El peronismo de Alberto y Cristina se dispone a aprobar el aborto. Hará el intento de manera expeditiva, y con menos sutilezas que las que tuvieron en 2018 sus presuntos adversarios macristas, que no aprendieron de aquella derrota que fracturó a su electorado. Pero debemos ser comprensivos con ellos:
Es curioso este peronismo del aborto. Si a algo no le teme es a la contradicción. Este año, por ejemplo, encerraron a todo un país durante ocho meses con la excusa apremiante de proteger la vida a cualquier costo. Ahora, sin ponerse colorados,
La retórica de estos peronistas del siglo XXI es nacionalista, como lo era la de su fundador y líder máximo, y la de todos sus grandes dirigentes históricos. Eso pregonan. Al momento de actuar, en cambio,
Vagamente, es cierto, este peronismo dice admirar la figura de Eva Perón. Reivindica el discurso clasista de la abanderada de los humildes, sus exabruptos que incitaban al rencor y a la división, incluso a la violencia. Pero de la otra Evita, la que defendía la maternidad, la familia y la sumisión de la mujer al varón (atención feministas), de esa no hablan ni quieren que se la recuerden.
Las contradicciones abundan. Este peronismo maldice al FMI y al Banco Mundial, pero acepta sus planes globalistas, uno de los cuales es el aborto.
Este peronismo gobierna un país cada vez más empobrecido y despoblado. Y aun así no duda en ahondar esa despoblación, ignorando todas las advertencias sobre las consecuencias económicas, territoriales y geopolíticas que tendría ese camino. Que no es el que siguió el último gobierno del general Perón, ni el de su viuda, líderes en el rechazo mundial al malthusianismo que las elites internacionales buscaban imponer de manera frontal en la década de 1970,
Los jefes de este peronismo abortero insisten en proclamarse católicos, pese a que no vacilan en contradecir el magisterio de la Iglesia cada vez que pueden. Antes habilitaron el matrimonio entre homosexuales y agilizaron el divorcio exprés. Ahora se apuran para legalizar la muerte del niño por nacer, en una deriva que
A estos mismos gobernantes se los vio llorar días atrás ante el féretro del máximo ídolo popular argentino de nuestro tiempo. Un ídolo que, dicho sea de paso, había nacido en las condiciones de pobreza extrema que, según el discurso actual, habrían justificado su aborto sin miramientos. Delante de ese féretro estos peronistas del siglo XXI repitieron una vez más el gesto hipócrita y blasfemo de santiguarse y elevar la mirada al cielo, fingiendo una consternación que sus corazones helados ya no pueden sentir. Pero seamos comprensivos con ellos: