en su desesperación abstinente esa “joya” tan apreciada por el en ese momento. Terapia intensiva fue la antesala de su agonía resuelta y luego una estadía actual con nosotros en donde, ahora, mejora a pasos agigantados tratando de agradecer, estudiar abogacía y poder ser padre de un hijo abandonado por la adicción.
Tratar hoy es “adoptar”, acoger con ternura y apego ante tanta inermidad y todo en un tiempo de soledades masivas. Las comunidades terapéuticas se han transformado, desde mi punto de vista, en “familias sustitutas” (una nueva familia de acogida).
Debemos confrontarnos ante al abandono de miles. O sea, estar disponibles. Hay miles así que vagan de plaza en plaza iniciando el camino de la delincuencia, el ingreso a bandas y van empezando a ser manejados por Padrinos y Amos de la Muerte.
Siempre hace falta un padre, si no lo hay surgirán los Padrinos del consumo que en su voracidad dominarán a muchos. Van desapareciendo como personas y se transformaran en “nadies”.
En el derecho romano la filiación biológica (genitor) apenas se tiene en cuenta si no es seguida por la designación por el gesto o la palabra. La paternidad natural no tiene significado en el derecho romano: “el niño que no es reconocido como su hijo por un hombre, aun cuando haya nacido de su esposa legitima y de sus actos carece de padre. Dejar en la indigencia a un hijo, ignorarlo por completo implica que ese niño no es su hijo y él no le debe nada”. De ahí el lema que repetimos siempre en estas columnas “solo es padre el que adopta”. Necesitamos padres adoptantes.

OCCIDENTE EN CRISIS
Pero hoy me voy a referir a la Familia que está en crisis en este momento de la civilización. El Occidente se edificó sobre tres columnas pétreas: el Derecho Romano, el saber griego y la espiritualidad judeocristiana. Todo esto parecería estar cayéndose a pedazos.
Nuestra sociedad parece cultivar (cultura como siembra) muerte. Los antiguos desde Aristóteles hasta Hegel hablaban de la transmisión de valores como eje de la vida. El gran tema es quien transmite notas de vida hoy: ¿la familia en crisis ?, ¿la escuela?, ¿el Estado? ¿Las Iglesias tan denostadas y temerosas hoy? El abandono se expande.
Las drogas aparecen ahí ante tanta orfandad de sentido como el “elixir venenoso” que se ofrece como pócima salvadora para llegar cuanto antes a “nuestro Infierno”.
Así van surgiendo nuevos “campos de concentración” ya no nazis ni stalinianos sino generados en el mundo del “hombre mercancía” (nuevo hombre individualista de esta postmodernidad “asesina” que se relame viendo “góndolas” de objetos apetecibles) o es masa manipulable de estados autocráticos y tiránicos (en el sentido griego de tiranía) en donde el ser humano no existe más que como un ser “domado”.

