Después de la devaluación de diciembre y del fogonazo inflacionario del primer trimestre del año bien podría habérselo dado por muerto. Sin embargo, el salario late. En la tímida ecuación de desaceleración del aumento de precios y actualización regular de los ingresos registrados parece estar el secreto de estos números singulares.
Hablar de recuperación del salario, de mejora en la capacidad de compra y de desaceleración de los aumentos es esbozar con trazos gruesos un cuadro que no se aprecia a simple vista. No se ve en las calles un festival de consumo, ni se conoce gente que no haya tenido que ajustarse el cinturón en lo que va del 2025. Pero la caída de los ingresos parece haberse ralentizado junto con la enjundia de la remarcación.
Ni en los grupos sociales que nos son afines, ni en el simple tomarle el pulso a la calle se percibe esta mejora. Sólo la detecta la sensibilidad de sismógrafo de las consultoras privadas y los documentos que difunde el Indec. Es más una realidad de planilla de Excel que un encadenamiento de eventos palpables, concretos, disfrutables.
Lo cierto es, sin embargo, que día a día y semana tras semana se produce un goteo de información que termina por conformar hilos de estadísticas, como riachos aislados que confluyen finalmente en un gran caudal analítico. Y todos o casi todos aseguran que hace aproximadamente seis meses que los salarios le ganan a esta inflación en baja, cuyo dato de octubre (2,7%) disparó el hilarante festejo del Gobierno.
En la semana el Indec informó que en septiembre el Índice de salarios se incrementó 4,7% mensual y 181,9% interanual. El indicador acumula una suba de 119,2% respecto de diciembre previo. “El crecimiento mensual se debe a subas de 3,8% en el sector privado registrado, 3,9% en el sector público y 10,4% en el sector privado no registrado”, subrayó el documento oficial.
En el análisis los expertos se encargaron de destacar que los salarios le ganaron a la inflación por sexto mes consecutivo, aunque en los últimos registros ese vigor estaría mermando. En la comparación interanual, es decir contra 2023, los ingresos aún no recuperan el terreno cedido, pero en la dinámica del 2024, mes contra mes, es que se advierte ese leve resurgir de entre los escombros. Parece haber señales de vida.
El último documento del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), firmado por Nadin Argañaraz, destaca que “en términos interanuales la inflación fue del 209,0%. Si se considera la variación interanual real de los salarios, se aprecia una caída el caso del sector público (-19,2%), caída del sector privado registrado (-3,7%) y caída del sector privado no registrado (-5,6%)”. Y agrega: “En septiembre el salario real privado registrado creció un 0,3% respecto al del mes de agosto y el público un 0,4%. A 9 meses de la devaluación de diciembre de 2023, el salario privado formal de septiembre tuvo un nivel real equivalente al 98,5% del que tenía en noviembre de 2023, mes previo a la devaluación”.
ALGUNAS RAZONES
Que el ritmo de aumento de los precios haya ingresado en una parábola descendente no quiere decir que no se registre incremento alguno. De hecho, la Canasta Básica Total experimentó una suba del 2,3% en octubre, que igualmente sigue siendo inferior al 2,7% de la inflación. De alguna manera, plan de ajuste mediante, la economía parece haber ingresado en otra lógica y la remarcación se desacelera.
Así las cosas, una familia tipo –cuatro integrantes- necesitó ingresos por $ 1 millón para no caer por debajo de la línea de la pobreza, mientras que hicieron falta $435.000 para no sufrir indigencia. A partir de estas cifras, el consumo empieza a marcar un crecimiento moderado, que fue del 2,9% en octubre, según informó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Todo tiene una explicación. Clara Alesina, economista de la Fundación Libertad y Progreso, remarca que “en conjunto, la recuperación salarial y la menor inflación en bienes básicos brindan un alivio doblemente favorable para los trabajadores. Con un costo de vida en desaceleración, los aumentos salariales se reflejan con mayor claridad en el consumo y en la capacidad de los agentes para cubrir sus necesidades”.
Para entender hay que escuchar a los que saben. Fabio Rodríguez, socio director en M&R Asociados, recalca que “la economía hizo piso en el segundo trimestre y de ahí recupera. Pero la salida es gradual, heterogénea y en zigzag. Arrancaron primero los sectores que no pesan tanto ni derraman como petróleo, energía, minería y pesca. Ahora está mejorando la industria y la construcción, y apenas el comercio. Estos son los que mueven la sensación térmica en la calle sobre una verdadera reactivación. Y su suba es muy reciente”.
