Eran las 6.30 de la mañana del sábado 30 de mayo cuando el primer rayo del sol dio la bienvenida a un hecho histórico y sin precedentes en la historia del país. Ese día, a esa hora, los indios ranqueles fundaron su Nación sobre 2.500 ha. de tierras, con 24 casas, una escuela y un hospital, construidas por la administración del gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá.
La historia empezó en agosto de 2007 cuando Rodríguez Saá restituyó las tierras a los ranqueles, una comunidad que el 26 de octubre de 1978 sufrió una de las peores avanzadas militares cuando el teniente coronel Rudesindo Roca fusiló más de 50 ranqueles durante un operativo en Pozo de Cuadril, en Villa Mercedes.
El sábado, el recuerdo de esa masacre acompañó el nacimiento del pueblo "Rancul-che", a 178 kilómetros al sur de San Luis capital, pero no empañó una ceremonia donde la tradición y el respeto por los ancestros se realizó en privado y en un acto íntimo que captó la atención de los más de mil asistentes.
GRITO RANQUEL
En "Rancul-Che" se encuentran dos comunidades: "Lonko Guayki Gner", que encabeza el lonco (cacique) José Barreiro; y "Manuel Baigorría", cuyo jefe es el lonco Walter Moyeta. A la una de la mañana y con una temperatura de 6 grados, Rodríguez Saá y su gabinete compartieron un asado de potro con los miembros de las comunidades ranqueles puntanas, de La Pampa, Córdoba y Mendoza.
A las 5.30 abandonaron la carpa climatizada hacia el medio del campo donde se realizó la ceremonia del "Nguillatun", o rogativa en español. Se trata de una invocación a los espíritus ancestrales quienes proveen la protección y la fuerza a los ranqueles, según explicó a La Prensa, el jefe de Congreso de Loncos, Oscar Guala.
La comunidad ranquel, ataviada con sus clásicos ponchos y las banderas multicolores que contrastaban con los caldenes provinciales, avanzó hasta el rehué (mástil de madera), mientras que los "Huinca" (Hombre Blanco) debían permanecer a la distancia. Fotógrafos y camarógrafos esperaban el inicio de la ceremonia pero los ranqueles prohibieron tomar imágenes.
Los únicos que pudieron participar fueron el gobernador, y su hermana, María Elena, ya que ambos poseen ascendencia ranquel. Formados en semicírculo, la "machi", Ana María Domínguez, dio inicio a la ceremonia: encendió el fuego y comenzó una oración mitad en español, mitad nativo que los aborígenes corearon con el clásico grito ranquel, un grito que reúne "todas las voces apagadas por la criminal acción de una conquista sangrienta".
El rehuén fue cubierto con las banderas y la "machi" entregó un puñado de tierra a los loncos que volvieron a arrojarla al suelo. Dieron 4 vueltas alrededor del rehuén (el cuatro es un número sagrado: cuatro son las estaciones del año y cuatro los puntos cardinales). Ya con el sol asomando, los brazos en alto y el grito sonando cada vez más fuerte, la Nación Ranquel quedó fundada en el corazón de San Luis.
DERECHOS RECONOCIDOS
Jorge Lauen Correas es el lonco de la comunidad Kuien Like (Luna de Plata) de Mendoza, profundamente emocionado explica a La Prensa "la alegría es tremenda, debería ser imitado por el resto de los gobernadores. Ya pedimos la copia del proyecto legislativo para hacer lo mismo".
Es que tal como explicó el gobernador puntano a La Prensa los ranqueles ahora "son una Nación y como tal se les reconocen todos los derechos. La Policía puntana, por ejemplo, no puede ingresar a su territorio".
-¿Qué pasa si algunas de las normas ranqueles chocan con las nacionales?
-Y tendríamos que ir al Congreso. La interpretación de la ley penal puede ser un tema que necesite la opinión de la Nación.
-Considera que el resto de las provincias deberían imitar lo que San Luis hizo por las comunidades originarias.
-No sé si imitar, pero sí preocuparse, abrir la agenda a las comunidades originarias. Es muy triste lo que pasó. Acá ha habido un genocidio, luego un ninguneo. Hay que devolverles no sólo los bienes usurpados, sino la posibilidad de que recuperen su historia.
El día estaba terminando pero la emoción de los loncos anfitriones y de los ranqueles hacia el gobernador no tenía límites: le regalaron unas boleadoras, una lanza, lo reconocieron como un par, con derechos ranqueles "por los lazos sanguíneos aborígenes detectados" y el lonco Walter Moyeta con voz quebrada, de espalda al público y mirando a Rodríguez Saá a los ojos, emocionó a todos al decir: "A mi me va a ser poca la vida para terminar de agradecer lo que ha hecho por nosotros".