Espectáculos

Marcelo Subiotto, más allá de la espuma

Comprende la repercusión que ha tenido su labor en la película ‘Puan’, pero no lo desvelan los reconocimiento. Con más de cuarenta obras teatrales y varios filmes en su haber, sigue saliendo a escena con la expectativa de lo que le deparará la sala a oscuras. Protagoniza ‘Los pájaros’ en el Teatro del Pueblo.

“También comprendo la espuma de los momentos”, dirá en un rato Marcelo Subiotto. Actor con más de cuarenta obras de teatro a cuestas, una gran cantidad de filmes y programas de televisión, no tantos en cantidad pero sí muy prestigiosos. Sucede que este 2024 -y ya el año pasado- lo encuentran en un momento de mucho reconocimiento del afuera. De mucha espuma.
A Subiotto se lo podría considerar sin dudarlo como un verdadero crack del teatro argentino, pero el año pasado hubo una película, ‘Puan’, que describió de forma casi literal lo que se avecinaba en términos de recortes a la educación pública. Y el actor interpretaba a uno de los dos protagonistas -el otro es Leonardo Sbaraglia-. El éxito fue inmediato y se replicó este año al formar parte del catálogo de Amazon Prime.
En lo específico, para él significó alzarse nada menos que con premio a Mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián en 2023 gracias a su labor en el filme. Por muchísimo menos, varios y varias podrían subirse a algún tipo de pedestal. Pero Subiotto, claro, no se la cree. Se lo ve humilde a través del Zoom en la entrevista con La Prensa. Y también se lo percibe así, muy abierto, muy honesto, en escena en la obra ‘Los pájaros’ (domingos a las 20 en el Teatro del Pueblo). Allí interpreta a un artesano en rumbo; una especie de rockero cincuentón que se abre ante el público para contar las peripecias de su vida.
Se trata de una especie de road movie que el actor estrenó en 2019 en el Centro Cultural Rojas y que por la pandemia tuvo un pasar accidentado. Ahora puede verse por fin en una temporada completa en la nueva sede del Teatro del Pueblo, el mismo lugar donde Subiotto -junto con el director Adrián Canale- había fundado la sala Puerta Roja. En escena, el actor permanece casi siempre quieto. Sin embargo, con su carisma, cautiva a la audiencia. Y hace que el público se enganche con las desventuras de ese ser.
-Muy honestamente, usted se planta en el escenario.¿Fue una decisión de dirección, salió de usted, fue consensuado?
-Hay materiales que lo permiten, como éste, y hay otros que te piden otro tipo de registros. Acá hay algo de la esencia del teatro, como yo la entiendo, que tiene que ver con una comunicación muy transparente y muy honesta. Tanto de un lado como del otro. No es que uno se para ahí a desafiar: se para ahí a conectar y a comprender con el que quiera conectar, pero, si no querés conectar, te la bancás. Me parece que es un punto de partida de lo teatral, en sí mismo, que a mí me convoca para hacer obras.
-El director, Juan Ignacio González, es joven. También Ignacio Torres, el coautor.
-Antes de la pandemia, cuando la estrenamos, yo estaba interesado en trabajar con directores mucho más jóvenes que yo y se dio la oportunidad. Cuando me llegó este material lo empecé a trabajar con Juan. Incluso desde el estreno hasta acá lo cambiamos. Hoy tiene la forma definitiva pero necesitábamos que el trabajo quedase lo más limpio posible de cualquier tipo de exceso.
-Se nota la intención de que no haya nada de más en escena.
-Buscamos que nada me salve
como actor, que no haya ningún recurso que cubra algún vacío que pueda llegar a tener. Nada de excedernos con músicas o cuestiones espaciales. Yo quería estar en ese riesgo del vacío. Y extremarlo. Todo eso se trabajó muchísimo.

SER LIBRE
-¿Qué lo cautivó del personaje?

-Me disparaba un color que tiene cierta honestidad, cierta forma de vivir libre entre comillas, una forma de estar en el mundo. Hay algo de esa verborragia de un rockero de los ‘70. El tipo está acostumbrado a estar parado en el mundo de una manera, a su forma de entender, libre. -Y en un momento se le vino el mundo abajo.
-Viste que el espectáculo tiene esa cosa de que arranca, te habla de un viaje, de una moto, y vos a los diez minutos ya no ves nada. Es un hombre que está en un mismo lugar y ahí te vas dando cuenta de que la cosa pasa por otro lado.
-La gente lo disfruta mucho. Salen conmovidos e interesados.
-Estamos muy contentos porque la recepción es muy buena. Y por primera vez estamos haciendo una temporada, como queríamos.
-Además, en este espacio tan importante para usted, esas paredes de Puerta Roja.
-Eso es una alegría total. Fue nuestro de 2002 hasta fines de 2014. Parte de nuestra historia pasa por ahí. Pensar que cuando nosotros lo alquilamos, en el lugar funcionaba una importadora. Y fundamos ese teatro y ahora es la nueva sede del Teatro del Pueblo, con su tradición. Cierra por todos lados.

EL PRESENTE
-¿Cree que ‘Los pájaros’, al igual que ‘Puan’, dialoga con el presente? ¿Hay algo de este rockero que se vincule con esto que nos está pasando?
-No creo que sea una obra que dialogue con el presente, aunque paradójicamente es presente puro, pero no con el presente en términos de lo social o político que nos toca vivir. Si dialoga, es para encontrarnos con el espectador en un campo muy profundo de lo humano y de lo poético. En un presente tan hostil como en el que vivimos es una forma de decir ‘hay más capas en esto que se llama vida’; y, justamente, las actividades artísticas tienen eso, no sé si como tarea, pero lo posibilitan. El teatro multiplica sentidos a la realidad que nos toca vivir y permite hacer preguntas que en otro lugar no van a salir.
Repito, si hay un diálogo con este presente tan hostil es ese: ofrecer una mirada luminosa.
-Muchas veces nos olvidamos de esa mirada en la vorágine.
-Es que el teatro tiene eso: te obliga a otra dimensión del tiempo y del encuentro. Muy distinto a lo que sucede en esta época de velocidad despojada.
-‘Puan’, sin quererlo (se pergeñó varios años antes de su estreno el año pasado), calzó con el presente. ¿Cómo lo encuentra a usted el fenomenal éxito? Lo ubicó en un lugar de mucha exposición y halagos.
-En cierta medida, la película se convirtió casi en un documental de la realidad. No tengo una reflexión sobre esto porque es un fenómeno que todavía está sucediendo. La repercusión ha excedido las expectativas de todos.
Tiene los ingredientes que una película necesita y eso tiene que ver con María Alché y Benjamín Naishtat, los directores. La película no trasciende si no tiene los atractivos artísticos para que suceda. Si se tratara solo de un panfleto, duraría lo que dura ese panfleto. Esta es una obra de arte.
-Y a usted, como actor...Tanto reconocimiento, ¿qué le provoca?
-Soy una persona que hace mucho que está en esto y también comprendo la espuma de los momentos. Siempre estoy pensando en qué es lo nuevo, qué viene. Un actor está siempre pensando en eso. La vida sigue. Esta película y este personaje han sido para mí un regalo. Esto me llegó en un momento actoral en el que yo ya había hecho muchas películas y sentía que todo eso que había aprendido podía volcarlo en un filme. Y así se dio.
-Por lo pronto, a seguir disfrutando del contacto directo con el público con ‘Los pájaros’.
-Efectivamente. Vamos a estar hasta junio. Tengo un proyecto en el Teatro San Martín a mitad de año, pero la idea es sostenerla después. Es una experiencia de la que no quiero bajarme.