El fútbol argentino se había dejado dominar por el temor en los años ´60. El miedo a perder goleaba a la voluntad de ganar. Bastó que apareciera en escena en 1966 Racing con El equipo de José para romper el molde de la mezquindad. Esa Academia era ciento por ciento ofensiva en tiempos de amarretismo a ultranza. Pero dos años después surgió un conjunto que, además de ser voraz en ataque, exponía un juego lujoso. San Lorenzo arrasó en el Metropolitano de 1968 con un conjunto fantástico: el de Los Matadores. El elenco dirigido por el brasileño Elba de Paula Lima, Tim (el apodo con el que se lo conoció en sus tiempos de futbolista y que se perpetuó en el recuerdo de su gran campaña como DT), fue el primer campeón invicto del profesionalismo. La revolución azulgrana venció al tiempo y se hizo eterna.
“El fútbol es una manta corta. Si te tapás los pies, te descubrís la cabeza y si te tapás la cabeza, te descubrís los pies”, solía repetir Tim. La frase, repetida una y otra vez, permite libres interpretaciones. Para algunos es la justificación de que no se puede atacar ciegamente sin desprotegerse. Otros entienden que apiñarse en la retaguardia resta poder ofensivo. Las dos lecturas son ciertas, pero no absolutas. El fútbol no sabe de verdades irrefutables. El brasileño, que fue una figura en su país y jugó el Mundial de 1938 al lado de un fenómeno con Leónidas (El diamante negro), la enunció sin la más mínima pretensión de ser el dueño de la verdad. El DT de San Lorenzo logró que en 1968 a las palabras se las llevara el viento y que su equipo demoliera a cuanto rival se pusiera en su camino.
En Boedo la semilla la plantó José Barreiro, el entrenador que en el ´64 les dio alas para volar a pibes que jugaban muy bien. Narciso Doval, Héctor Rodolfo Veira, Victorio Casa, Fernando Areán y Roberto Telch fueron Los Carasucias, integrantes de un equipo de San Lorenzo que jugaba lindo, pero no arrimaba en la lucha por el título. Aunque no pudo contar demasiado con el Loco Doval por una suspensión y con el Bambino Veira por lesión, Tim construyó sobre esa base un conjunto demoledor y lujoso. A esos desfachatados con la pelota se les sumaron jugadores clave como el uruguayo Sergio Villar y Antonio Rosl para clausurar los flancos de la defensa, Carlos Toti Veglio -un talentoso que se había destacado en Deportivo Español- y Victorio Nicolás Cocco, un gran cabeceador proveniente de Unión.
La mezcla fue explosiva. Paredes, gambetas, lujos, goles… Muchos goles… Pero también sacrificio para recuperar la pelota y firmeza defensiva. ¡Nada de manta corta! Tim odiaba que sus jugadores se quedaran quietos. Los quería en constante movimiento, ya sea para ayudar en la marca o para buscar el arco contrario. Estaban prohibidos los pases sin sentido. Se jugaba para atacar. Y para defender. A lo largo del Metropolitano San Lorenzo jugó 24 partidos, ganó 16 y empató 8, metió 49 tantos y recibió apenas 12.
El torneo estuvo dividido en dos zonas de 11 equipos cada una. Los Matadores lideraron la suya con holgura: le sacaron 12 puntos de ventaja al Estudiantes que dirigía Osvaldo Zubeldía y que unos meses después conquistaría la Copa Intercontinental contra el Manchester United en Old Trafford. Las huestes de Tim derrotaron 5-1 y 4-1 a Atlanta, 5-0 y 3-0 a Ferro, 4-0 a Colón, 3-0 a Banfield y Racing… Nadie podía contra esa fuerza que conjugaba efectividad y preciosismo.
En las semifinales San Lorenzo dio cuenta de River 3-1 y se topó en la final con Estudiantes, que superó en esa misma instancia 1-0 a un Vélez que también jugaba bárbaro. La finalísima se disputó el 4 de diciembre en el Monumental. Fue durísima. Los pincharratas se pusieron en ventaja en el arranque del complemento cuando La Bruja Verón capturó un rechazo del arquero Carlos Buttice y envió la pelota al fondo del arco. Más tarde se encontraron Alberto Rendo, Cocco y Veglio. El Toti venció a Alberto Poletti con un remate fortísimo.
La igualdad no se quebraba pese a la insistencia de San Lorenzo. Estudiantes aguantaba. El suspenso se extendió hasta el tiempo suplementario. Faltando cinco minutos, Toscano Rendo ejecutó un tiro libre para que el Lobo Rodolfo Fischer con un remate inatajable decretara la victoria del Ciclón. La revolución de Los Matadores tenía la recompensa que merecía su fútbol tan contundente como lujoso.
San Lorenzo 2 - Estudiantes 1
San Lorenzo: Carlos Buttice; Sergio Villar, Oscar Calics, Rafael Albrecht, Antonio Rosl; Alberto Rendo, Roberto Telch, Victorio Nicolás Cocco; Pedro González, Rodolfo Fischer, Carlos Veglio. DT: Elba de Paula Lima (Tim).
Estudiantes: Alberto Poletti; Oscar Malbernat, Néstor Togneri, Raúl Madero, José Hugo Medina; Carlos Bilardo, Carlos Pachamé, Eduardo Flores; Juan Echecopar, Marcos Conigliaro, Juan Ramón Verón. DT: Osvaldo Zubeldía.
Incidencias
Segundo tiempo: 2m gol de Verón (E); 22m gol de Veglio (SL). Segundo tiempo suplementario: 10m gol de Fischer (SL).
Cancha: River. Arbitro: Miguel Comesaña. Fecha: 4 de agosto de 1968.