El plan de estabilización comenzó a mostrar antes de lo previsto los efectos positivos de la baja vertical de la inflación. Para regocijo del gobierno durante la semana hubo noticias que no solo ratificaron el rumbo correcto del dúo Milei-Caputo, sino también le quitaron argumentos a una oposición inorgánica y desorientada.
A los que reclamaban “el ajuste con la gente adentro” (el kirchnerismo y la Iglesia) el Indec les informó que en el tercer trimestre la pobreza había caído 16 puntos y la indigencia 12. Fue un mazazo pero la cosa no paró ahí.
También se frenó la caída de la actividad generada por el recorte del gasto público. Por primera vez en la gestión Milei el PBI dio una cifra positiva de casi cuatro puntos. La actividad aún no volvió al nivel del año anterior, pero el cambio de tendencia coincidió con la mejora de las expectativas que vienen mostrando en los últimos meses todas las encuestas.
Un dato central fue que la recuperación se dio por el agro, la suba del consumo y la de la inversión privada. También contribuyó el aumento del 20% de las exportaciones mineras y de energía. Es decir, el Estado se retiró y su lugar fue ocupado rápidamente por el sector privado.
Este hecho demostró una vez más que el desarrollo económico es una cuestión cultural, porque por esas horas Axel Kicillof afirmaba suelto de cuerpo que “si no hubiera Estado, no habría verano”, disparando un aluvión de burlas en las redes y demostrando que el gobierno cada vez tiene opositores menos competitivos. De poco sirve la abundancia de recursos naturales, si la mayoría de los dirigentes tiene por generaciones el populismo incrustado en el cerebelo. En este contexto todo cierra para Milei.
Con la macro estabilizada la oposición kirchnerista y mediática empezó a entender que era mejor abandonar hasta nuevo aviso los cuestionamientos económicos y optar por la crítica moral. Primero con el proyecto de “ficha limpia”, después con la detención de Edgardo Kueider y acto seguido por las denuncias contra las nuevas autoridades del ARCA.
Pero lo paradójico no fueron las acusaciones de corrupción provenientes del kirchnerismo, sino que fueran agitadas en la misma semana en que la Corte Suprema envió a Cristina y Máximo Kirchner a juicio en la causa Hotesur, el primer caso en que un presidente argentino resulta procesado por lavado de dinero con hoteles, delito propio de la mafia.
De todas maneras, el peronismo no se agota en el kirchnerismo, Kicillof o Massa. Tiene otras capillas que se pasaron al oficialismo con armas y bagajes como la de los gobernadores del Norte. El jueves en Tucumán Osvaldo Jaldo dijo con todas las letras que él, sus diputados y sus senadores iban seguirán apoyando a Milei en el Congreso hasta 2027.
Más allá de la dividida oposición peronista hay otros sectores a los que el control de la crisis por parte del excéntrico libertario también les desmagnetizó la brújula. En primer lugar, el PRO. Mauricio Macri, cada vez más enfrentado con el presidente está empezando a detectar señales de deserciones en la tropa propia.
La semana pasada hubo una crisis de gabinete en CABA en la que Jorge Macri perdió a un funcionario importante del gabinete, Diego Kravetz, que fue reclutado para la SIDE. La maniobra habría sido orquestada por la hermana del presidente y su asesor Santiago Caputo, según una versión difundida sobre el telón de fondo de la pelea entre La Libertad Avanza y el PRO por el control de la ciudad de Buenos Aires.
El problema de Jorge Macri es que tiene que gobernar un distrito en el que le resulta fundamental contar con el apoyo de los Milei, con los que su primo y mentor está en guerra abierta. La presión es tanta que Jorge analiza el desdoblamiento de las elecciones porteñas de la nacionales contra la opinión de Mauricio. La idea de los Milei es ir a elecciones con listas separadas de LLA y PRO en CABA y conjunta en la provincia de Buenos Aires (ver “Nuevo encuestador para el PRO”).
Capítulo aparte merece otra figura “opositora” o que es tratada como tal en Balcarce 50: la desconcertante Victoria Villarruel. Después de recibir un zamarreo público por parte del presidente y de publicar un tuit melancólico sobre su relación con él cuando eran diputados, la vice se descolgó con un ataque inesperado contra Patricia Bullrich. Poco antes había dicho que quería seguir perteneciendo al gobierno, pero parece que las redes sociales ejercen sobre ella la atracción del abismo.
La respuesta de Bullrich fue del mismo tono del ataque recibido, a pesar de que Villarruel borró el tuit de la discordia. No se sabe qué posteará la próxima vez que se sienta ignorada por el presidente, pero hay coincidencias en que esa conducta estrafalaria no afecta la gobernabilidad.