El presidente Mauricio Macri y el papa Francisco se volverán a verse el sábado 15 en el Vaticano, encuentro al que el mandatario concurrirá, por primera vez, con parte de su familia ensamblada, pues además su esposa Juliana Awada y la pequeña Antonia, que tienen en común, estará acompañado por Agustina y Valentina, dos hijas de matrimonios anteriores de ambos.
La cuidadosa selección de la comitiva que acompañará a Macri al Vaticano tiene que ver con el tono más informal y distendido que el Gobierno quiere imprimirle al nuevo encuentro con el papa Jorge Bergoglio, luego de la reunión protocolar que mantuvieron el 27 de febrero pasado en la biblioteca privada del Palacio Apostólico del Vaticano.
Fuentes oficiales confirmaron que Macri partirá el próximo jueves rumbo a Roma, acompañado por Awada y tres hijas de la pareja: Antonia, que cumple 5 años el lunes; Agustina (de 33), hija mayor del Presidente y fruto de su primer matrimonio con Ivonne Bordeu; y Valentina (de 13), que Awada tuvo con el conde belga Bruno Barbier.
Para la cita con Francisco, el sábado 15 a las 10.30 de Roma (5.30 de la Argentina) en el estudio anexo al complejo del Aula Pablo VI, sólo completará la sobria comitiva el embajador argentino ante la Santa Sede, Rogelio Pfirter.
No obstante, también viajarán con Macri la canciller Susana Malcorra; el secretario de Asuntos Exteriores, Fulvio Pompeo; el secretario de Culto, Santiago de Estrada, y el subsecretario del área, Alfredo Abriani, quienes participarán del encuentro con Francisco, pero estarán en la ceremonia de canonización del 'cura gaucho' José Gabriel Brochero que encabezará el Papa el domingo en la Plaza San Pedro.
Malcorra destacó anoche que el Gobierno tiene una "gran expectativa de que habrá una buena conversación" entre los dos líderes, quienes mantendrán primero una "reunión privada" a agenda abierta y, luego, se abrirá el encuentro a la delegación que acompaña al mandatario.
"La relación entre ellos data de mucho tiempo. Compartieron un espacio común (la ciudad de Buenos Aires). Tienen una relación cordial pero no íntima. Tengo gran expectativa que será una buena conversación", expresó la titular del Palacio San Martín, en declaraciones al programa "Intratables" de América TV.
Las señales de distensión también vinieron desde Roma: en el Gobierno se leyó como una buena y tranquilizadora señal el video mensaje de once minutos que Francisco envió a la Argentina el viernes pasado, en el que ratificó que no podrá visitar el país tampoco en 2017 por compromisos ya asumidos, y en el que pidió a los argentinos que "se ponga la Patria al hombro" y trabaje para crear la "cultura del encuentro".
"Me parece muy bien que haya adelantado que no viene. Es un año electoral acá y decidir en qué momento viene es algo muy complicado. Razonablemente debería venir después de las elecciones de acá pero, como luego comienza el proceso electoral en Chile, coordinar esas dos agendas es complicado", admitió Malcorra, conocedora de las prácticas de la Santa Sede de no hacer viajes a países que tienen años electorales.
Es que Francisco siempre pensó en el retorno a su país natal como un viaje apostólico de "unidad" junto con Chile y Uruguay, rememorando el periplo que hizo Juan Pablo II en 1987 por el Cono Sur.
Tras los comicios legislativos en Argentina, previstos para octubre del año próximo, Chile realizará en noviembre su elección presidencial, en conjunto con la elección de diputados y senadores, y una probable segunda vuelta prevista para diciembre.
Otra señal de que el encuentro marchará por los carriles correctos es el lugar elegido por el papa Francisco para el encuentro, lo que reafirma la intención de ambas partes de darle un carácter menos protocolar a la cumbre.
Usualmente, el pontífice llega a pie desde la vecina residencia de Santa Marta y en la puerta del Aula Paulo VI el mandatario es esperado por un piquete de honor de la guardia Suiza y el prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gaenswein.
Recién entonces, tras los saludos protocolares, Macri y Francisco quedarán frente a frente en el pequeño estudio, donde una reproducción de la Virgen de Luján -patrona de la Argentina- los mirará desde una de las esquinas hasta que pasen a la sala contigua para la presentación de la delegación y el tradicional intercambio de regalos.
La visita del Presidente coincidirá con la canonización del cura Brochero, quien será elevado a los altares el domingo 16 desde las 10.15 de Roma (5.15 de Argentina) en una ceremonia que presidirá Francisco en la Plaza San Pedro, que será declarada por el Poder Ejecutivo de “interés nacional” y para la que llegarán al Vaticano más de 800 peregrinos argentinos.
Previamente, el miércoles 12, llegarán a Roma el obispo de Cruz del Eje e impulsor de la canonización de Brochero, Santiago Olivera, junto a 36 obispos, seis sacerdotes y cinco diáconos de todo el país, según informó el religioso.
Así, apenas Francisco pronuncie en latín en la Plaza San Pedro la fórmula de la canonización, pidiendo que Brochero "sea devotamente honrados entre los santos", el "cura gaucho" se convertirá en el primer santo nacido y muerto en el país.
Luego de la reunión con Macri y de la canonización de Brochero, Francisco recibirá -entre el lunes 17 y el martes 18- a la comisión ejecutiva del Episcopado argentino, presidida por el arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, "por primera vez en pleno y como tal", según confirmaron fuentes episcopales.