Es probable que la conferencia de prensa de Ricardo López Murphy del viernes 15 de marzo de 2024 haya sido el punto de inflexión de la devastadora crisis financiera. De hecho, el dólar blue bajó hasta los 3.200 pesos, el índice Merval volvió a los u$s 600 dólares y los bonos en promedio recuperaron la cota de los u$s 30. Alentó a los mercados el anunció de un ajuste del gasto público (incluso el titular del Palacio de Hacienda uso la palabra “motosierra”) de seis puntos del PBI. En un reportaje con el Canal 2 de Mar del Plata, el presidente Sergio Massa, muy demacrado, prometió apoyo incondicional a su nuevo ministro de Economía, incluso reveló que L.M. se había reunido con Cristina Kirchner. Atribuyó, por enésima vez, el estallido hiperinflacionario de enero a la falta de apoyo del Fondo Monetario y a las intrigas de Javier Milei, a quien acusó de rencoroso por la derrota estrechísima en noviembre. El jefe de Estado prometió que el corralito a los depósitos del dólares se levantará en junio, como estaba previsto. Anunció, finalmente, que enviará al Congreso un megaproyecto de ley para desregular la economía, abrir un nuevo blanqueo impositivo y estimular las grandes inversiones. El peronismo, la Unión Cívica Radical y el sector dialoguista del Pro que responde a Horacio Rodríguez Larreta prometieron una rápida aprobación parlamentaria, honrando la alianza forjada el mes pasado. Los diputados y senadores de la Libertad Avanza ni siquiera se sentará a discutir el paquete conocido como Ley Omnibus hasta que el Gobierno responda formalmente a las denuncias de fraude en el balotaje que presentaron los observadores de la OEA.
Si alguna vez, Rosendo Fraga decide escribir un tercer tomo sobre historia argentina contrafáctica podría empezar el capítulo ‘Sergio Massa gana por un pelo las elecciones de 2023’ con el primer párrafo de este artículo. O con uno mucho mejor, por supuesto. En este diario cubrimos de elogios hace tres meses la primera entrega (1). Hoy venimos a afirmar que la segunda es también excelente. ¿Qué hubiera pasado si…? II (Ediciones B, 350 páginas) es una lectura cautivante por la rica imaginación del autor y por una impresionante erudición que hace que cada especulación histórica sobre el escenario que gatillaría un hecho alternativa de los últimos tres siglos sea completamente verosímil. Como escribimos en abril pasado, se trata de “un juego intelectual rarísimo en español pero bastante común en la anglósfera, acaso porque los eruditos estadounidenses e ingleses creen en serio en el papel de la libertad (y del azar) en los asuntos humanos”.
Dos conclusiones, por lo menos, surgen de este libro. Primero que la sublime geografía de la República Argentina pudo no haber cuajado tan extensa. Como el lector sabe, la construcción de la Patria fue un camino accidentado, repleto de peligros, emponzoñado por una guerra civil demasiado larga, lentificado también por la dictadura de Juan Martín de Rosas que, de ninguna manera, resultaba inevitable.
Respecto al Restaurador, Fraga se pregunta en el capítulo III: Qué hubiera pasado si el general Gregorio Araoz de Lamadrid -ese guerrero legendario que iba a la batalla cantando vidalitas- impedía el fusilamiento de Manuel Dorrego. La respuesta probable es que, quizás, la Argentina adelantaba veinte años su organización nacional.
Mal que le pese a los historiadores populistas ‐esos impostores-, la ideología de Manuel Dorrego era el liberalismo estadounidense (el federalismo de Rosas, en cambio, se inspiraba la tradición autoritaria hispánica).
En el jardín de ese sendero bifurcado la llamada Generación del 37 llegaba al poder mucho antes de Caseros. Jóvenes brillantes, como Alberdi, Echeverría y Sarmiento, colaborarían con el gobernador Dorrego para establecer una Constitución Nacional según el modelo de Estados Unidos. Los caudillos del Litoral colaborarían con la magna empresa. Nos hubiéramos ahorrado, así, la abundante efusión de sangre que caracterizó a la dictadura rosista.
Nada más azaroso y sujeto a circunstancias que una batalla, nos explica Don Rosendo. Las guerras, por ende son los acontecimientos ideales para jugar a las ucronías, la variante literaria de la historia contrafáctica.
