Espectáculos
La actriz trans regresa al Paseo La Plaza para presentar ‘Juira 2’, unipersonal que coescribió con Diego Reinhold

Marian Moretti: el poder del humor

En la obra, apela a la risa para exorcizar viejos fantasmas y reivindicar el lugar de la comunidad lgbti+ en la sociedad actual.

“No le tengo miedo al ridículo porque se rieron muchos años de mí”, dice Marian Moretti sentada a la mesa de un bar del barrio de Palermo. “Hace muchos años que me río de mí; de ese modo anulé el arma que tenían los demás para hacerlo”, asegura la actriz trans que mañana se presentará por segunda vez con ‘Juira 2’, un unipersonal dirigido por Diego Reinhold y escrito entre los dos, que ya se dio en enero y que sumó también otra función para el 27 de marzo, siempre en el Paseo La Plaza.

“Son historias que van a ser reconocibles para las personas y eso es lo que más me divierte y me atrae: cuando la gente encuentra identificación en lo que ve. Van a encontrar momentos que tomamos con Diego de mi vida, que han sido tragedias para mí y que con el tiempo se han transformado en comedia: momentos de la infancia, de cuando me crié viendo la tele pensando que lo que a mí me estaba sucediendo era una atrocidad para algunos programas. Ir creciendo con eso, con ese miedo de decir ‘soy una monstrua para la gente’”, explica mientras juega con la taza de café que tiene entre sus manos.

HACER REIR

-¿Por qué decidió hacer una segunda parte de ‘Juira’?

-¡¿Con qué necesidad?! (risas) Esa es la bajada, porque ‘Juira 1’ fue algo que hice desde la autogestión, fue súper orgánico en el sentido de que en un mes y medio conseguí una sala grande, lo terminé de escribir, lo produje y lo hice. Me fue muy bien, estuve un año y medio girando y en el Picadilly, estuve nominada al Estrella de Mar por ese espectáculo. Después hice ‘Exceso de señora’, con el que me fue muy bien también y cuando los productores se acercaron para decirme que querían hacer algo pensé en una fusión entre ‘Juira 1’ y ‘Exceso de señora’, pero en el medio de eso apareció el nombre de Diego Reinhold. Se suponía que iba a hacer la puesta en escena de lo que yo ya tenía, pero en el segundo ensayo empezamos a escribir un espectáculo totalmente nuevo.

-Usted siempre escribió sola, ¿cómo fue la experiencia de hacerlo con otra persona?

-Fue hermoso porque se dio muy natural. Fue sucediendo y creo que hoy ya somos amigos con Diego. Fluyó muy bien la acidez de él, su inteligencia, su cultura, y lo mío que es más de la impronta, la impunidad y demás. Hay una sinergia que se armó . Nos divertimos mucho, trabajamos muchísimo y creo que el público eso lo ve; estoy orgullosa.

-¿Cómo fue el recibimiento del público?

-Hermoso, con la sala explotada. En el saludo final dije: “Están siendo testigos de un nuevo hecho fundante en mi carrera profesional”. Y así lo vivo, porque esto es jugar en las grandes ligas. Hay detrás un gran equipo.

PERDER EL MIEDO

-¿No le da miedo quedar tan expuesta?

-No le tengo miedo al ridículo porque se rieron muchos años de mí y hace muchos años que me vengo riendo yo misma. Entonces anulé esa arma de los demás para hacerlo. Hay un límite que se corre y el unipersonal tiene algo que es un pro y un contra que es esto mismo: estás sola ahí arriba, si te pasa algo confiá en que algo va a suceder para que te salve. Igual acá también hay mucha contención, tengo muchas redes en este espectáculo. Pero, en definitiva, estás vos ahí, como decía Ringo Bonavena: cuando salís al ring hasta el banquito te quitan.

-¿Cómo fue el proceso para empezar a reírse de usted misma?

-Fue medio a la fuerza. Yo pensaba que no iba a poder salir, que no había lugar para mí en la sociedad, en la escuela, en la familia. Sentía que todo lo que me pasaba estaba mal, entonces uno lo bloquea, pero el sentimiento sale porque es eso: o explotar y morirse. Y en un momento de la vida dije: “Aunque viva un día más, lo voy a vivir como lo siento”. Después, cuando lo transitás no es tan tremendo, o sí, pero el deseo es más fuerte que el miedo y va ganando terreno. Cuando vi que podía hacer reír en la cotidiana, ahí dije: "¡Uh, esto es un recontra poder para exorcizar y para comunicarme!”.

-¿Qué papel ocupa el humor en su vida?

-Hoy como profesional es el modo que elijo de comunicarme. Como actriz empecé a entender la profundidad que tiene el humor, cosa que antes era más de “nos reímos y ya”, pero ahora entiendo también la responsabilidad que conlleva hacer humor y que el humor es cosa seria. Es una frase hecha, pero de verdad es cosa seria. Elegir una palabra u otra, el sonido que tiene, con qué cosas hacer humor y con qué cosas quizás no tanto. Hacer humor implica tener procesada mucha información para darle la vuelta a eso.

-Hoy que la comunidad lgbtiq+ tiene lugar en la ficción, ¿siente que las identidades se pueden sentir más identificadas?

-No lo suficiente. Estaba empezando a suceder algo interesante, no solamente porque alguien entrara en una serie sino desde el rol en que lo hacía, en un ámbito más sano, que es lo que somos; porque siento que hay una fantasía de cómo es ser una persona trans y nosotras tenemos la misma vida que todo el mundo: pagamos los mismos impuestos, nos levantamos, laburamos. Sin embargo, en este último tiempo esas ficciones que venían a contar historias lgbtiq+ han quedado truncas por el lineamiento global que está sucediendo sobre nuestras identidades, que no sé a quién le molesta. Evidentemente, sí molestamos, pero supérennos (risas). Hay algunos proyectos que se van a hacer pero es esto que digo: son noticia. A mí me gustaría que ya no fuéramos noticia. Sin duda, sigue convocando mucho lo que hace cada uno con su vida personal, impacta tanto como para anular el talento. Está siempre nuestra identidad por delante.