Opinión
De qué se habla hoy

Llevamos seis meses de promesas no cumplidas

No me da usted más alternativas que recordárselo señor Presidente. En las últimas horas miles de argentinos se manifestaron advirtiéndole a usted que se estaba apartando del rumbo prometido. Y en todo el país salieron solo con banderas a mostrar su desagrado, ni un cartel partidario, ni una foto, nada. Usted fue quien les pidió a los ciudadanos que hicieran esto, se los pidió en su discurso de cierre de campaña cuando pleno de euforia y con voz al borde del grito dijo: "Y quiero que si alguna vez me ven claudicar en algo de lo que he dicho salgan a la calle y recuérdenme que les estoy fallando".  

Ahora usted los vio en acción, siguiendo su consejo y solo se le ocurre calificarlos como "Gente confundida" o "Son los de siempre. Los argentinos antiperonistas que no nos quieren". No importa si los lacayos de la señora vicepresidente se suman al rencor que paga y como Oscar Parrilli dice sacando el machete del librito: "Son manifestaciones retrógradas, parte de un minúsculo sector que tiene mucho odio. Y que está alentada por los medios de comunicación".

Lo aclaro para que no queden dudas, basta de meter a los medios en todo, mucha de esa gente con banderas en la calle, no compra diarios, no ve informativos en la televisión ni escucha radio. A lo que íbamos, fueron pacientes don Alberto, muy pacientes. Porque usted les viene fallando desde el 10 de diciembre y sin darles ni una sola explicación coherente de su cambio de postura frente a las promesas realizadas. No les dio el 20 por ciento de aumento a los jubilados, que debió ser su primer acto de gobierno. La impunidad sigue viva y más fuerte que nunca y usted prometió que se acabaría para siempre. Dijo textualmente: "Apostar a la grieta es apostar a que esas heridas sigan sangrando" y desde su gobierno y el entorno de la ex presidenta no se hacen más que agitar la grieta para mantenerla viva y usted callado. También dijo y le creímos "Que la Argentina se encienda sin lugar para dogmas mágicos ni pujas sectarias" y su propia coalición no hace más que enfrentarse unos con otros. Le pongo un solo ejemplo: su ministra de Seguridad versus el ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires. A esto debo recordarle que en campaña usted aseguró que "descarto la misma política que identificó a Sergio Berni".  Y finalmente aseguró usted una "baja en los impuestos" y eso tampoco ocurrió. No voy a recriminarle la falta de la puesta en marcha de sus promesas en materia económica porque sería injusto ante un problema gravísimo como la pandemia del coronavirus que trastocó todos los planes posibles. Y hablando de pandemia y cuarentena ¿no le parece señor presidente? que está usted un poquito exagerando con la duración de este encierro forzoso. Hay algunos síntomas que no quiere o no se los dejan ver, la sociedad está cansada, muy cansada, casi harta podría decirse y ya le asusta mucho más el drama económico que el maldito bicho. Destruir a la clase media que vive del pequeño comercio, de las actividades independientes, de las changas, de los trabajos artesanales, de las mínimas pymes, ¿no es un precio demasiado alto para ni siquiera saber si estas prohibiciones darán algún resultado?. Porque a esta altura es válido pensar que si hubiéramos sido un poco menos inflexibles al comienzo ya todo hubiera pasado. Pero usted se puso firme, se sintió ganador y exultante de ser el cuidador de nuestra salud. Pero el tiempo dinamita la esperanzas y en un país donde por estadísticas oficiales mueren mil ciudadanos por día por diferentes causas, esta cuarentena eterna parece exagerada. ¿No habrá otras intenciones detrás de esta medida? Será pura coincidencia pero es fácil advertir que uno o dos días después de cada postergación del acuerdo con los fondos por la deuda, se estiraba el tiempo del encierro. Un amigo sociólogo e inteligente observador político, investigador del Conicet durante muchos años, me explicó su teoría un poco temeraria pero que me invita a trasmitírsela querido lector. El señor presidente está cercado, rodeado por tantas presiones que no puede manejar. El caso Vicentin es una muestra clara de lo dicho. El auténtico Fernández piensa como lo hacía en 2012 cuando Cristina Kirchner y Axel Kicillof expropiaron YPF a la española Repsol: ?Medidas de ese tipo generan una imagen complejísima de la Argentina en el mundo. Yo recomiendo negociar con los accionistas y cumplir con la ley?.  Y se preguntaba entonces el presidente: ?¿Por qué no pudimos encontrar otra solución y no la irrupción del Estado??. Pero cuando este Alberto asoma la cabeza, el otro, el presionado, no puede soportar el embate de Cristina y cede, quedando no solo como un jefe de estado contradictorio sino un hombre con su carácter debilitado.  Es duro escribirlo, pero es que así se ve. De lo contrario las idas y vueltas en el caso Vicentin no pueden justificarse. Ahora con l ayuda de un socio alternativo, el gobernador de Santa  Fe, prepararon un documento que es más de lo mismo, pero disfrazado. Alberto no quiere privatizar, pero no puede no hacerlo. Por favor señor presidente, no juzgue tan rápido a la gente que sale con banderas a pedirle que vuelva a su camino de promesas. No son anti nada, son ciudadanos de a pie que se sienten castigados de manera injusta y se están cansando. Ayúdelos y no los insulte, por favor, no se lo merecen.

V. CORDERO