El capítulo 4 concluye que el Paraguay de Francisco Solano López -con sus 40.000 hombres instruidos y disciplinados y otros 20.000 a medio movilizar- pudo haber ganado una blitzkrieg contra la Triple Alianza. Como consecuencia, nuestra República habría perdido las Cataratas del Iguazú, el Impenetrable chaqueño y a Gildo Insfran, ese estadista.
En el capítulo VI, Fraga nos advierte que si el cacique mapuche Cafulcurá, el Napoleón de las Pampas, triunfaba en el combate de San Carlos, acaso la Patagonia no sería Argentina. Chilenos e ingleses se hubieran encargado de poblar del Río Colorado al sur y exterminar en el transcurso a la anacrónica y sangrienta confederación de tribus que hasta 1870 ocupaba diez provincias del actual territorio nacional y parte de otras cinco, en una suerte de protoestado feudal basado en el pillaje, incapaz del progreso que no es otra cosa que la creación de riqueza.
Libros imprescindibles como éste permiten al vulgo comprender la importancia de gobernantes providenciales como Julio Argentino Roca. El Zorro, tan injustamente vilipendiado por la izquierda estúpida, no sólo debe ser venerado por lo que hizo por la Argentina, sino también por lo que dejó de hacer.
Por ejemplo, en la Nochebuena de 1901 no cedió a las presiones de su ministro Pablo Ricchieri para decretar la movilización de las Fuerzas Armadas lo que hubiera precipitado una conflagración con Chile. En el capítulo VII, se narra una eventual Segunda Guerra de la Triple Alianza, en la cual Bolivia recupera Antofagasta, Perú sus dos provincias más meridionales y la Argentina se convierte en un país bioceánico. Aunque al precio de una enemistad militar permanente con un país vecino.
Esa misma contienda pudo estallar en diciembre en 1978. Leemos en el capítulo X que si el almirante Emilio Massera y el General Luciano Benjamín Menéndez imponían su belicosidad sobre una conducción del Ejército (el tándem Videla-Viola) que prefería aceptar la mediación de Su Santidad, en ese caso lo más probable es que también hubiésemos ganado la totalidad de la isla de Tierra del Fuego, pero con un elevadísimo costo, mayor que el de la ucronía anterior incluso.
La segunda gran conclusión que se desprende de este ensayo inspirador es que el fenómeno del peronismo no fue la forzosa erupción del subsuelo de la Patria, sino más bien fue el resultado de una disputa ideológica en el seno de las Fuerzas Armadas que se resolvió en favor de un grupo de oficiales de rango medio con claras simpatías por la Alemania nazi. Es decir, el golpe de estado del 4 de junio de 1943 pudo haberse evitado.
En el capítulo VIII, (Lisandro de la Torre presidente en 1916), Don Rosendo supone que si el presidente Roque Sáenz Peña no hubiera muerto el 9 de agosto en 1914 es posible que la Argentina se hubiera encaminado hacia un sistema político bipartidista (radicales vs. conservadores) similar al de otras democracias exitosas de Occidente. Nos hubiéramos ahorrado el peronismo.
En el capítulo IX, nos interpela: ¿Qué hubiese pasado si Agustín P Justo vivía dos años más?. En ese caso, es factible que el ala aliadófila se hubiera impuesto en el Ejército y la ambición desaforada del brillante Juan Perón hubiera transitado otros derroteros, acaso más modestos.
Reflexionan los dos últimos capítulos sobre el anteayer (el libro fue entregado a la imprenta en 2016), con dos acontecimientos que fácilmente podrían haber pasado: Ricardo López Murphy gana las elecciones presidenciales de 2003; Daniel Scioli las de 2015.
En el primer caso, un tal Rosendo Fraga -pensador que ha escrito algunos de los mejores libros de historia de nuestro tiempo- se hace cargo del Ministerio de Defensa. En el segundo, los argentinos asistimos encantados a la madre de todas las batallas: Cristina Kirchner versus Karina Rabolini.
Aunque escrito hace ocho años, el libro nos deja, finalmente, una gota de optimismo para el hoy. Los cambios en política sólo tienen lugar cuando se produce lo improbable; cuando sucede lo probable no suele haber cambios, establece Rosendo Fraga. ¡Hay tanto para cambiar en la Argentina!
(1) https://www.laprensa.com.ar/Las-ucronias-de-Rosendo-Fraga-543494.note.aspx