Ciencia y Salud

Ludopatía de la inversión: cuando el trading y las criptoinversiones se convierten en una adicción

"O Fortuna, velut luna, statu variabilis,
semper crescis aut decrescis."
("O Fortuna, lcomo la luna, siempre variable, creciendo y decreciendo”) 
Carmina Burana- Carl Orff

Esta semana se celebró el Día Internacional del Juego Responsable, antes conocido día para concientizar sobre la ludopatía. La ludopatía, la patología del juego (ludos), que se denominaba usando los términos jugador compulsivo o patológico, ha sido tradicionalmente asociada con los que poblaban casinos, apuestas deportivas y otros juegos de azar. En particular con los juegos de apuestas está instalada la idea mágica que el destino puede tocarnos con la varita también mágica y pasar de la noche a la mañana, hoy sería más apropiado hablar de instantáneamente, a que, al modificar la cantidad de dinero que tendríamos, cambia por completo nuestra vida. 
El uso popular de “se sacó la grande” por la lotería, o en nuestro medio, ganó el “Prode”, por pronósticos deportivos en el fútbol que hicieron furor en los años 70, indicaba que alguien había cambiado su vida de manera categórica. La Diosa había intervenido a nuestro favor… pero esto podía cambiar súbitamente. Apostar, jugar es una de las tantas variables en la que se expresa la cultura de una determinada sociedad según el tiempo y lugar, como se puede ver en la literatura y la historia (Fyodor Dostoyevsky la Epilepsia y la ludopatía) 
En tiempos actuales, desde la masificación de internet en dispositivos móviles, las apuestas han tomado todas las formas posibles, con variables impensadas hace algún tiempo, pero que estimulan la posibilidad de consumir ese producto, que es la emoción, el estímulo que genera la fantasía de cambio existencial, de ser tocado por los dioses, hubiesen dicho los antiguos. ¡Oh (Diosa) Fortuna!, nos señala Carl Orff en Carmina Burana, obra basada en poemas medievales. 
Ese modelo de pensamiento mágico ha emergido, en los últimos años, bajo una forma menos reconocida como juego patológico, pero igualmente destructiva: las inversiones, en particular las online. Estas que pueden llegar fácilmente a ser compulsivas, se presentan bajo forma de una diversidad de variables interminables que terminan siendo cripticas, difíciles para entender para quienes no participan de eso, de la misma manera que lo son ciertas modalidades de juego tradicional para el que es ajeno a ello. 
No casualmente una de la “vedettes” de esta modalidad, los criptoactivos, son extremadamente crípticos para el no iniciado (aunque el origen de la palabra se refiere al sistema que es encriptado). Ese aspecto oculto, críptico, escondido para la mayoría, es lo que le agrega más adrenalina. Hay otras modalidades, pero la base es la misma, es desconocido por la mayoría, se basa en el pensamiento mágico y en definitiva es la promesa de la posibilidad, ya no de enriquecimiento rápido, sino del acceso a riquezas que pueden superar hasta lo obtenido en fantasías delictivas. Antiguamente para un potencial ganador de la lotería o Prode, o más cercanamente ruleta, lotería, la fantasía podía ser comprarse un auto, o instalar un negocio, o inclusive, si la Diosa Fortuna era complaciente, adquirir una casa. Hoy, en esta modalidad de juego, las ganancias son relativas a ser millonario o quizás lo que llamábamos antes multimillonario y más recientemente billonario. No hay límite, no hay techo, con lo que al igual que las drogas sintéticas de los últimos años, el potencial adictivo es superlativo. 
