Opinión
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Los desafíos del nuevo gobierno alemán

Por Pedro von Eyken*

El 23 de febrero último los alemanes fueron a las urnas, con fecha adelantada, para poner al país de pie ante una de las crisis económicas y sociales más graves desde la creación de la República Federal en 1949. El gobierno de coalición liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz, vapuleado por una fuerte recesión económica y el encarecimiento de los combustibles por la guerra entre Rusia y Ucrania, colocó al país al borde del precipicio.

El democristiano Friedrich Merz, de la CDU de Adenauer, Kohl y Merkel, alcanzó el primer puesto con el 28,6% de los votos. Nunca había bajado del 30 % durante los años de Merkel y obtuvo el 41,5% en 2013. Se esperaba ahora un gobierno de Gran Coalición de la CDU junto a su socio, el Partido Social Cristiano de Baviera (CSU) y los socialdemócratas (SPD).

Las negociaciones de la coalición finalizaron el 9 de este mes. En Alemania, por su sistema parlamentario, las alianzas no son de palabras que se lleva el viento. Los compromisos programáticos se escriben con detalle y se firman. El acuerdo alemán, en este caso, tiene 146 páginas.

HECHO INEDITO

El hecho inédito de estas elecciones fue que el partido de ultraderecha “Alternativa para Alemania (AfD)”, creado en 2013 y al que muchos comparan con el nazismo del siglo XX, se ubicó segundo en las preferencias del electorado con el 20,4 % de los votos. Superaron a los socialdemócratas, que padecieron la mayor derrota electoral de la historia, el 16 %, diez puntos menos que en 2021. Merz manifestó siempre su rotundo rechazo a formar gobierno con la AfD, conocida por su racismo, antieuropeísmo, antiinmigración y simpatía con Rusia. El partido es seguido de cerca por la Oficina Federal de Protección de la Constitución, ya que la Ley Fundamental de 1949 prohíbe los partidos extremistas. El interesado en una revisión somera y objetiva de la historia alemana de 1933 a 1945 podría comprobar marcadas diferencias de fines y procedimientos entre la AfD y el nazismo, responsable de la II Guerra Mundial y el Holocausto. Pero las generalizaciones superficiales venden más que el discernimiento serio y, para muchos dentro y fuera de Alemania, la AfD es el nuevo nazismo.

Merz se hallaba alejado de la política. Volvió luego del retiro de su gran rival, Angela Merkel. Ni sus propuestas ni su estilo podrían estar más alejados de los de la mujer que lo precedió en la conducción de la CDU y el país. Es la misma centro-derecha pero más firme, menos “política” que Frau Merkel.

INDICADORES DE LA CRISIS

La sede argentina de la Fundación Hanns Seidel, del Partido Socialcristiano de Baviera, me cedió gentilmente los siguientes indicadores de la crisis.


* ECONOMIA:  Alemania se encuentra, por segundo año consecutivo, ante una fuerte recesión. Su PBI descendió un 0,3 % en 2023 y un 0,2 % en 2024. Para la BDI, Asociación Federal de Industria Alemana, se ha ingresado a una crisis profunda y para 2025 la producción económica caerá un 0,1% adicional. Será el tercer año consecutivo de recesión.

Los aranceles punitivos de EE.UU. complicarán el panorama de un país orientado a la exportación de su industria metalúrgica, sobre todo de automóviles. La tasa de inflación anual, entre 2023 y 2024, alcanzó el 2,2% y había sido de 5,9 % en el período 2022-2023 y del 5,9% entre 2021 y 2022. Son muy elevadas para Alemania. El costo de la energía por la guerra entre Rusia y Ucrania condujo a las tarifas eléctricas domiciliarias más altas de Europa. La energía proveniente de centrales nucleares fue dada de baja abril de 2023 por presión del partido Los Verdes.

Finalmente, el descenso de la productividad se ha venido consolidando: fue del 0,1 % en 2022 y 0,6 % en 2023. En 2023, Alemania ocupó el puesto 14 en productividad a nivel mundial, detrás de Suecia, Finlandia y Dinamarca, pero también por detrás de Bélgica y EE.UU. La ausencia laboral por enfermedad, de 15,1 días por empleado en 2023, ha mostrado su nivel más alto. Hay mucho por mejorar.