Y agrega: “Por otro lado el salario real lleva 6 meses de suba y casi empata a noviembre de 2023. Pero es sólo el privado. Los públicos e informales están más lejos. Cuando se combina todo, el salario promedio está por lo menos 10% o 12% abajo de noviembre. Que ya eran niveles muy bajos”.
“El otro capítulo para ver el bolsillo es el empleo. Y en ese aspecto sólo hay un dato (agosto) que muestra que cesó la destrucción de empleo después de varios meses consecutivos de caída. Se han perdido casi 200.000 puestos de trabajo. Combinando los salarios y el empleo se concluye que el ingreso total real de las familias aún está por el piso y en los niveles de pandemia”, concluye.
El mercado laboral en la Argentina tiene tres patas: los empleados registrados, los que trabajan en negro y no tienen ningún tipo de beneficio social como los aportes jubilatorios y las vacaciones pagas; y los cuentapropistas, adonde impera el reino del Monotributo. En este esquema, los que trabajan en empresas que operan en sectores clave de la economía –bancos, servicios varios, empresas energéticas, logística- han logrado una envidiable gimnasia de actualización salarial. Si ellos paran, todo se detiene.
La consultora PwC Argentina publicó una investigación en la que se destaca que “en el período de enero a octubre del presente año los ajustes salariales acumulados se mantuvieron por encima de la inflación, motivado, en gran parte, por los aumentos correctivos de enero y febrero, los cuales mejoraron las cifras de 2023. Estos incrementos acumulados alcanzaron un promedio del 135,6% para el personal fuera de convenio, comparado con una inflación proyectada de 133% por las empresas participantes”.
Y añade: “Los resultados también muestran una tendencia a espaciar los ajustes salariales, producto de la desaceleración de la inflación en los últimos meses. Actualmente, la mayoría de las empresas realizan ajustes de manera trimestral, representando un 43% de las encuestadas, mientras que sólo un 20% reporta ajustes mensuales”.
Que el consumo no sea más brioso y que la actividad económica no repunte en forma se debe también a que mientras algunos segmentos le ganan la carrera a la inflación con sus salarios, otros directamente se quedan sin trabajo. Por lo pronto, el propio Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, se jactó hace un puñado de semanas de haber despedido 33.000 empleados del ámbito nacional. Habrá que ver qué está ocurriendo hoy en las provincias y los municipios. Y qué acontece en el subterráneo universo de la informalidad laboral.
Sofocar el proceso inflacionario sería una victoria incuestionable para el Gobierno, dado el impacto empobrecedor de este flagelo que azota mucho más a los que menos tienen. La tendencia declinante del incremento de precios hace pensar a los economistas, propios y ajenos al espectro libertario, en que la pobreza podría descender unos cuantos escalones hacia fin de año.
De hecho, un documento de la Universidad Di Tella, difundido el miércoles, sostiene que la pobreza retrocedió al 49% entre mayo y octubre, desde el 52,9% que midió el Indec para el primer semestre de 2024. Algunos analistas proyectan que el año podría cerrarse en un 45%, una cifra igualmente extravagante para el otrora Granero del mundo.
DE TODO UN POCO
La semana tuvo de todo un poco, pero continuó moviéndose mayormente al compás del impacto que generó el claro triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.
Después de varios días, finalmente el presidente Javier Milei logró entablar comunicación telefónica con Trump, quien le habría dicho: "Quedate tranquilo que ya no vas a estar más solo, tenés un amigo al frente de los Estados Unidos. Es más, sos mi presidente favorito". Las declaraciones son incomprobables pero le sirvieron al mandatario libertario para pavonearse en las redes y afirmar su liderazgo en la tropa propia.
En tanto, el tren de la desregulación continuó visitando nuevas estaciones. Esta vez se informó que el Gobierno sopesa la posibilidad de privatizar el Correo Argentino. Sturzenegger, tras desmenuzar las cifras de la empresa, sentenció: “Se privatizará, o se concesionará, o se transferirá a los empleados”.
Milei, un cultor de la ironía, a veces fino, a veces brutal, declaró: "Nos alegramos cuando a las empresas les va bien. Dicho sea de paso, no puedo inaugurar obras públicas porque las corté de cuajo”. Luego añadió: "No se olviden que soy el topo dentro del Estado. Yo disfruto achicarlo. Me genera un placer enorme".
La frase trae remembranzas de tiempos oscuros, cuando achicar el Estado era agrandar la Nación. Por cierto, tampoco dio resultados.