Cada vez más personas, especialmente aquellas con predisposición a la ludopatía, están canalizando su impulso de riesgo hacia supuestas oportunidades de inversión promovidas por influencers, cursos en redes sociales y plataformas que prometen retornos extraordinarios con mínima experiencia. No causalmente mientras que de alguna manera en los métodos tradicionales mencionados la población era adulta e inclusive tercera edad, hoy los que están en la mira son jóvenes e inclusive adolescentes y hasta niños. 
Una normativa presentada en nuestro país propone bajar la edad en la que alguien puede “invertir” de los 18 años a los 13. Esto sin duda va de la mano de otras normas que proponen bajar la edad de diversas cuestiones, en la cuales bajo la excusa de fomentar los derechos y beneficios de esta franja etaria (en este caso la posibilidad de adquirir educación financiara, algo que descontextualizado es positivo). 
Este tema es un signo de los tiempos, y los vemos en diferentes cuestiones en las cuales se busca un público consumidor, un mercado, nuevo, con la facilidad de las bajas defensas que implica el estadio evolutivo. Este tema de los nuevos mercados infantiles es uno que amerita abordarlo en profundidad.
En cuanto al juego y las inversiones que terminan afectando al individuo, cuando ese juego deja de ser un juego placentero y pasa a ser uno de autodestrucción, como se mencionó en estos días una “ruleta rusa”: ¿Cuál es la psicología del jugador compulsivo y/o del inversionista/jugador?
Los jugadores compulsivos y los inversionistas que buscan ganancias rápidas comparten una serie de rasgos comunes:
1. Pensamiento mágico. El pensamiento lógico racional se ve sustituido por uno emocional/mágico poblado de sesgos cognitivos. Es interesante aprender que Charles Ponzi, el creador del esquema de estafas piramidal que lleva su nombre no solo estafó a otros, sino que el mismo compartía esa modalidad de pensamiento.
2. Búsqueda de estimulación/dopamina: apostar a riesgo dinero y de alguna manera todo lo que sostiene de manera material la existencia, y la posibilidad de ganancia o pérdida rápida (lo quiero todo y lo quiero ahora) generan una respuesta que es percibida orgánicamente y corresponde a un aumento de neurotransmisores excitatorios como son las catecolaminas (adrenalina, dopamina). El circuito de recompensa funcionando a pleno y así un compulsivo circuito en el cual la recompensa es huir del castigo que implica la ausencia de esa recompensa fantaseada mágicamente. Cada apuesta o inversión es la expectativa que ya no se mide por algo concreto sino una fantasía que modificará la vida y también la necesidad de corriendo desesperadamente tras el placer imaginario, huir de la temida frustración que será un castigo.
3. Sesgo de supervivencia: Estas personas tienden a centrarse en las historias de éxito y en los casos de "traders" que han logrado grandes fortunas, ignorando la gran cantidad de individuos que han perdido todo en el proceso. De allí vemos la infinidad de personajes, nuevos Ponzis, que prometen ganancias que superan toda lógica, pero al sestar en el territorio del pensamiento mágico son validadas.
4. Ilusión de control: Los apostadores compulsivos creen que pueden vencer el azar si encuentran "patrones" en los juegos de azar. De manera similar, los inversores compulsivos creen que pueden encontrar estrategias infalibles en mercados altamente volátiles como las criptomonedas. En este contexto muchos de los influencers deben su fortuna a la venta de cursos y no a la habilidad como inversores, con lo cual es un sistema piramidal en el cual no se vende otra cosa que un método para vender… métodos.
5. Negación de pérdidas: Cuando un jugador pierde, a menudo busca recuperar el dinero apostando aún más. El inversionista impulsivo hace lo mismo: si una operación le genera pérdidas, suele doblar su apuesta en un intento desesperado de recuperar lo perdido, lo que puede llevarlo a la ruina.