LA FAMILIA EN DESORDEN
Así titula un libro Elizabeth Roudinesco -de esos libros para leer con profundidad- una pensadora francesa que parece adelantar lo que nos está pasando. Cambiaron las vías de transmisión y una de ellas es la familia. ¿Quién la reemplazará?
Recordemos al gran antropólogo C. Levy Strauss maestro del siglo XX lo que nos decía sobre la importancia en la organización social de la familia: “la vida familiar está presente en todas las sociedades humanas; la familia de las sociedades modernas representa la unión más o menos duradera y socialmente aprobada de un hombre y una mujer y sus hijos, fenómeno universal presente en todos los tipos de sociedades. La alianza (la unión matrimonial) y por otro lado la filiación (los hijos) representan la base de la cultura”.
Según Levy Strauss: “la universalidad de la familia se basa en la concepción naturalista de la diferencia de los sexos; pero para la creación de la familia es necesaria otra condición: la existencia previa de otras dos familias, una dispuesta a proporcionar un hombre y otra una mujer que gracias a una unión matrimonial darán origen a una tercera y así indefinidamente. Así se transmite la vida perdurable y se funda una cierta organización social”.
EL “WOKISMO”
El “wokismo” es la nueva visión ideologizada de la realidad que surge con fuerza en Occidente a través de una triple grilla de lectura con base en la Universidad como eje de difusión reemplazando a la vieja fábrica del marxismo inicial:
A) La filosofía gramsciana (nueva modalidad del marxismo) donde la idea de clase se reemplaza por la de minoría y en la cual el cambio vendrá por derribar la base cultural de Occidente, incluido el concepto de vida familiar y de funciones parentales.
B) La relatividad como eje de todo con nuevas concepciones sobre la sexualidad, la maternidad, la unión sexual, el papel del hijo, la educación, una visión del consumo de drogas como el camino a la liberación cuando en realidad parece ser el inicio de una esclavitud, etc.
C) El maniqueísmo como confrontación permanente entre dominantes y dominados” como casi una religión universitaria ; el núcleo de proyección social es desde ahí y se cuenta un dato interesante como en la Universidad de Harvard la profesora de endocrinología Carole Hooven tuvo que renunciar porque no podía continuar enseñando verdades básicas tales como que la testosterona tiene efectos en el comportamiento que generan diferencias entre machos y hembras (consultar “La filosofía se ha vuelto loca. Un ensayo políticamente incorrecto”. Por J. Francois Braunstein, profesor en Universidad de Paris y Leonardo Orlando, politólogo y filósofo que enseña en Francia de nacionalidad argentino. Ediciones Ariel).
A partir de los 60 se impone la familia contemporánea o postmoderna de corta duración. La atribución de autoridad comienza a ser cada vez más problemática en correspondencia con el aumento de los “amores errantes” con la secuela de hijos “deshilachados” y abandonados, las separaciones cruentas con violencia y las recomposiciones conyugales inestables.

FAMILIAS CONSUMIDORAS
Dijimos antes que la familia también esta lesionada en su función por la multitud de patologías en su seno con patologías de personalidad, y también el consumo de drogas y tranquilizantes.
La entrada del consumo en la vida familiar es una realidad clínica (padres internados con sus hijos, hermanos, primos, etc.) y esto es paralelo a la caída de la noción de parentesco como producto de la postmodernidad y el joven queda naufragando en la Identidad colectiva en un mundo de “nadies” sin orientación. El “wokismo” está triunfando como filosofía de la existencia.
En nuestros registros el 40% de los tratados tienen familiares en carrera adictiva. La naturalización del consumo “pega” fuerte en el ámbito de las proximidades familiares alentando el deterioro educativo y el consumo por imitación.
A veces y los consumidores son padres que operan como modelos negativos a seguir y así se genera una falta de pertenencia y de Identidad. También es común el desempleo y la deserción escolar y la alta incidencia de conflictos y violencia en el núcleo familiar.
Las adicciones severas en el hogar son mayores según la calidad de empleo del jefe de hogar (baja del empleo pleno, aumento del empleo precario, subempleo, desocupado, inactivo). En el “empleo precario o inactivo” la venta de drogas es alta y se ha convertido en una fuente de ingresos.
Vivir en un hogar con problemas de consumo de sustancias y alcohol es un predictor significativo de malestar psicológico, mala calidad de sueño, infelicidad y carencia de red social. Las personas que viven en hogares donde la adicción al alcohol está presente tienen más chances de estar bajo tratamiento psicológico/psiquiátrico y sentirse sin apoyo de familiares o amigos que les demuestren afecto, que los aconsejen frente a problemas o los ayuden en cuestiones domésticas.
La cultura de la vida es reemplazada por la deserción de funciones claves en la estructuración de las personas en cultura de la Muerte y las funciones orientadoras quedan suplidas perversamente por Patrones del Mal que imponen una Ley Perversa a sus dominados (los “nadies” que pululan en la sociedad).