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Los goles de la eterna polémica

El baúl de los recuerdos. Argentina 6 - Perú 0. Solo con mencionar ese resultado afloran las versiones que certifican o niegan un presunto arreglo. Una controversia que lleva 44 años y que no acabará jamás.

La polémica se mantiene viva. De hecho, parece ser eterna. Alimentada por voces que aportan pruebas; reducida a la nada por palabras que niegan irregularidades. Existen versiones tanto para afirmar que “algo raro pasó” como para sostener que fue un partido en el que un equipo mostró una superioridad inmensa sobre el otro. Argentina 6 - Perú 0 es mucho más que el resultado del duelo por la última fecha del Grupo B de la Segunda Vuelta Final del Mundial ´78. Es una cuestión de fe. Para los detractores de esa Copa del Mundo constituye el mejor ejemplo para asociar el éxito futbolístico con la dictadura militar que estaba en el poder. Quienes eligen creer en una contundente actuación albiceleste dicen que basta apenas con mirar el video para dejar en claro que los fantasmas no existen.

“Lamentablemente la gente no sabe lo que pasamos para llegar a esa final. Yo creo que fuimos un justo ganador. Éramos un equipo contundente que ya le había ganado en Perú 3-0 y 3-1 en la cancha de Boca. Creo que si hubiésemos ganado 4-0 no hubieran hecho tanto daño. Pero en la Argentina estamos para eso: para meter mantos de duda por todo. Nos queda siempre la idea de que pasó esto o lo otro, pero sin pruebas”. Ricardo Daniel Bertoni, una de las figuras del Seleccionado albiceleste, fijó su posición respecto del tema en el libro Menotti, el último romántico (Gustavo F. García y Carlos Viacava, librofutbol.com, 2018).

El testimonio del entonces delantero de Independiente refleja el peso que cargan sobre la espalda los campeones del mundo de 1978. Libran una dura e interminable batalla contra el descrédito por una consagración que coincidió con los años más negros de la historia argentina.

LOS EJES DE LA CONTROVERSIA

La Selección necesitaba vencer a Perú por cuatro goles de diferencia para acceder a la final de la Copa del Mundo. El equipo dirigido técnicamente por César Luis Menotti escoltaba en el Grupo B a Brasil, que estaba al frente con 5 puntos y una diferencia de gol de +5 luego de ganarle 3-0 a Polonia en su último compromiso de esa etapa que, para los fines prácticos, constituía una suerte de semifinal protagonizada por cuatro conjuntos que se enfrentaban todos contra todos. El dueño de casa tenía 3 unidades y una diferencia de gol de +2. En aquellos tiempos -conviene aclararlo- se otorgaban dos puntos por partido ganado.

Aquí surge el primer elemento que alimenta la controversia. ¿Por qué los cotejos Brasil - Polonia y Argentina - Perú no se disputaron a la misma hora? Ese interrogante resulta absurdo en 2022, pues se da por sentado que para evitar ventajas deportivas ese tipo de definiciones se da en idénticos horarios. Eso no sucedía en 1978. De hecho, tampoco pasó en 1974, cuando se desarrolló el Mundial de Alemania Federal.

En 78 - Historia oral del Mundial, un libro tan voluminoso como rico en detalles, el periodista Matías Bauso explica con sencillez esa cuestión. “La FIFA había dispuesto en enero, en las reuniones previas al sorteo del Mundial, que Argentina jugaría sus partidos de primera y segunda fase -en caso de clasificar- siempre a las 19.15. Mientras que los demás (a excepción de la inauguración y la final) se disputarían a las 13 y a las 16.15. Ante la escasa venta de entradas en el exterior, se temía que en los encuentros en los que no estuviera involucrado el equipo local, no hubiera público suficiente en las tribunas. Si los de Argentina se jugaban simultáneamente con otros, sostenían los organizadores, el público que no fuera a ver a la Selección a la cancha, se quedaría en sus hogares frente al televisor. Al momento de la decisión nadie pareció percatarse de la ventaja deportiva que implicaba”, relata Bauso.

