Ciencia y Salud

Los traumas se "enquistan bajo la piel"

Los traumas infantiles son experiencias significativas que un niño puede enfrentar y que tienen la capacidad de afectar su desarrollo emocional y psicológico a largo plazo. 
La palabra trauma literalmente significa “golpe”, todo trauma es una experiencia intensa que puede alterar significativamente la manera de percibir las cosas y el bienestar de una persona, un golpe que marca profundamente su mente y cuerpo, más allá si el evento es percibido inicialmente como positivo o negativo.
Los traumas se "enquistan bajo la piel", metafóricamente, se integran profundamente en la mente inconsciente y el cuerpo, afectando a la persona de maneras muchas veces imperceptibles a simple vista.
La infancia es un período crucial en el que se forman las bases de la personalidad y bienestar emocional. Durante esta etapa, el cerebro es extremadamente plástico y sensible a las experiencias, aún no está completamente formado el lóbulo pre frontal del cerebro, por lo cual no existe la capacidad de filtrar lo que hace bien y lo que hace mal. 
Los traumas infantiles, tales como abuso físico, emocional o sexual, negligencia, violencia doméstica, o la pérdida de un ser querido, pueden alterar esta etapa crítica de desarrollo. Los niños que han sufrido estos traumas tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar problemas ligados a la ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y trastornos de personalidad.
El trauma en la vida de una persona puede ser tan profundo que incluso cuando se llega a adulto, las personas pueden seguir experimentando las secuelas de estas experiencias tempranas. 
El cerebro, en su intento de proteger a la persona, puede borrar información dolorosa y desarrollar patrones de pensamiento y comportamiento que se vuelven disfuncionales y que son difíciles de cambiar. 
Las consecuencias de los traumas infantiles pueden durar toda la vida. Estos traumas pueden surgir de muchas maneras,  problemas de relación, dificultades para regular las emociones, baja autoestima, y una mayor vulnerabilidad a enfermedades físicas. 
Investigaciones han demostrado que el estrés crónico durante la infancia puede alterar el sistema nervioso y endocrino, llevando a una mayor predisposición a enfermedades crónicas en la adultez.
Además, los traumas infantiles pueden afectar la capacidad de una persona para construir relaciones saludables y seguras. La confianza en los demás y en uno mismo puede verse seriamente comprometida, lo que puede llevar a patrones de relación poco saludables y a una perpetuación del ciclo de trauma en las generaciones futuras.
Es posible superar los traumas infantiles y llevar una vida plena y saludable. La terapia psicológica es una herramienta fundamental en este proceso. Además de la terapia, el apoyo social es crucial. 
Las relaciones positivas con amigos, familiares y comunidades pueden proporcionar el apoyo emocional necesario para la recuperación. Participar en actividades que promuevan el bienestar, como el ejercicio, la meditación, y hobbies creativos, también puede ser beneficioso.
Finalmente, la educación y la conciencia sobre los efectos de los traumas infantiles son esenciales para la prevención y la intervención temprana. Crear entornos seguros y de apoyo para los niños, y brindar recursos y apoyo a las familias en riesgo, puede reducir significativamente la incidencia de traumas infantiles y sus efectos a largo plazo.
La prevención es una de las herramientas más importantes para reducir los traumas infantiles. Crear entornos seguros y de apoyo para los niños, tanto en el hogar como en la escuela, es fundamental. Me refiero con esto a tener prácticas de crianza positiva, donde se apoyen las potencialidades de ese niño, el fortalecimiento de las habilidades de resolución de conflictos, y la creación de redes de apoyo. 
Los adultos deben estar atentos a las señales de abuso o negligencia y actuar de manera oportuna para proteger a los niños. Llegar a tiempo puede marcar una gran diferencia, evitando que experiencias negativas se conviertan en traumas a largo plazo y permitiendo que los niños crezcan en un ambiente saludable y seguro.
Los traumas infantiles son experiencias profundas y dolorosas que pueden tener consecuencias duraderas en la vida de una persona. Sin embargo, con la intervención adecuada y el apoyo necesario, es posible superar estos traumas y vivir una vida con esperanza y resiliencia.
 

Dr. Flavio Calvo (M.N. 66.869)
Doctor en psicología, docente, tallerista y autor