EL MARKETING DE LAS INVERSIONES
Los cursos y gurús de inversiones en redes sociales han explotado esta vulnerabilidad psicológica, vendiendo la idea de que cualquiera puede hacerse millonario si sigue "el método correcto". Los influencers del trading suelen mostrar vidas lujosas, autos de alta gama y un estilo de vida sin preocupaciones, generando en sus seguidores la idea de que la inversión en criptomonedas, Forex u otros activos es un camino directo al éxito financiero.
Sin embargo, estos cursos raramente mencionan la realidad estadística: la mayoría de los traders minoristas pierden dinero, y las criptomonedas son extremadamente volátiles, con movimientos impredecibles que no pueden controlarse con simples estrategias enseñadas en un video de YouTube.

"DAY TRADING" COMO CASINO FINANCIERO
El trading de alta frecuencia o "Day trading" es una de las formas más claras en que la inversión se transforma en una forma de juego de azar. En lugar de analizar activos con una visión a largo plazo, muchos traders operan como si estuvieran en una mesa de póker, buscando movimientos rápidos del mercado para obtener beneficios en minutos u horas. La repetición constante de esta actividad refuerza el comportamiento adictivo, en el que cada pequeña victoria genera una sensación de éxito que motiva al inversionista a seguir operando, incluso cuando en el balance general sus pérdidas superan sus ganancias.
Consecuencias de la inversión compulsiva:
La inversión descontrolada no solo puede llevar a la ruina financiera, sino que también tiene impactos psicológicos profundos, tales como:
• Ansiedad y estrés extremo: La volatilidad del mercado y las pérdidas inesperadas generan un estado de ansiedad constante.
• Problemas familiares y sociales: La obsesión por recuperar el dinero perdido puede llevar a la negligencia en las relaciones personales.
• Endeudamiento y ruina económica: Muchos traders impulsivos terminan usando tarjetas de crédito o tomando préstamos para seguir invirtiendo, cayendo en una espiral de deudas.
Diferencias entre inversión legítima y ludopatía disfrazada:
No todas las inversiones son problemáticas. La inversión tradicional, inclusive la de los instrumentos actuales como son los ligados a tecnología Blockchain, basada en estrategias de largo plazo y en la diversificación del portafolio, tienen una base racional y buscan generar riqueza de manera sostenida. En este contexto las estrategias cognitivo-comportamentales ligadas al llamado placer postergado, o recompensa diferida, son las que, si bien postergan la inmediatez de la recompensa, aseguran mayores probabilidades de éxito. 
El contexto es similar a buscar eternamente ser un experto en un terreno por buscar información hoy por internet o IA, frente a la postergación que implica un estudio a mediano o largo plazo. La capacidad de aprender y en ese aprendizaje entre otras renunciar o poder sostener la ansiedad de la retribución inmediata funciona en todas las áreas incluidas y, en particular, las inversiones. En este terreno, la vida y estrategia de Warren Buffet, el “oráculo de Omaha”, uno de los hombres más ricos del mundo y quizás el inversor que más lo sea, merece ser estudiada. Aún a poco de cumplir 95 años, sí hace algo compulsivamente y es estudiar.
Otro inversor al modelo de los actuales asociado juego y delito decía:
El Viejo juego de robarle a Pedro para pagarle a Pablo -C. Ponzi 
Algunos indicadores de que una inversión se ha convertido en una adicción incluyen:
*Sentir una necesidad incontrolable de controlar operaciones constantemente. 
*Experimentar fuertes cambios de ánimo, incluso con episodios de pasaje al acto, al ganar o perder.
*Ocultar actividades, pero especialmente pérdidas al núcleo íntimo.
*Endeudarse o entrar en actividades delictivas para seguir invirtiendo y tener su “revancha”. En este sentido muchos estafadores prometen que recuperaran el dinero…cosa que nunca pasa.
*Perder interés en actividades fuera del mundo financiero.
 

LLAMADO A LA PRUDENCIA
El auge de las nuevas posibilidades e instrumentos para inversiones ha creado un nuevo tipo de comportamiento compulsivo-adictivo similar a la ludopatía, pero disfrazada bajo un manto de seriedad y actividad no lúdica, por lo tanto, valida. La diferencia entre un inversionista y un jugador compulsivo radica en la planificación, la racionalidad y el control de las emociones. Antes de lanzarse a cualquier "oportunidad de inversión", es esencial preguntarse: ¿Estoy invirtiendo de manera racional o simplemente apostando con la esperanza de un golpe de suerte?
Las inversiones deben ser un medio para construir riqueza a largo plazo, no un juego de azar que consume vidas y destruye economías personales. La educación financiera y la regulación de estos mercados son fundamentales para evitar que más personas caigan en la trampa de la ludopatía disfrazada de inversión.
 

Tan seguro como que estoy vivo, sé que lo voy a recuperar
Aleksey Ivanovich en El jugador- Dostoyevsky