Las quejas surgieron no bien Brasil y Argentina empataron 0-0 en la segunda jornada. El técnico del elenco verdiamarillo, Claudio Coutinho, exigió que se modificara la programación. La Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) desestimó el reclamo.

Ricardo Gotta, exjefe de Deportes de La Prensa, da cuenta en su libro Fuimos campeones de otro eje de la controversia. El arco peruano era custodiado desde febrero de 1977 por Ramón Chupete Quiroga, argentino de nacimiento y nacionalizado peruano. El exguardavalla de Rosario Central había tenido notables actuaciones en el triunfo sobre Escocia y el empate con Holanda.

La condición de argentino de Quiroga despertó inquietud de sus compañeros en las horas previas al duelo con los dueños de casa. Gotta relata que varios integrantes del equipo de la banda roja, Héctor Chumpitaz, José Velásquez, Teófilo Cubillas, Hugo Sotil y Juan Carlos Oblitas, le pidieron al técnico Marcos Calderón que en lugar de Chupete atajara Ottorino Sartor, el guardavalla titular en el seleccionado que ganó la Copa América en 1975. El entrenador no hizo caso.

La actitud de los jugadores peruanos también despertó suspicacias. Corrió el rumor de que la delegación brasileña procuró incentivar a sus colegas. También se dijo que algunos futbolistas aceptaron dinero de parte de alguien cercano a la conducción deportiva de la Argentina para dejarse vencer. Se apuntaba, especialmente, al defensor Rodulfo Manzo, de muy pobre labor esa tarde y que poco después tuvo un fugaz e intrascendente paso por Vélez.

En 2018, Velásquez, apodado el Patrón por su fuerte personalidad, aseguró en una entrevista que “seis jugadores se vendieron” y acusó directamente a Quiroga, Manzo, Raúl Gorriti, Juan José Muñante y a dos que decidió no nombrar porque “son famosos y les puedo dañar sus carreras”. Chupete siempre negó esa situación. Oblitas, uno de los máximos referentes de aquel equipo, siempre dejó en claro que ponía las manos en el fuego por el arquero. Manzo, primero, admitió que varios futbolistas habían sido sobornados, pero en sus días en Liniers se desmintió a sí mismo.

La polémica también tiene ribetes gubernamentales. Pocos minutos antes de salir a la cancha de Rosario Central para afrontar su compromiso contra las huestes de Menotti, Perú recibió la visita del presidente argentino, Jorge Rafael Videla, y del secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger. Muchos lo consideraron un acto intimidatorio; otros, como Quiroga, aseguran todavía hoy que no le prestó atención al hecho.

En agosto, menos de dos meses después del 6-0, el gobierno argentino envió a Perú un cargamento de trigo que algunos ven como un pago por permitir el triunfo albiceleste.

Gotta demostró en Fuimos campeones que las cuatro mil toneladas de trigo por un valor de medio millón de dólares que arribaron a Lima eran parte de los convenios suscriptos entre ambas naciones en 1971. De hecho, a lo largo de 1978, se despacharon cargamentos por un total de dos millones de dólares. Todas estas operaciones quedaron consignadas en el Boletín Oficial y resultaría extraño que hayan sido registradas de ese modo en caso de tratarse de una maniobra ilegal.

En 78 - Historia oral del Mundial, Bauso explica que “esos envíos que tenían una periodicidad pautada no siempre fueron cumplidos en término ni en cantidad por Argentina”.

EL PARTIDO

Las tribunas de la cancha de Central eran un hervidero. La tensión era inmensa. El plantel argentino la sentía. “En el colectivo (rumbo al estadio) algunos cantaban, pero la verdad es que antes del partido contra Perú estábamos cagados. En el micro estábamos serios porque no es sencillo que te digan que tenés que hacer cuatro goles”, admitió el recordado René Orlando Houseman en Menotti, el último romántico.

El veloz Muñante, uno de los apuntados por Velásquez, disimuló bastante bien haber sido sobornado cuando se escapó de la marca de Alberto Tarantini y sacó un remate que se estrelló en el poste derecho del arco de Ubaldo Matildo Fillol. Un rato después, Oblitas probó puntería y falló por muy poco. Perú sorprendió en el arranque a un rival muy nervioso.