* MIGRACIONES:  Alemania continúa liderando el atractivo europeo para la inmigración. De los casi 14,5 millones de migrantes en la Unión Europea en el último tiempo, el 40 %, seis millones, llegaron a Alemania. La elevada y controvertida apertura de Angela Merkel, que permitió entrar a más de 1,2 millones de refugiados y solicitantes de asilo entre 2015 y 2016, en el punto álgido del conflicto en Siria, es quizá el aspecto más criticado de su extenso gobierno. En el primer semestre de 2024 vivían en Alemania 3,48 millones de refugiados.

Esto constituye un fenómeno que preocupa al alemán medio que comienza a evidenciar rechazo. Según testimonios personales que me fueron referidos, molesta el mero hecho de escuchar idiomas extranjeros en una gran estación de tren, por no mencionar los atentados de migrantes musulmanes en concentraciones públicas. Se avecina un control más estricto de esta variable con el nuevo gobierno de Merz.


* DEFENSA: El gasto de la participación alemana en la asistencia militar a Ucrania desde la invasión rusa de 2022, de por sí elevado, aumentará considerablemente ante la amenaza de Estados Unidos de retirar o disminuir su apoyo militar a Europa, sobre todo ante el conflicto ruso-ucraniano en el que la Unión Europea y sobre todo Alemania se hallan claramente del lado de Ucrania. A pesar de los anuncios del presidente Trump, mi condición de politólogo realista, respetuoso de la geopolítica, me inclina más hacia una disminución que hacia una retirada total del apoyo de Washington. Pero así se negocia.

 

REMINISCENCIAS PROFESIONALES

 

El tema tiene para mí reminiscencias profesionales concretas. En 1997 me encontraba finalizando mi segundo destino diplomático en Alemania cuando debí elegir tema para un trabajo de investigación requerido por la Cancillería para ascender a ministro plenipotenciario. Opté por titularlo “La política de seguridad de la nueva Alemania. Entre el interés nacional y la responsabilidad internacional” y es de libre consulta en la biblioteca del ISEN. Yo asistí a la caída del Muro de Berlín en 1989 y a la segunda reunificación del país en 1990, que derivó en la primera extensión de la OTAN hacia el Este al aceptarse al país reunificado como miembro de la alianza según el Acuerdo 2 + 4. Subrayaba en mi trabajo que Alemania debía abandonar esa absurda “culpa colectiva” por la guerra y el Holocausto, carente de asidero más de cuarenta años después de 1945. Debía encarar las responsabilidades que le imponía su nueva condición, siempre dentro de Europa. Pero el país demoró esa responsabilidad hasta el pasado 9 de abril. La era Kohl (1982-1998), seguida por la era Merkel (2005-2021), continuaron descansando en la comodidad de una OTAN conducida y apoyada plenamente por EE.UU. Hoy, una de las reformas bajo análisis es el regreso al servicio militar obligatorio, al que la socialdemocracia se ha negado firmemente.

 

LIDERAZGO Y MEDIOS

 

Friedrich Merz no desea ocultarse detrás del apoyo de Washington. Comprende que su país debe asumir su liderazgo, creando los medios para ello. El Parlamento Alemán le aprobó el 18 de marzo último, con apoyo de Los Verdes, fondos especiales de alrededor de un billón de euros destinados a financiar proyectos de infraestructura y sustanciales gastos de defensa. Esos fondos, que se obtendrán mediante endeudamiento nacional y extranjero, apuntan a superar dos años seguidos de recesión y enfrentar un escenario de defensa que la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, modificó como nunca a Europa desde la II Guerra Mundial.

Merz deberá cuidar, asimismo, que los mayores gastos de defensa no vulneren el estado de bienestar y erogaciones medioambientales. Un desafío concomitante será detener el crecimiento de la AfD, convertido en la segunda fuerza política de Alemania. Casi nada.

* Doctor en ciencias políticas, diplomático y escritor.