A Argentina le tomó un cuarto de hora hacer pie en la cancha. Mario Alberto Kempes, el Matador, atravesó la defensa peruana a pura potencia y tras dejar en el camino a Manzo y Velásquez sometió a Quiroga. A partir de ese momento, el partido se tiñó de celeste y blanco.

La Selección acosó una y otra vez a su adversario, buscando los tres goles que marcaban la distancia con la finalísima. Entre los 30 minutos del primer tiempo y los 20 del segundo, Argentina apabulló a los dirigidos por Calderón. Leopoldo Jacinto Luque reventó la pelota en el palo izquierdo y Oscar Ortiz le sacó astillas al derecho… Sin embargo, debió esperar casi hasta el final de la etapa inicial para acercarse a la metra de cuatro tantos: el Conejo Tarantini llegó libre de marcas y con un cabezazo marcó el 2-0.

Los locales habían sumado la mitad de los goles que necesitaban. Quiroga no había tenido responsabilidad en ninguna de esas acciones. Por el contrario, la dupla Manzo - Chumpitaz se había demostrado muy permeable a los ataques albicelestes, que, más allá del vértigo que imponían, hallaban su mejor argumento en la serena conducción de Omar Larrosa, uno de los jugadores favoritos del técnico que había aparecido en el equipo en reemplazo del lesionado Osvaldo Ardiles.

Cuando volvieron del descanso, Argentina consumó la goleada. Llegó un centro al corazón del área, Kempes mató la pelota con el pecho y construyó una pared con Bertoni. Recibió la devolución y fusiló a Quiroga. Apenas 120 segundos más tarde, Larrosa se fue por la punta izquierda y envió un centro que el capitán Daniel Passarella -lanzado furiosamente al ataque- cabeceó para la entrada franca de Luque, quien se zambulló en una palomita casi sobre la línea de meta. A los cinco minutos del complemento, el conjunto local ya había cruzado la meta.

La ambición argentina no se redujo. El equipo del Flaco Menotti continuó su asedio sobre la valla de Quiroga, quien, más allá de las suspicacias, no tuvo culpa alguna en los goles. Perú se desdibujaba cada vez más. Cubillas, su gran figura, pasaba totalmente inadvertido. A esa altura, solo Oblitas y Chupete parecían luchar contra el destino.

El Negro Ortiz desbordó por la izquierda y sacó el centro para el ingreso franco de Houseman, que había entrado un rato antes y le puso la firma al quinto tanto. Se equivocó Gorriti y perdió el balón con Larrosa -la gran figura del partido- y se lo pasó a Luque. El Pulpo estableció el 6-0 con un disparo inatajable.

“El equipo nuestro era muy bueno. Creo que ese día les podríamos haber hecho doce”, consideró Houseman en Menotti, el último romántico. Argentina había aplastado a Perú. El 6-0 ya era una realidad. La eterna polémica acababa de nacer.

LA SÍNTESIS

Argentina 6 - Perú 0

Argentina: Ubaldo Fillol; Jorge Olguín, Luis Galván, Daniel Passarella, Alberto Tarantini; Omar Larrosa, Américo Gallego, Mario Kempes; Ricardo Daniel Bertoni, Leopoldo Luque, Oscar Ortiz. DT: Cesar Luis Menotti.

Perú: Ramon Quiroga; Jaime Duarte, Rodulfo Manzo, Héctor Chumpitaz, Roberto Rojas; César Cueto, JoséVelásquez, Alfredo Quesada, Teófilo Cubillas; Juan José Muñante, Juan Carlos Oblitas. DT: Marcos Calderón.

Incidencias

Primer tiempo: 21m gol de Kempes (A); 43m gol de Tarantini (A). Segundo tiempo: 3m gol de Kempes (A); 5m gol de Luque (A); 6m Raúl Gorriti por Velásquez (P); 19m René Houseman por Bertoni (A); 22m gol de Houseman (A); 27m gol de Luque (A); 40m Miguel Oviedo por Gallego (A).

Estadio: Rosario Central. Árbitro: Robert Wurtz, de Francia. Fecha: 21 de junio de 1978.